México D.F. Martes 28 de septiembre de 2004
Chomsky, Zinn y Moore coinciden en el uso del
temor para "fabricar" consensos
Los Bush, dinastía sin par en la historia de
EU; el poder a base de manipulación
La pugna electoral la resolverá el voto de millones
a los que ningún partido convence: analistas
DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES
Nueva York y Washington, 27 de septiembre. Esta
elección ha puesto sobre la mesa una pregunta inevitable: ¿el
pueblo estadunidense está dispuesto a relegir a un gobierno extremista
autoproclamado como elegido por Dios para imponer su voluntad sobre el
planeta y que explícitamente se dedica a favorecer exclusivamente
los intereses de un muy reducido grupo de ricos contra la abrumadora mayoría,
¿o no?
Muchos observadores comentan que jamás en sus vidas
han visto un gobierno tan extremista como el de George W. Bush. Han aparecido
varios libros recientes que cuentan con gran detalle la corrupción,
manipulación y uso del poder por parte de la familia Bush para convertirse
en una dinastía política sin par en la historia de este país.
Hay varias películas, incluida Fahrenheit 9/11, que documentan
las mentiras, los engaños y el cinismo de este gobierno. No hay
nadie semiconsciente en este país que no se haya enterado, por los
medios, de que no se encontraron las famosas armas de destrucción
masiva, que fueron el pretexto para la invasión de Irak en la que
han muerto más de mil jóvenes estadunidenses, otros 7 mil
han resultado heridos, y ni hablar de las decenas de miles de muertos y
heridos iraquíes.
No hay nadie que no se pueda enterar de que la política
económica de Bush ha beneficiado a sólo 10 por ciento más
rico del país al costo de millones de empleos perdidos o que su
reforma de salud fue un engaño que costará mucho más
de lo anunciado. No hay nadie que no haya visto las fotos de la prisión
iraquí de Abu Ghraib y que la tortura es parte de la política
oficial de Estados Unidos, que este país ha violado la Convención
de Ginebra. Tampoco nadie puede negar que hubo vínculos íntimos
del gobierno de Bush con los casos de corrupción empresarial más
escandalosos de la historia estadunidense, empezando con Enron y Worldcom
y acabando con Halliburton afectando a cientos de miles de ciudadanos.
Nadie puede negar que este gobierno ha pisoteado la carta de derechos de
la Constitución, condicionando y poniendo bajo sospecha la libertad
de expresión.
¿Cómo explicar el fenómeno?
Estos
son sólo algunos hechos, la lista es larga. Con todo esto a la luz
pública, ¿cómo se explica que en el terreno electoral,
la candidatura de Bush aún goza de un apoyo masivo y que este concurso
que culminará en menos de 50 días aún esté
técnicamente empatado? ¿Será cierto que un amplio
sector del pueblo está enamorado del imperialismo? ¿Será
que muchos aquí estarán de acuerdo con sofocar y pervertir
los supuestos principios democráticos y derechos humanos que todos
aquí aprenden en la escuela como fundamentos de su nación?
¿La ultraderecha ha conquistado a este pueblo?
Noam Chomsky, Howard Zinn, John Berger y Michael Moore,
entre otros críticos destacados, han intentado explicar este fenómeno.
Todos coinciden en que la manipulación del pueblo por medio del
temor, de que este país está bajo ataque, de la guerra permanente
y el papel de los medios masivos para "fabricar el consenso". Una nueva
película documental abre con una cita de alguien que comenta que
tan fácil es hacer que el pueblo siga los deseos de los líderes
de una nación: "todo lo que uno tiene que hacer es decirles que
están bajo ataque". Momentos después se identifica quien
lo dijo: Hermann Goring en los juicios de Nuremburg.
Moore, tanto en Bowling for Columbine como en Fahrenheit
9/11 explora magníficamente el uso del temor para controlar
la opinión pública, y Zinn ha escrito mucho sobre que esto
no es nada nuevo sino una parte integral de la historia moderna de este
país, junto con la imposición de una "amnesia histórica"
colectiva, en la que el pueblo estadunidense es manipulado fácilmente
cuando el sistema educativo y los medios se encargan de borrar su propia
historia.
"La propaganda requiere una red de comunicación
para que pueda sistemáticamente sofocar la reflexión con
consignas emotivas o utópicas... La propaganda invariablemente sirve
a los intereses de largo plazo de alguna elite", escribió recientemente
John Berger. En esta coyuntura no cabe duda de que los encargados de la
propaganda del gobierno de Bush son maestros de este arte si se les mide
por los resultados.
Estos críticos y más -hasta el conservador
Pat Buchanan en su nuevo libro- también coinciden en que el Poder
Ejecutivo fue tomado por asalto por un grupo extremista de la cúpula
política -a veces llamados los neoconservadores- para imponer su
agenda de emplear el poder estadunidense para promover los intereses de
un sector poderoso del empresariado y una agenda ultraconservadora. Algunos
dicen que este grupo en el poder ha "secuestrado" al país.
Berger sintetiza, en un artículo reciente en The
Guardian, el diagnóstico de muchos de los críticos pensantes:
"una política económica que crea una riqueza colosalmente
creciente rodeada por una pobreza desastrosamente creciente necesita -para
sobrevivir- una guerra continua con algún enemigo extranjero inventado
para mantener su propia orden y seguridad interna. Requiere de guerra incesante".
