México D.F. Sábado 6 de noviembre de 2004
Interpretó durante tres horas más
de 40 temas, incluyendo piezas de su nuevo disco
Del gospel al flamenco, con mariachi y coros, Juan
Gabriel encantó
Con sus gestos y bailes sensuales provocó la
gritería de mujeres y hombres por igual
Fue el primero de ocho presentaciones que tendrá
en el foro de Reforma
Con el Auditorio Nacional a reventar, el compositor mexicano
Juan Gabriel ofreció la primera de sus ocho presentaciones en la
ciudad de México. El juarense de 54 años ofreció un
recital de tres horas, donde interpretó, como en cada temporada
de presentaciones, nuevos arreglos a los temas que lo han consagrado como
el divo de la música popular en el país.
Tradicional en el recinto de Polanco, el órgano
monumental calentó el ambiente con algunos de los temas que a Juan
Gabriel le han interpretado más de 200 artistas nacionales e internacionales.
El
espectáculo abrió con 25 minutos de tecnomúsica grupera
a cargo de Mariana Seoane, el nuevo valor que Alberto Aguilera Valadés
promueve al permitirle abrir sus presentaciones en la capital.
El polémico artista con 33 años de vida
musical inició con un tributo al público que en cada presentación
aclama sus espectáculos y se rinde a sus controvertidas coreografías
y catárticas gesticulaciones amaneradas.
El grupo de músicos que le han acompañado
y un megacoro de 24 voces enmarcaron el preámbulo para que Juan
Gabriel abriera la noche con una caminata por todo el escenario. En el
semicírculo del tablado se limitó a saludar con la mano en
el corazón. Sin cantar vinieron las primeras ovaciones, le arrancaron
sonrisas de agradecimiento y reverencias.
Vestido con traje sastre negro y calzado con sus tradicionales
botines partió plaza con temas de su material más reciente,
Cómo te quiero, mi amor, mismos que combinó con baladas
clásicas que fueron acompañadas por escenografías
de flamenco, reggae, dance y por supuesto bailes típicos mexicanos.
Amado por su público, que no se limita a la típica
clasificación de edad y sexo, y querido por sus músicos,
el juarense por adopción abrió la temporada con unos 40 temas
cantados ininterrumpidamente, sólo hizo breves pausas para beber
agua del recipiente colocado sobre una mesa blanca adornada con una rosa
roja.
Nota a nota atrapó e hizo suya a la concurrencia.
Paso a paso se convirtió en el señor del escenario. Giros,
pasodobles, peculiares movimientos pélvicos, atrevidas gesticulaciones
y sensuales y provocativas mímicas le atrajeron gritos y consignas
de voces femeninas y masculinas, sobre todo masculinas: "Apachurro", "Papi,
papito", "Te amo".
Lluvia de ritmos
Transcurrida la primera hora de concierto, el compositor
mexicano -calificado alguna vez por el propio José Alfredo Jiménez
como su sucesor- amagó con desvestirse. Sólo se quita el
saco, lo acomoda al revés en la cintura para que le quede como falda
y se descubre el pecho. Cambia de ritmo y ejerce el "tubo, tubo". Es innegable,
a pocos artistas se les acepta o rechaza sin ambigüedades, como al
Divo de Juárez.
Su variedad continúa al tiempo que escuchaba a
su audiencia y mantenía su juego corporal. El público le
secundaba, aún en el área de prensa donde la crítica
especializada le rendía pleitesía.
Parecía que la fiesta concluía, pero arribaron
los integrantes de Arriba Juárez, su mariachi, y viene la descarga
de lo mejor de su música vernácula. El auditorio se pone
de pie, baila, canta y levanta las manos de izquierda a derecha y viceversa.
El coso se cimbra.
La energía de su presentación le dio a Juan
Gabriel espíritu para ejercer el world music escénico.
Del gospel al rocanrol, de la balada al flamenco y del mariachi a lo sinfónico.
La versatilidad de sus temas y de sus músicos es ilimitada.
Juangabrielísimo en pleno. Inocente pobre
amiga, La farsante, Costumbres, El Noa Noa, Te lo pido por favor, La diferencia,
Hasta que te conocí, Abrázame muy fuerte y Amor eterno
fueron sólo un compendio de los temas consagrados con los que el
Divo de Juárez conquistó a sus 10 mil fans
en el Auditorio Nacional la noche del jueves.
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