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México D.F. Sábado 2 de octubre de 2004 |
Teotihuacán: ganó la sensatez
Ante
la creciente presión popular para impedir el asentamiento de un
supermercado de la cadena trasnacional Wal-Mart en los alrededores del
sitio arqueológico de Teotihuacán, el gobernador Arturo Montiel
Rojas ordenó en la tarde del viernes a la Secretaría de Desarrollo
Urbano de la entidad que busque un predio alterno para edificar el complejo
comercial a causa de la resistencia de los pobladores locales y de organizaciones
sociales. El mandatario estatal propuso también que quiere extender
el perímetro de la zona arqueológica para evitar conflictos
similares en el futuro.
A primera vista, la decisión del gobierno estatal
puede desactivar el conflicto social que se desarrollaba alrededor de la
antigua ciudad prehispánica. Cabe esperar, por el bien de todos,
que así sea, que la trasnacional se avenga a la propuesta del traslado
de la tienda y que el nuevo emplazamiento de ésta no genere nuevas
confrontaciones.
Más allá del destino del supermercado en
cuestión, el intento de Wal-Mart por edificar un supermercado a
4 mil metros de distancia la Pirámide de la Luna, en un terreno
que, se sabe, formó parte de la magnífica urbe precolombina,
ha dejado al descubierto graves lagunas en las disposiciones legales para
la preservación del patrimonio arqueológico e histórico
del país -como lo alegó, en su momento, el director del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, quien adujo que esa institución
no tenía los instrumentos legales para parar la construcción
del establecimiento comercial-, así como una preocupante falta de
voluntad política por parte de las autoridades -las federales y
las del municipio afectado-, tanto para preservar posibles yacimientos
arqueológicos como para buscar soluciones en la confrontación
que ya se desarrollaba entre la trasnacional y el Frente Cívico
de Defensa del Valle de Teotihuacán y otras entidades civiles.
No debe pasarse por alto que la propuesta de solución
haya debido provenir de una autoridad estatal y no de una federal. Ello
es indicativo del despiste, el descontrol y la debilidad que caracterizan
al foxismo en su larga etapa final, y acaso también de la persistente
claudicación del actual gobierno ante los intereses trasnacionales,
su desdén por las lógicas de resistencia de las comunidades
y su desconocimiento de las vastas reservas de dignidad presentes en lo
que el antropólogo Guillermo Bonfil llamó el México
profundo, hasta hoy ignorado -en ambos sentidos de la palabra: el de la
ignorancia propiamente dicha y el del desprecio y el ninguneo- por el México
oficial. Ese complejo y poderoso sustrato histórico y civilizatorio
ha vuelto a manifestarse, sin embargo, en San Juan Teotihuacán,
como antes lo hizo en San Salvador Atenco, y antes en Tepoztlán,
y antes en las comunidades indígenas chiapanecas que hace una década
gritaron ya basta. Ese México profundo es uno de los baluartes más
destacados, activos y creativos en la lucha mundial contra la globalización
depredadora de la que Wal-Mart es, a su vez, un exponente inconfundible.
Parece mentira que nuestros gobernantes todavía no lo sepan.
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