México D.F. Jueves 30 de septiembre de 2004
En la Sierra Gorda la tónica es la migración
La zona, rica en diversidad biológica, ha sido
abandonada por 50% de sus pobladores
ANGELICA ENCISO/ I ENVIADA
Jalpan de Serra, Qro. Roberto escucha el ruido
de un automóvil que se aproxima. De inmediato se coloca en el marco
de la ventana de su tienda de madera, que está a la entrada de la
comunidad Río Escanela. Confía en que sean turistas que visiten
el Puente de Dios y otras cascadas. Su mirada se posa en la troca
blanca que pasa sin detenerse; tiene placas de Texas, es propiedad de uno
de los residentes de la localidad, quien la presume como un trofeo desde
que volvió de su trabajo de jornalero en Estados Unidos. Reconoce
el vehículo y vuelve a sentarse.
En
voz alta, el guía de turistas, uno de los pocos hombres del lugar
que no han emigrado al norte porque tiene la esperanza de mejorar sus ingresos
con este trabajo, evoca las palabras con las que alienta a los visitantes
para pasear por el lugar: "Puente de Dios es una formación natural
que se hizo con el paso de la corriente del río Escanela; se llama
así porque es una obra de la naturaleza, no del hombre. Antes era
el único acceso a la comunidad. Ahí caen cuatro cascadas
que vienen de las montañas, de los bosques más lejanos''.
Es uno de los dos residentes del lugar que se capacitaron
para emplearse de guías en la zona, aunque su espera este día
no se verá gratificada, ya que los visitantes no aparecen. Río
Escanela es parte de la reserva de la biosfera Sierra Gorda, que abarca
383 mil 567 hectáreas, 32 por ciento de la superficie de Querétaro.
Oficialmente es habitada por 100 mil personas, pero la mitad emigraron
a Estados Unidos.
La mayor riqueza de esta área natural protegida
es su diversidad biológica, que contrasta con el hecho de que los
municipios donde se encuentra están considerados de alta marginación.
Se trata de Arroyo Seco, Jalpan de Serra y Landa de Matamoros, además
de las áreas de Pinal de Amoles y Peñamiller. La región
tiene alrededor de 500 sitios arqueológicos además de las
cinco misiones franciscanas decretadas patrimonio de la humanidad por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO).
En la zona más ecodiversa del país, la agricultura
es de subsistencia. Alberga 14 diferentes tipos de vegetación y
es la segunda área en importancia por su valor biológico,
ya que se ubica en el punto de encuentro de las regiones neártica
y neotropical.
La vegetación incluye matorrales xerófilos
y es uno de los desiertos más antiguos y estables de México,
con alrededor de 30 millones de años de antigüedad. La zona
también cuenta con sabinos, álamos, bosques húmedos
y de niebla, y tres variantes de selvas tropicales. En toda la región
hay registro de 2 mil especies de plantas vasculares y otras recién
descubiertas. Existen 131 tipos de mamíferos, 355 de aves, 71 de
reptiles, 23 de anfibios y 725 de insectos voladores.
Aún es posible encontrar por las montañas
jaguar, oso negro, guacamaya verde, hocofaisán, águila elegante
y cocodrilo de río. De la flora destacan las magnolias, el guayamé
y la tila, así como la biznaga gigante, el peyote queretano y el
órgano. Además, es parte del corredor de paso de la mariposa
monarca y refugio de 72 especies migratorias.
Entre toda esa riqueza están dispersas alrededor
de 700 comunidades, la mayoría pequeños caseríos donde
las opciones productivas habían sido la agricultura tradicional
y la ganadería extensiva, principales amenazas para la biodiversidad
de la región, sostiene el plan de manejo. Desde 1997, cuando se
decretó como reserva de la biosfera, comenzaron a establecerse opciones
productivas alternativas y se empezó a desarrollar el ecoturismo.
La mayor parte de la reserva tiene uso de suelo forestal.
Practicar la agricultura en la región es difícil, porque
el territorio es montañoso y el suelo es pobre para esta actividad,
por eso tan sólo 38 mil hectáreas -alrededor de 10 por ciento
de la reserva- son susceptibles de ser sembradas. El tipo de propiedad
que predomina es el privado; sólo 30 por ciento es terreno ejidal
y comunal.
