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México D.F. Jueves 7 de octubre de 2004 |
Montiel: claudicación o engaño
El
pasado viernes primero, el gobernador del estado de México, Arturo
Montiel, hizo como que proponía una solución plausible al
conflicto creado por la construcción de una tienda de la trasnacional
Wal-Mart en un predio ubicado a 3 mil metros de la Pirámide de la
Luna, en Teotihuacán, en el cual se han encontrado vestigios arqueológicos.
Para entonces, la edificación del supermercado ya había generado
un movimiento de rechazo por un sector de la comunidad de San Juan Teotihuacán,
constituido en el Frente Cívico en Defensa del Valle de Teotihuacán,
respaldado por otras organizaciones de defensa comunitaria -como las de
San Salvador Atenco y los vecinos de Cuernavaca que se opusieron a la destrucción
del Casino de la Selva por parte de la cadena Costco-, y tres integrantes
de ese frente habían iniciado una huelga de hambre que mantienen
hasta la fecha.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia
-cuyo director, Sergio Raúl Arroyo, ya había declarado la
impotencia legal de la institución para detener la construcción
del centro comercial- se congratuló de la propuesta. Francisco Covarrubias,
secretario de Desarrollo Urbano de la entidad, dijo que se mantenía
en contacto con los dueños de la tienda para negociar la reubicación,
e incluso habló de ubicarla "fuera de toda la zona arqueológica,
e incluso estamos buscando que el área de protección (de
la ciudad prehispánica) sea mayor". En este mismo espacio se recibió
con beneplácito la reacción del gobierno estatal, toda vez
que parecía una manera inteligente para desactivar el conflicto
social generado y preservar la integridad del patrimonio histórico
del país sin afectar los intereses de la trasnacional.
Pero al día siguiente, y hasta ayer, pareció
que el gobierno mexiquense había dejado de existir. Los trabajos
de construcción prosiguieron con toda normalidad, los huelguistas
se mantuvieron en sus posiciones, y operadores de las máquinas excavadoras
en la edificación confiaron a este diario que seguían encontrado
muchos objetos prehispánicos y que tenían órdenes
de esconderlos.
Ayer, miércoles, el gobierno estatal, por boca
de su secretario de Gobierno, Manuel Cadena, anunció que la tienda
no será reubicada porque "su edificación es legal y ya está
avanzada", y criticó a "un grupo de gente" que "echa abajo un proyecto
que va a beneficiar a una gran comunidad". Por su parte, el secretario
Covarrubias, quien el sábado hablaba de ampliar la zona de protección
de Teotihuacán, descartó toda posibilidad de reubicación
de la tienda.
De los hechos reseñados y del brusco e inopinado
giro en las actitudes y propósitos del gobierno que encabeza Arturo
Montiel sólo puede inferirse que, o bien las autoridades mexiquenses
fueron víctimas de presiones tan formidables como inconfesables,
y que hubieron de claudicar y doblegarse ante intereses cuya identidad
se desconoce, o bien que le tomaron el pelo con premeditación a
los teotihuacanos, a los habitantes de la entidad y al conjunto del país,
que se burlaron de la buena fe de la gente y que carecen de respeto a su
propia palabra.
Comoquiera que haya sido, el gobernador del estado de
México ha demolido, con semejante bandazo, su credibilidad y la
dignidad de su cargo, y se presenta como un funcionario empeñado
en quedar bien, y a cualquier costo -la afectación del patrimonio
histórico nacional, el engaño a un movimiento popular, el
deterioro de su propia imagen y de la institución que encabeza-
con los capitales trasnacionales.
El episodio nos devuelve, finalmente, a la evidencia de
una alarmante ausencia de autoridades en la entidad y en el país.
Si no hay una sola dependencia federal, estatal o municipal capaz de resistir
a los dictados de Wal-Mart y preservar la integridad de la zona arqueológica
de Teotihuacán, la más famosa y estudiada de la República
Mexicana, ¿quién puede responder por otras áreas menos
conocidas? ¿Quién está a cargo de salvaguardar los
bienes de la nación? ¿Quién gobierna en México?
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