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México D.F. Miércoles 29 de septiembre de 2004
Reñida trifulca en el Reclusorio Oriente
Participan internos en un duelo en la arena entre rudos,
técnicos y exóticos
SUSANA GONZALEZ
Ocho internos del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente
se enfrentaron a golpes y patadas en pleno día y en el área
de visita familiar, azuzados por decenas de reos, mujeres y niños.
La trifulca duró más de dos horas y alcanzó a personas
ajenas a la cárcel, sin que las autoridades intervinieran.
No se trató de un motín ni de un pleito
cualquiera entre los presos, sino de una función de lucha libre
organizada por la Triple A, en la que, además de los ocho internos
entrenados por Pentagoncito, Bernabé García Julián
-encarcelado desde 1998, acusado de un homicidio que asegura no cometió-,
participaron 23 luchadores profesionales estelares.
Con el cuadrilátero instalado en El pueblito, como
se conoce la explanada donde los presos reciben a sus visitas, el cual
para la ocasión fue reforzado por un doble tendido de cuerdas para
separar al ''respetable" de los gladiadores de máscara y caballera,
se llevaron a cabo cinco encuentros donde reos y luchadores, a veces como
compañeros, otras como contrincantes, participaron en los "relevos
australianos y atómicos de locura".
Rudos
y técnicos contaron con su respectiva porra, una al lado de la otra,
apenas identificadas por rudimentarias mantas encargadas a un par de niñas,
en el primer caso, y a un grupo de presos, en el segundo, pero que fueron
desplegadas sólo en un par de ocasiones, cuando no se los impedían
las carcajadas o los insultos que gritaban a los contendientes.
De todos los luchadores que acudieron al Reclusorio Oriente,
los más vitoreados fueron los llamados exóticos, Polvo
de Estrellas y May Flores, quienes al plantarles un beso en la boca a sus
contrincantes o de plano tortearlos obtenían más aplausos
del público que con las patadas voladoras, las planchas o
las llaves.
Pero si los luchadores gays provocaban los "¡aaaaaayyyy!"
y las risas de la gente, al Apache hasta le cambiaron el nombre, porque
los presos de todo tipo, jóvenes o cuarentones ya chimuelos, no
dejaron de gritarle "¡¡suegro!!", ya que peleó al lado
de su hija Faby Apache, de 23 años, Polvo de Estrellas y Pentagoncito
contra Billy Boy, Cinthya Moreno, Octagoncito y May Flores, en los relevos
atómicos de locura (ocho luchadores en el cuadrilátero,
donde cada cuarteto incluye un normal, un exótico, una mujer
y un chaparrito).
Este es el segundo encuentro que se realiza este año
en el Reclusorio Oriente, aunque desde 2001, gracias a la gestión
de Pentagoncito, ha habido otros en el resto de los penales de la capital,
incluido el Reclusorio Femenil Oriente. Ayer participaron ocho reos de
los 15 que actualmente entrenan con el luchador detenido: Sepultura y Gran
Misterio son profesionales, pero su ejemplo lo siguen ahora otros internos
que participaron en la función de ayer y que han cambiado de personalidad
al nombrarse Fusión, Sombra, Skyman, Junior, Código Azul
y Muerte Negra.
Nada le faltó a la función, porque, como
ocurre en los mejores encuentros de la Arena México, los luchadores
salieron volando por las cuerdas para estrellarse en el piso, provocando
la desbandada de decenas de niños y niñas, la mayoría
menores de ocho años que hicieron butacas de primera fila los escalones
que conducen al auditorio del penal. De ahí justamente salían
las porras más organizadas, todas con voces infantiles: "Los rudos
son: ¡putos, putos, putos! Los técnicos son: ¡picudos,
picudos, picudos!"
Tampoco faltó el intercambio de insultos, a todo
pulmón, o con el brazo lanzado con toda fuerza hacia atrás,
entre los luchadores y el público de la improvisada Arena Oriente.
Pero los gritos arreciaron en la pelea estelar, protagonizada
por Heavy Metal, Electroshock y Gran Misterio (también preso) contra
Picudo, Chesssman y Sepultura (otro luchador encarcelado) y ahí,
de todos los delitos, el homicidio tuvo consenso, con el clásico
grito de "¡mátalo! ¡mátalo!" saliendo de las
gargantas, algunas ya roncas, de reos y visitantes. Ni siquiera escasearon
las botanas, como los chicharrones con chile o las rebanadas de pastel
de queso, vendidos por los reos. Lo único que faltó fue la
cerveza... pero en cambio el ambiente se impregnó de olor a mariguana.
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