México D.F. Sábado 2 de octubre de 2004
El demócrata ganó al plantear
que haría lo mismo que Bush, pero con menos riesgos
También republicanos aceptan que Kerry recobró
terreno con el debate
Analistas vaticinan aumento de la audiencia en los próximos
dos encuentros
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 1º de octubre. Un
día después del primer debate presidencial trasmitido a nivel
nacional entre el presidente George W. Bush y su contrincante demócrata,
John Kerry, el consenso entre la mayoría de los observadores profesionales
y las encuestas es que este último ganó el debate, pero que
eso no ha afectado aún la tendencia del voto que se registraba antes
del evento.
Kerry tenía que ganar el debate de anoche para
permanecer como candidato viable. Se ha ubicado debajo de Bush en casi
todas las encuestas durante el último mes y una perdida hubiera
sido probablemente el fin de esta competencia electoral y asegurado el
triunfo para Bush en noviembre.
Este viernes por la mañana, hasta los republicanos
estaban reconociendo que Kerry recuperó terreno. "Fue una muy buena
noche para Kerry", afirmó el comentarista conservador influyente
William Bristol.
De acuerdo con una encuesta hecha hoy por Gallup/CNN,
53 por ciento de los entrevistados opinaron que Kerry ganó el debate,
contra 37 por ciento que se manifestaron a favor de Bush.
Pero
cuando se les preguntó si este debate cambiaría su intención
de voto en noviembre, casi todos respondieron que no tanto a los encuestadores
de CNN como a los de encuestas separadas de ABC News y CBS News.
De hecho, una mayoría de la encuesta de CNN opinaron
que Bush sería un mejor presidente que Kerry en asuntos de política
exterior.
Por tanto, todo cambió y nada cambió como
resultado del debate. Al no perder, Kerry no sólo no está
descontado, sino ahora puede intentar tomar la ofensiva en esta pugna electoral.
Pero, a la vez, no se registraron cambios significativos en las tendencias
de voto después del debate, y por tanto mucho queda igual entre
el electorado que antes del debate.
Kerry utilizó el evento para enfrentar el intenso
y sostenido ataque republicano de que es un político sin principios
y posturas firmes, quien cambia sus opiniones constantemente.
"He sostenido una posición, una posición
consistente: que Saddam Hussein era una amenaza y había una manera
correcta para desarmarlo y una incorrecta. El presidente optó por
la incorrecta", subrayó Kerry anoche
Al señalar sus diferencias sobre la guerra en Irak
-el punto central del debate anoche- Kerry logró presentar sus argumentos
efectivamente, dejando la impresión en muchos analistas de que hubo
un gran intercambio "sustantivo", que permitió identificar las "claras"
diferencias entre los dos candidatos en torno a la política exterior
y los próximos pasos en el país árabe.
¿Diferentes?
Pero en los hechos es difícil identificar las diferencias
entre los dos, más allá de las propuestas de cómo
mejor "ganar" la guerra. Bush reiteró su visión optimista
de que todo procede hacia el florecimiento de la democracia en Irak, lo
cual es "una tarea difícil", pero que se está logrando.
Kerry acusó a Bush de "engañar" al pueblo
estadunidense sobre la guerra y en torno a que él convocaría
una cumbre internacional para enfrentar esa crisis.
Pero Kerry no ofreció una alternativa a la guerra,
ni la posibilidad de que Estados Unidos se retire del país invadido
en el corto plazo. Al contrario, expresó que "nadie está
hablando de retirarse... estamos hablando de ganar y cómo hacer
esta tarea correctamente".
El debate fue esencialmente que sería el mejor
comandante en jefe para ganar la guerra en Irak y regresar las tropas a
casa.
Bush argumentó que cambiar de comandante en jefe
en medio de la guerra contra el "terrorismo" e Irak podría llevar
a la tragedia, mientras Kerry insistió en que se necesita nuevo
liderazgo, pues el actual ya ha cometido demasiados errores y no sabe cómo
salirse de este desastre.
Kerry, al parecer, ganó esta jugada anoche. Jay
Nordlinger, el editor administrativo de National Journal, la revista
más importante del sector conservador nacional en este país,
comentó: "sobre la base de ese debate, si yo fuera un tipo cualquiera,
bastante conservador, quien apoya la guerra, yo votaría por Kerry,
sobre la base de ese debate".
Eso es precisamente lo que el demócrata deseaba
lograr: convencer a votantes conservadores centristas indecisos, los cuales,
dicen los expertos, determinarán el resultado de esta elección.
Sin embargo, Bush no está abandonando su táctica
exitosa hasta el momento de acusar a Kerry de tambalear y cambiar de posición
por motivos políticos de conveniencia y que está demasiado
enamorado de la comunidad internacional y sus instituciones.
El viernes, en un acto electoral en Pennsylvania, Bush
repitió estas acusaciones y atacó en particular a su adversario
demócrata por sugerir la necesidad de consultar más con la
comunidad internacional antes de lanzar una guerra.
"El senador Kerry anoche dijo que América tiene
que someterse algún tipo de examen mundial antes de que usemos tropas
estadunidenses para defendernos. Quiere que nuestra seguridad nacional
se sujete a la aprobación de un gobierno extranjero. Yo continuaré
trabajando con nuestros aliados, pero jamás sujetaré la seguridad
estadunidense a un examen internacional".
Irónicamente, aquí no hay gran diferencia
con su contrincante. Kerry advirtió anoche que jamás permitiría
que un gobierno extranjero tuviera el "poder de veto" sobre la política
exterior estadunidense.
Por tanto, ambos candidatos defienden el derecho a la
guerra preventiva, a mantener supremo el poder estadunidense a escala
mundial y a imponer las definiciones estadunidenses de "seguridad nacional"
en el planeta. Sólo que lo harían con diferentes tácticas.
En los hechos, Kerry estaba proponiendo regresar al esquema estratégico
del padre del actual presidente.
El debate sobre seguridad y política exterior fue
bastante limitado, con poca "sustancia" y detalles sobre cómo abordar
los problemas internacionales más complejos. México y América
Latina desaparecieron del planeta en este debate, y temas enteros, como
comercio mundial, la crisis mundial del sida o el desarrollo económico
internacional, no se mencionaron.
El gran logro, al parecer según los comentarios
de los analistas, es que ambos candidatos lograron presentar claramente
sus posiciones. En gran medida, no eran posiciones, sino diferentes formas
de cómo proyectar el poder político y militar estadunidense
para el mismo objetivo, no fue comentado.
Kerry, según estos argumentos, ganó al lograr
presentarse como un sujeto que podría hacer lo mismo que Bush en
el ámbito internacional de manera más efectiva y tal vez
menos riesgosa. O sea, también podía defender los intereses
estadunidenses, pero mejor.
A la vez, ninguno cometió un error fatal y demostraron
ser capaces de responder más o menos coherentemente a preguntas
poco sorprendentes con respuestas practicadas y consignas de sus campañas
desde detrás de un podio.
Sin embargo, como aquí se insiste en que el intercambio
fue más interesante de lo esperado, los comentaristas dicen que
se incrementará el público que sintonizará para ver
los próximos dos debates presidenciales programados en las próximas
dos semanas.
Todos secretamente esperan alguna sorpresa, algo fuera
de lo coreografiado, un error garrafal, algo. Pero los candidatos y sus
estrategas harán todo lo posible para evitarlo. Ojalá y fracasen.
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