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México D.F. Sábado 2 de octubre de 2004
EFEMERIDES
Rubén Moheno
Graham Greene, 100 años
El sueño de John Barry: musicalizar Brighton
rock
SI USTED SE permite escapar a Londres este otoño,
podrá asistir al espectáculo musical Brighton rock,
porque más allá de los 5 premios Oscar que ha recibido, y
sus magníficas partituras para las películas de James Bond,
John Barry tuvo desde siempre la ambición de musicalizar la genial
novela negra de Graham Greene, y ahora se salió con la suya, precisamente
cuando se está celebrando el centenario de este escritor, hoy 2
de octubre. Las funciones del musical Brighton rock corren hasta
el 13 de noviembre.
LOS TEMAS DE Barry ya están catalogados
felizmente en la memoria musical colectiva (mi favorito sería Desde
Rusia con amor); en tanto, el mismísimo Jorge Luis Borges señaló
así la novela de Greene: "Tiene la intensidad de un tigre y la variedad
que puede lograr un juego de ajedrez" (Textos cautivos).
ES
QUE NO se andaban por las ramas en la guerra de pandillas que sutilmente
estremeció el balneario Brighton en pleno 1930: marcar en forma
provechosa la cara del rival con navaja libre, lanzarle vitriolo quizá,
tal vez baldar su rodilla con un recio palo de críquet, matarlo
a pisotones, o el viejo y eficiente pistoletazo... todos son recursos útiles
en la contienda de esos seres durante la gran depresión.
EN UN PRIMER plano está el sicótico
adolescente, Pinkie, maligno, cruel y católico: un monstruo con
vida espiritual. "Yo no rezo", decía él, "pero en realidad
lo hacía continuamente mientras hablaba, mientras soñaba
y hasta cuando mataba". Un violento fin de semana le ha dejado las manos
manchadas con dos asesinatos.
EL UNICO TESTIGO para hundirlo es la mesera Rose,
también católica, que a sus dieciséis años
sabe recordar rostros que Pinkie no quiere que recuerde y olvida lo que
debe recordar, pero sólo tiene ojos para el muchacho. Una boda compraría
su silencio, hasta que la muerte nos separe; mas Pinkie no cree en el matrimonio,
ni en el amor. Tampoco en los premios de las carreras de caballos. En él
sólo cuenta "la aniquilante eternidad de donde vino y hacia donde
fue".
EN BRIGHTON CIRCULAN también los prominentes
senos de la implacable Ida; con su muy, muy viejo oficio, sus sospechas
detectivescas y la rectitud a su modo. Pero a Rose no le interesa el consuelo
judicial que puede ofrecerle Ida; y en su desesperación encuentra
uno más terrible; el del sacerdote: él afirma que un católico
está más cerca de la maldad que al de cualquier otra persona.
Entonces ella "caminó rápidamente hacia el mayor de todos
los horrores".
"¿SUCEDEN TALES COSAS en Inglaterra?," se
preguntaba Borges ante la novela; y daba en suponer, erróneamente,
que Pinkie Brown, "héroe abominable de Brighton rock [1938],
es una transcripción precisa de Popeye, héroe abominable
de Sanctuary", de William Faulkner.
EL HECHO ES que sí sucedían tales
cosas en Inglaterra (entonces, y ahora), como podemos leer en Clouds
of glory, A Hoxton childhood, de Bryan MageeCape: "Antes de la Segunda
Guerra Mundial, Hoxton estaba lleno de rarezas fascinantes... los pubs
de Hoxton siempre estaban al alba ante una pieza nefasta llamada Jimmy
Spinks (Spinkie), figura clave entre las pandillas navajeras
de las carreras de caballos". MageeCape apunta a ese señor como
el modelo de Greene para Pinkie.
Dos intentos previos
JOHN BARRY, POR su lado, era reticente para regresar
a su idea de más de 40 años para el musical. "Pensaba que
tenía una maldición," expresó (The Guardian
15/09/04).
DOS INTENTOS PREVIOS se vinieron abajo. El primero
cuando Greene aún vivía. El novelista había tenido
experiencia previa como libretista, e inicialmente, explicó Barry,
quería escribir las letras. "Yo le dije, 'Bueno, tú eres
un escritor muy literario y la tarea del letrista es exactamente lo opuesto.
Pero, claro, si quieres probar...' Le di algunos títulos y regresó
un par de semanas después con un pliego, todo cubierto. Era exactamente
lo que yo había pensado. Toqué para él un par de cosas
de Irving Berlin, para que pudiera ver cómo funciona la brevedad.
En forma muy simpática, se retractó".
ME PERMITO DISCREPAR, respetuosamente, del maestro
Barry. Greene ambicionó desarrollar esa veta, y podemos hallar una
prueba de su talento como letrista en las primeras páginas de su
novela El agente confidencial. Letras dignas de ser cantadas por
el Kingston Trío; y en toda su obra, cuya verdadera naturaleza es
poética, hallamos muchos versos para musicalizar. ¡Ah, los
celos, no dieron al muchacho una oportunidad!
¿QUE SI BARRY conoció bien a Greene?
