México D.F. Viernes 5 de noviembre de 2004
Primeras bajas desde la salida de Basora; los
decesos de militares de GB se elevan a 73
Mueren tres soldados británicos en ataque suicida
cerca de Bagdad
Blair, culpable en parte de esos fallecimientos por
apoyar a Bush: ministros laboristas
ROBERT FISK Y COLIN BROWN THE INDEPENDENT
Un atacante suicida musulmán sunita iraquí
mató este jueves a tres soldados británicos pertenecientes
al regimiento Guardia Negra y a su intérprete, en un puesto de revisión
de vehículos cercano a Bagdad. Otros ocho uniformados resultaron
heridos.
Los soldados, que llevaban apenas 36 horas en la controvertida
prolongación de su misión en el norte de Basora, perecieron
después de recibir la orden de emprender una expedición de
búsqueda y destrucción de insurgentes que habían estado
lanzando cohetes y morteros a la improvisada base británica, bautizada
como Campo Dogwood.
Se
cree que se ordenó a los militares cruzar el Eufrates y entrar en
el llamado triángulo de la muerte, hacia una zona que no
había sido patrullada antes, para limpiar la margen oriental del
río.
El atacante se acercó en su auto a los hombres
y detonó sus explosivos. "Por desgracia -indicó una fuente-
es un territorio ideal para una emboscada. Tenían que extender su
zona, porque no puede uno quedarse sentado en el campamento recibiendo
cohetes."
Los tres decesos elevan a 73 el número total de
soldados británicos muertos en Irak desde el principio del conflicto.
Estas nuevas bajas estremecieron a los miembros del Parlamento
y desencadenaron furiosas recriminaciones en Westminster. "Eran nuestros
peores miedos", manifestó un ministro. "Por desgracia no era algo
inesperado. Los enviamos a una zona de peligro."
Se trata de los primeros soldados británicos que
perecen en una acción bélica desde que se les ordenó
salir de la zona en poder del ejército de ese país en Basora,
para brindar apoyo a las tropas estadunidenses que preparan el asalto total
a Fallujah. Una fuente militar indicó que Gran Bretaña debe
estar preparada para sufrir más bajas cuando la ofensiva, que se
espera esta semana, esté en curso.
La zona británica de operaciones se había
confinado a un sector en buena parte deshabitado -y por tanto más
seguro- al oeste del río, pero los cohetes fueron disparados a las
fuerzas británicas desde el este.
Se decidió entonces instalar retenes en el otro
lado del Eufrates, distrito que en gran medida está bajo el control
de insurgentes.
Los británicos esperaban que las tácticas
que adoptaron en el sur de Irak -retenes en los caminos y contacto personal
con los conductores iraquíes de vehículos- mostrarían
un rostro más amable que el de las fuerzas estadunidenses, las cuales
abandonaron desde hace tiempo el establecimiento de puestos de revisión
en esa zona.
El sangriento ataque de este jueves demostró que
los británicos son tan vulnerables como los estadunidenses, e igual
de propensos a una agresión si se aventuran hacia la zona insurgente.
La técnica del ataque suicida se ha perfeccionado
en Irak y de hecho ha logrado sacar de los caminos a la infantería
y las patrullas estáticas estadunidenses. Si los británicos
pensaban que serían inmunes a tal aspecto de la guerra, las muertes
de este jueves mostraron que recibirán el mismo trato sin contemplaciones
que los estadunidenses. Oficialmente la zona británica de operaciones
sigue estando al oeste del Eufrates.
Tony Blair ha prometido que la Guardia Negra estará
"de vuelta en casa para Navidad", pero muchos de sus miembros están
"molestos y nerviosos" tras recibir la orden de desplazarse 560 kilómetros
hacia el norte, cerca de Bagdad, para patrullar las rutas hacia Fallujah.
Muchos de los que fueron objeto de ataques esperaban regresar a su país
la semana pasada, hasta que recibieron órdenes de salir de Basora.
Grupos militantes iraquíes amenazaron con tomar
represalias con las fuerzas británicas que se han acantonado en
la antigua base estadunidense ubicada entre las poblaciones de Hilla e
Iskandariyah.
La noche del jueves, ministros laboristas opositores a
la guerra acusaron indignados a Blair de ser culpable en parte de esas
muertes, por acceder a apoyar al presidente George W. Bush con el despliegue
de tropas británicas para cubrir el ataque estadunidense a Fallujah.
Blair se enteró de la noticia en Bruselas.
El vocero de Blair expresó que "los pensamientos
del primer ministro están con la Guardia Negra y con las familias
de los soldados".
Antes del ataque suicida, insurgentes habían lanzado
fuego graneado contra una patrulla después de hacer explotar una
mina debajo de uno de los vehículos blindados Warrior. La fuerza
del estallido levantó el vehículo y le arrancó las
ruedas delanteras, de modo que sus tres tripulantes y los soldados que
transportaban quedaron a la deriva.
Cuando un segundo Warrior de la patrulla aceleró
hacia el vehículo dañado para rescatar a los soldados en
la oscuridad, los insurgentes lanzaron un mortero que estalló a
unos metros.
La explosión precipitó hacia una zanja el
vehículo que iba al rescate, y los soldados escaparon por la parte
de atrás para auxiliar a sus colegas del primer vehículo.
Pese a estar bajo la constante amenaza de ataques, los
soldados lograron sacar de la zanja el segundo vehículo y dirigirse
en él hacia un lugar seguro.
La noticia de las bajas fue dada a conocer a una sombría
Cámara de los Comunes en una declaración de emergencia de
Adam Ingram, ministro de las fuerzas armadas.
Bruce George, presidente del comité selecto de
la cámara sobre defensa, manifestó: "Estoy conmovido y muy
triste en verdad. Es un lugar peligroso y esos soldados, francamente, son
héroes. Sería un grave error tratar de capitalizar políticamente
esta tragedia".
Un parlamentario del Partido Nacionalista Escocés,
Angus Robertson, advirtió que estas muertes "tendrán profundas
implicaciones para la opinión pública en Escocia".
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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