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México D.F. Sábado 6 de noviembre de 2004 |
Arafat: líder de su pueblo que frenó
la barbarie
Yasser
Arafat dedicó su vida a construir la independencia de los palestinos,
a unirlos por sobre sus divisiones de clase y políticas, a tratar
de convertir la debilidad de los oprimidos en fuerza para poder enfrentar
nada menos que la alianza entre Estados Unidos e Israel, ese bastión
construido por Washington en Medio Oriente y armado y sostenido por todos
los medios con el fin de imposibilitar la unificación árabe,
la cual siempre tuvo su punta de lanza en la lucha de liberación
palestina.
En su combate, Arafat cometió muchos errores y
fomentó privilegios en la camarilla de políticos que lo rodeó
en determinado momento, pero siempre se jugó la vida y jamás
tuvo a los israelíes o a Estados Unidos como amos (aunque buscó
a veces lo imposible, o sea conciliar con ambos).
Por eso fue siempre la bandera viva de su pueblo, que
lo apoyaba y al mismo tiempo le exigía y lo controlaba. Por eso
vivirá después de muerto. Su desaparición abre ahora
el camino a quienes se someten a los enemigos de los palestinos y también
a la ejecución del plan de la Casa Blanca para conceder formalmente
un seudo Estado a los palestinos, bajo protectorado de Israel y con un
estatus
doblemente colonial, es decir, como un verdadero "bantustán", un
reino de indígenas semiocupado por el Estado israelí y, al
mismo tiempo, como puesto colonial de Washington para dominar a Siria,
tratar de mantener su ejército en Irak y amenazar a los países
árabes.
La muerte de Arafat abrirá así el camino
para la radicalización fundamentalista y terrorista de la intifada
palestina, para las medidas fascistas de Israel, dentro y fuera de su territorio,
y para dar rienda suelta al odio ciego en la región, como el de
los ciudadanos israelíes que bailaron en las calles festejando la
agonía de Arafat.
Este, condenado por Israel y por Washington como "terrorista",
fue siempre, en cambio, un freno a la barbarie, al condenar el terrorismo
contra la población civil, al defender el pluralismo y el laicismo
en el mundo árabe. Su muerte dejará a los peores demonios
en libertad y debilitará enormemente las posibilidades de una solución
política negociada al problema árabe-israelí.
La comunidad internacional, que siempre respaldó
la causa de la independencia palestina y condenó el racismo y el
colonialismo de Israel, deberá redoblar sus esfuerzos para evitar
que la desaparición del viejo líder pueda ser utilizada para
dar un golpe mortal a la justicia y el derecho de los pueblos en el tan
martirizado Medio Oriente.
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