"No sé si nadie lo conoció bien", dice. El primer intento
para el musical fue en casa de Greene, a un costado de Picadilly, con el
guionista Wolf Mankowitz y Roy Boulting (productor de la película
de 1947; que dirigió su hermano gemelo, John), y resultó
desalentadora. "En menos de media hora empezaron a discutir. Aún
no sé porqué, creo que Wolf había escrito algo para
él -que no le gustó a Boulting- y era muy difícil
que Wolf hiciera un segundo tratamiento. Tenían este pleito increíble
y batieron el apartamento. Graham -él tenía esos grandes
ojos acuosos, azul pálido- estaba sentado en silencio. Eventualmente
dijo: '¿Quisieras un trago?' Yo dije: ¡Absolutamente! Sacó
una botella de vino tinto, nos sentamos y bebimos, y eso fue todo".
LA SEGUNDA OPORTUNIDAD se fue a pique con "la volátil
personalidad de Joseph Losey", que venía de dirigir a Dirk Bogarde
en El sirviente. ''El era... muy difícil. No había
alegría en el hombre. Yo sabía que no iba a funcionar".
PERO AHORA EL director es Michael Attenborough,
cuyo padre, Richard, fue actor principal en la película original,
y la experiencia completa, dice Barry, ha sido "extraordinaria, simplemente
extraordinaria". También de una gran colaboración, desde
el principio; un proceso radicalmente diferente a su trabajo en el cine,
que Barry reconoce, le sienta mejor. "Te vas por seis, siete, ocho semanas,
y sólo ocasionalmente llama el director. Siempre me ha gustado estar
solo en ese sentido".
EN ESTA OCASION trabajó con el letrista
Don Black, con el que realizó el musical Billy en 1974. Muchos
colaboradores potenciales se desalentaron con la negrura de la película.
"Recuerdo a Kander y a Ebb (los autores de Cabaret) conmigo en un
restaurante, que me dijeron: 'es muy negra'. Yo sólo dije: 'creo
que tiene mucho color'. La pandilla es tremenda, Ida es estupenda y Rose
es adorable". Pero después, Barry concedió, que era tensa
y negra. "Cierto. Yo tiendo a gustar de las cosas negras. Siempre tuve
la tendencia... cosas tristes y cosas románticas".
EN SU MUSICA, dice Barry, "siempre caigo en acordes
en tono menor. Si hago algo en tono mayor, tengo que trabajar para salirme
de ahí. Inclusive entonces tiene esa cosa melancólica. Resulta
que sale así". De repente dice: "Creo que viene de la Segunda Guerra
Mundial". En su música para Bond acecha una sensación de
intranquilidad; "la guerra fría sin lágrimas".
El cielo rojo de Barry
NACIDO EN 1933, el joven Barry quedó devastado
cuando bombardearon su escuela. "Creo que esa noche murieron cerca de 40
personas. La directora murió". El padre de Barry era bombero auxiliar.
Esa noche regresó a casa "negro". Empapado y negro. "Recuerdo
que todo el cielo era rojo. Fui para allá con mi madre al día
siguiente. Recuerdo el hedor. York esta lleno de calles estrechas, los
edificios de ambos lados se habían incendiado y se había
derretido el asfalto de la calle. Toda la joyería y lo que haya
caído en esa mezcla, aún está ahí. Todavía
pienso en eso cuando voy por el camino".
MUCHO DE SU trabajo de los 60 evoca los espíritus
gemelos de la Europa de la posguerra: liberación (sexual y libertad
para viajar) y miedo. Barry está muy dispuesto a aceptar la influencia
de la música persecutoria de Anton Karaz para El tercer hombre
(con guión de Greene) que vio de niño y es una de sus favoritas.
TAMBIEN ES SUYA la música de películas
como Chaplin y La letra escarlata (con la inquietante Demi
Moore), Cotton Club, Hamlet, Vaquero de medianoche, El knack...y cómo
lograrlo (Un tipo persigue a todas las muchachas / Y quizá atrapa
una o dos/ Pero si tienes el knack/ Ellas te persiguen a ti), y
muchas otras más.
BARRY DEJO DE hacer música para Bond. Pensó
que "ya habían hecho todos los buenos libros"; siente haber tenido
suerte de trabajar en las primeras buenas historias. "Es asombroso cómo
lo han alargado".
CON ECUANIMIDAD, ABORRECE el estado actual de la
música para el cine. "Había grandes compositores para el
cine en los años 30 y 40. La muerte de Elmer Bernstein y Jerry Goldsmith
señala el fin de una era''. No quiere lastimar a nadie, pero señala:
"Conocí a uno o dos -compositores actuales-, que permanecerán
sin identificar, y quedé muy poco impresionado por su falta de amor
al cine".
EL COMPOSITOR RECOMIENDA su situación actual
para cualquiera: tiene una mujer 22 años más joven que él
y un hijo de 9. "Es como ver en un espejo... y la música, y la memoria
y el paso del tiempo."
CUENTA UNA ANECDOTA de un almuerzo maravilloso
en 1960, con Michael Caine, Jean Shrimpton y Terence Stamp, que culminó
en la inesperada aparición de Harry Salzman, productor de las películas
de Bond. Salzman había denigrado enfáticamente la canción
tema de Barry para Goldfinger. Después se volvió un
hit, y así pagó por la rudeza de ese almuerzo, en
el que Stamp, probablemente después de algunos tragos, dijo a Salzman
en su cara que pensaba que era "un pendejo".
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