Los caminos de terracería, abiertos entre pinos
y encinos, enlazan las rancherías de la sierra, donde las mujeres
se han quedado al frente de los hogares: los hombres, desde los 16 años,
se van a Estados Unidos. Es común ver circular a toda velocidad
camionetas que hacen volar el polvo del camino y que tienen placas de estados
fronterizos del vecino país del norte. También es habitual
que entre la selva las nuevas construcciones tengan estilos californianos,
ajenos por completo a las viviendas de madera y palma tradicionales en
la sierra.
En Soledad de Guadalupe, localidad cercana a la zona núcleo
Cañada de las Avispas, a Margarita Chávez, ocupada en hacer
el molde de una taza en el taller de cerámica donde trabaja desde
hace dos años, se le entristece la mirada cuando recuerda que hace
25 años su hijo se fue a Estados Unidos y todo este tiempo no ha
sabido de él.
Con
voz apenas audible, dice que durante la semana, junto con cuatro mujeres,
elaboran 500 trastes. Tazas, jarras, floreros y vajillas ocupan el pequeño
local de la entrada del pueblo donde están los hornos. Trabajan
todos los días, es su única fuente de ingresos. Sábados
y domingos se van a Jalpa a vender los enseres.
No hay más trabajo en la zona, reducto de bosques
de enebros, desaparecidos de otras regiones del país. La Cañada
de las Avispas alberga bosque mixto y mesófilo, además de
especies en riesgo de extinción, como las plantas cícada
y magnolias, así como la gallina de monte, puerco espín y
tigrillo.
Las 11 zonas núcleo de la reserva abarcan 24 mil
803 hectáreas, y son Sótano del Barro, Cañón
de Ayutla, Puente Santa María, Raudal del Buey, Chacas, Barranca
de Paguas, Cañada de las Avispas, Joya del Hielo, Cañón
del Moctezuma, Cerro Grande y Mazatiapán. En ellas sólo se
pueden hacer labores de investigación, contingencia, saneamiento
forestal y educación ambiental.
El resto del área es de amortiguamiento y ahí
se permiten actividades compatibles con el aprovechamiento sustentable
establecido en el programa de manejo de la reserva. Por eso la dirección
de la reserva ha promovido actividades alternas a la agropecuaria, ya que
éstas tradicionalmente favorecen la deforestación y la erosión
de los suelos, y además no son una fuente de ingresos que permita
retener a la gente en las comunidades.
Ochenta por ciento de los hombres mayores de 16 años
se van de la región: cada familia tiene un pariente que vive en
Estados Unidos, y por eso gran parte de los residentes vive de las remesas.
Algunos regresan con dinero para mejorar el nivel de vida de sus familias
y otros vuelven porque su experiencia no fue afortunada en ese país.
De muchos otros no se tienen noticias.
Gregorio Sánchez tiene 36 años, estuvo una
temporada en Florida, en la pizca de la naranja, pero el pollero
que lo llevó no le consiguió más trabajo y regresó
a la comunidad. Ahora, sin empleo fijo, se ocupa en lo que puede: es albañil,
hace cuartos para los habitantes de Río Escanela que cuentan con
algunos dólares para edificar sus viviendas, y trabaja de jornalero.
En Río Escanela se localiza la mina Grande, donde
sólo trabajan unas 10 personas. Ante la falta de opciones de trabajo
la gente de la localidad confía en que pronto se ponga el marcha
el proyecto de ecoturismo, por medio del cual se prevé la construcción
de un comedor y un área para acampar, con recursos provenientes
del Global Enviromental Facility y de los Programas de Desarrollo Rural.
Por eso Roberto Vega asistió a Pinal de Amoles
a tomar un curso para ser guía y llevar a los visitantes a conocer
Puente de Dios, el cañón de La Angostura y Peña de
Gloria. Dice que se inscribieron 20 personas a las pláticas, pero
sólo dos asistieron. Relata que en la pasada temporada vacacional
llegaron muchos turistas, pero ahora ya no tiene qué hacer. Se ocupa
un rato de sus milpas y espera con paciencia a que alguien quiera conocer
las obras de la naturaleza por 50 módicos pesos.
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