.. |
México D.F. Miércoles 29 de septiembre de 2004
Diarios de motocicleta desmitifica a
Ernesto Guevara, afirma el actor mexicano
Me sorprendió el viaje del Che y ver
que nada ha cambiado en AL: Gael
Aprendí que tengo la misma fuerza que el revolucionario
para contar su historia Fue compleja la preparación física
para manejar la Norton; tuve que trabajar mis músculos: él
era más fornido, precisa
ELIZABETH CREAMER ESPECIAL
El actor mexicano Gael García Bernal se encuentra
en México para promover la cinta Diarios de motocicleta,
dirigida por Walter Salles. Ayer mismo se supo que la revista Time
adelantó que el joven histrión podría ser postulado
al Oscar por partida doble: con la cinta de Salles o por La mala educación,
de Pedro Almodóvar, augurando a su carrera actoral un "futuro ilimitado".
Afirmación nada descabellada, ya que en el pasado Festival Internacional
de Cine de Cannes -uno de los más importantes- fue una de las figuras
protagónicas.
En
entrevista con La Jornada, Gael García afirma: "Pensaba que
antes de empezar Diarios de motocicleta conocía hasta la
médula a Ernesto Che Guevara, pero cuando empecé tenía
la sensación de que no merecía interpretarlo. La válvula
de escape para empezar a disfrutar fue cuando Granado, quien me parece
que a pesar de su edad (82 años) es la persona más moderna
que existe; me dijo: 'Esa voz en off dila con tu voz'. Ahí
lo comprendí todo: Ernesto era un latinoamericano de 23 años.
Yo soy un latinoamericano de 25, y tengo la misma fuerza que él
para contar su historia. La película me cambió de manera
tremenda, pero todo lo que diga ahora se quedaría corto.
-¿Desde cuando entró el Che en su
vida?
-Guevara formó parte de mi vida desde que mi padre
me habló de él cuando yo era un niño de 6 años.
Me parecía una historia intrigante, apasionante. Comprendí
con el tiempo lo que significó la revolución cubana, pues
sin ella América Latina no sería lo que es ahora, no se puede
crecer en México y quedarse al margen de lo que ocurrió,
sin conciencia política. En México conocemos desde pequeños
el sentido de palabras como crisis, devaluación, recesión.
Por eso me sentí siempre ligado a él, cultural, política
y emocionalmente. Hoy es un mito, un icono, un símbolo de insurgencia,
de revolución. Asimismo, para mucha gente es sólo una imagen,
una bella estampa en una camiseta de moda. Por eso era importante hacer
esta película, para humanizarlo, desmitificarlo, para rendirle justicia
y para traer de vuelta su causa.
-Parece sentirse muy a gusto con su personaje.
-Me identifico con el impulso y la motivación que
había en él, si bien no necesariamente con los medios bélicos
o violentos de los que echó mano. Pero está claro que todos
en un momento dado también reaccionamos instintivamente. Y él
lo hizo de acuerdo con la realidad a la que se enfrentó. Hace algunos
años me dediqué, como él, a recorrer diferentes regiones
del continente, inclusive fui parte de un equipo de alfabetización
que viajó por todo México. Cuando tenía 16 años
me trasladé estuve un año entero por toda Cuba, lo que deja
ver que en mí siempre ha habido también este espíritu
aventurero. Además admiro su capacidad para saber enfrentar las
adversidades. Los biógrafos dicen que desde niño, en sus
crisis asmáticas, guardaba dos o tres días en cama y se dedicaba
a leer, lo que significó un bagaje cultural enorme. Ya a sus 15
años podemos decir que era como una enciclopedia humana y lo que
deseaba era conocer el mundo que tanto había visto por medio de
los libros.
-¿Qué fue lo que más le sorprendió
en este periplo latinoamericano durante el rodaje?
-Experimentar prácticamente las mismas vivencias
de Guevara y Granado. Descubrir este continente que yo creía conocer,
pero cuando llegábamos a un lugar nos dábamos cuenta de que
no sabíamos nada. Lo más sorprendente y desgarrador fue ver
cómo en 50 años las cosas prácticamente no han cambiado;
ver los contrastes de lugares tan retirados, como la Patagonia y la Amazonia,
así tan hermosos y tan estremecedores y patéticos a la vez.
El rodaje en la leprosería, en pleno corazón de la selva
amazónica fue increíble. Los leprosos son las personas más
maltratadas del mundo. Y si tú les das una pulgada de atención,
ellos te devuelven toneladas de gratitud. El impacto emocional nos hizo
ser lo más honestos y veraces posible frente a la cámara.
Probablemente fue la misma sensación que probó Guevara en
su estadía.
-¿Cómo logra apropiarse tan bien de los
acentos?
-El Che no tenía aún un acento cubano.
Era argentino; nació en Rosario, creció en Córdoba
y en Buenos Aires, pero tenía cierto dejo cordobés, que resulta
más sencillo que el acento español. En cambio, con el español
tenía que involucrar nuevos sonidos y ese ceceo que resulta casi
un trabalenguas. Pero lo complejo más allá del acento fue
la preparación física: aprender a conducir la Norton (la
motocicleta), a trabajar mis músculos, porque Guevara era más
fornido que yo (risas), y a entrenarnos en el ritmo del tango y el mambo.
|