Olga Harmony

El nido

Desde su presentación, José Caballero, titular de la nueva Compañía Nacional de Teatro (CNT), habló de realizar por lo menos un montaje anual de gran formato, lecturas dramatizadas de obras de autores mexicanos e internacionales y escenificaciones de textos con mínimos requerimientos de producción (y de qué tan mínimos me ocuparé líneas adelante). Hay que reconocer que en este año se ha llevado a cabo lo prometido y que incluso dos lecturas han servido para apoyar sendos homenajes de los centenarios de Salvador Novo y Celestino Gorostiza. Ahora -tras una lectura dramatizada, aunque sin los ensayos públicos que tuvieron lugar en el experimento que amparó a las otras dos- se estrena El nido de Juan Tovar basada en vida y obra de Manuel González Serrano según las investigaciones del maestro Ricardo Pérez Escamilla.

En su momento escribí acerca de la lectura dirigida por David Olguín, pero vale la pena intentar un análisis a mayor profundidad, ya que la nota referida hablaba sobre todo del artista apodado ''El hechicero". Tovar elabora un interesante texto biográfico, dramáticamente circular, ya que termina en el punto en que ha empezado, con giros en tiempo y espacio e incluso escenas que se contaminan unas a otras como la del juego de los hermanos en la casa paterna que deviene en narrar la historia de los padres, su excesiva religiosidad y aun el desapego que sienten por el artista, el mayor de los hijos vivos, como si el amor paterno y materno se hubiera agotado en el primogénito muerto. El nido del título, según el dramaturgo, corresponde al detalle de un cuadro, pero es también ese anhelo de calor familiar que sufre el desequilibrado González Serrano.

El director hizo algunos cambios entre lectura y escenificación, sobre todo cortes como en la escena de teatro dentro del teatro en el supuesto estreno de una obra de Magdalena Mondragón (ƑSe trata de Torbellino antes conocida como La tarántula?), pero en general respetó el trazo de su lectura dramatizada, que todos coincidimos que ya era el germen de un montaje. Los muy buenos actores con que cuenta para encarar al coro de los hermanos y sus desdoblamientos en otros personajes (padre y madre, Monina, Magdalena, Andrea, Juan de Alba y otros incidentales) en ese excelente recurso de dramaturgia que es continuar el juego inicial como si fueran los recuerdos de Manuel agonizante, se ven mucho más seguros, sobre todo Jorge Avalos, tan tenso en la lectura que contrastaba con la soltura de Moisés Arizmendi, Joaquín Cosío, Laura Almela, Enrique Arriola, Roberto Soto y Mariana Giménez. La proyección de las pinturas en mucho ayudó al montaje, ahora realzado con la iluminación de Gabriel Pascal.

Si bien líneas arriba constataba que el programa de la CNT se ha cumplido también hacía referencia a la producción de escenificaciones de bajo presupuesto, porque hay algo que no entiendo y no es culpa de Caballero. Parece ser que para las autoridades culturales ''bajo presupuesto'' es sinónimo de ''casi no hay presupuesto''. Habría que citar al presidente Fox cuando, en imitación de un cómico, repetía ante la prensa: ''No hay, no hay''. No hay para la educación, ni para la cultura artística y científica. Y aunque algunas personas inteligentes se regocijaban cuando la lectura de Albertina en cinco tiempos demostró que se pueden conseguir logros casi sin elementos externos, para otros -entre los que me cuento- se dio el temor de que ante esos logros se siguiera recortando el presupuesto. Es verdad de que con imaginación se pueden hacer muchas cosas y siempre estamos alardeando de que los mexicanos somos muy imaginativos.

Por ello yo invito a las altas autoridades a que imaginen un país en que el arte sea más importante que el rescate de los bancos, en que el teatro y el arte todo se vean como un bien necesario para los ciudadanos. Que imaginen las maneras en que no se siga escatimando a las universidades, aunque ello signifique que algunos no tengan ingresos de casi medio millón de pesos al mes. Que imaginen un país mucho mejor que el que siempre nos cuenta el presidente Fox, porque estaría sustentado en realidades y a nadie se le ocurriría el malicioso pensamiento de que desean un pueblo inculto, aborregado y maleable para imponer sus designios.