Los republicanos en su reciente convención nacional
en Nueva York abiertamente emplearon esta táctica. Una y otra vez
se ofrecieron las imágenes de los atentados del 11 de septiembre
de 2001, y se elogió la valiente respuesta del gobierno de Bush.
El comandante en jefe ofreció un discurso cuyo eje fue la "guerra
contra el terrorismo", salpicada de referencias sobre como los estadunidenses
son las fuerzas del bien que se enfrentan contra las del mal en todo el
mundo, y cómo este pueblo ha sido escogido por Dios para defender
la misión divina de la libertad. Pero su discurso, y el de decenas
de oradores más, no fue sorprendente, aunque sí la respuesta
de las bases, unos 30 mil fieles reunidos ahí.
Con las venas saltando de sus frentes y gargantas, con
miradas de un éxtasis algo demenciales, los delegados y sus familias
respondían a cada declaración de guerra, de elogio a los
"ideales" patrióticos, de cómo este país es la última
y única esperanza mundial, y de su misión heroica con coros
ensordecedores de "USA, USA, USA". O sea, esto ya no eran expresiones de
aprobación entusiasta de un programa político o propuestas
electorales, esto ya entraba en un ámbito puramente emocional e
irracional, de un espectáculo entre circo romano y evento religioso
masivo.
La "guerra cultural"
Algunos dicen que el debate político nacional y
la polarización social ya no giran en torno a propuestas sobre política
exterior, salud, educación, economía u otros temas tradicionales,
sino que el país está dividido por lo que se llama una "guerra
cultural". O sea, son temas como el aborto, el matrimonio, los derechos
de la comunidad gay, el derecho de tener armas, y el papel de la religión
en la política que determinan el debate. Esto fue un factor clave
en las últimas elecciones presidenciales, donde no pocos analistas
siguen creyendo que el apoyo en favor del control de armas por parte del
candidato demócrata Al Gore fue lo que finalmente le costó
la elección. Muchos también señalan que esto fue el
contenido de la ofensiva política contra Bill Clinton -no sobre
sus propuestas políticas- sino su "carácter" y claro, el
famoso caso de Monica Lewinsky que casi le costó la presidencia.
Por lo tanto, los partidarios de Bush simplemente no van
a votar por ningún motivo en favor de un demócrata, a pesar
de los engaños, mentiras, y sospechas de corrupción en la
Casa Blanca actual, ya que no comparten los mismos "valores culturales"
de John Kerry. Al igual con los demócratas que jamás podrán
votar por un presidente que usa la Biblia como escudo y a Dios como su
líder. Por lo tanto, concluyen analistas, esta pugna electoral se
determinará por unos cuantos millones que no están convencidos
por ninguno de estos dos candidatos, y que no son participantes firmes
en esta guerra cultural.
Es fácil entender que un amplio grupo de los más
ricos en este país votará por Bush. Su reforma fiscal los
ha beneficiado directamente, y la gran mayoría de éstos no
están preocupados por las implicaciones nocivas de esta política
económica a largo plazo (un déficit presupuestal sin precedente,
niveles peligrosos de deuda nacional, corrupción en Wall Street,
etcétera) ya que están muy satisfechos con los cientos de
miles de dólares que se ahorran por los recortes de sus impuestos;
el regalo de Bush.
Pero eso no explica por qué tantos millones de
personas de clase media y hasta trabajadores siguen apoyando a Bush y a
su guerra eterna. A fin de cuentas la abrumadora mayoría de familias
que envían sus hijos a esa guerra son pobres, y millones más
están sufriendo los efectos de su política económica
aquí en casa.
División del electorado
La realidad objetiva es que la mitad del electorado que
históricamente ejerce su derecho al voto está casi igualmente
dividida, y que esta elección se trata de quienes apoyan a Bush
y quienes se oponen, más que un concurso entre Bush y John Kerry.
Pero el resultado en gran medida -consciente o inconscientemente- será
un endoso del uso de la fuerza para imponer una agenda imperial o un rechazo
de esta opción como expresión -manipulada o no- de este pueblo.
"De que un hombre pueda tomar placer en marchar de cuatro
en cuatro a la tonada de una banda es suficiente para hacerme odiarlo.
Sólo se le ha dado su gran cerebro por error; una médula
espinal desprotegida es lo único que necesitaba. Este punto de plaga
de la civilización debería ser abolido tan pronto sea posible.
El heroísmo por orden, violencia insensata y toda la tontería
detestable que se pasa con el nombre de patriotismo ¡Qué tan
apasionadamente lo odio! ¡Qué tan vil y despreciable me parece
la guerra! Prefiero que me deshagan en pedazos que tomar parte en un negocio
tan abominable. Mi opinión de la raza humana es suficientemente
alta para creer que este engaño hubiera desparecido hace mucho tiempo,
si la sana razón de los pueblos no hubiese sido sistemáticamente
corrompida por los intereses comerciales y políticos actuando a
través de las escuelas y la prensa", dijo Albert Einstein en 1931.
Pero todo podría acabar también con otro
aforismo de Einstein: "La mayoría de lo estúpido es invencible
y garantizado para todos los tiempos. Sin embargo, el terror de su tiranía
es aliviada por su falta de consistencia".
Finalmente, Einstein podría tener razón
en advertir contra cualquier intento de entender esto de alguna manera
sistemática: "Los contrastes y contradicciones que pueden convivir
pacíficamente hombro a hombro en un cráneo hacen que todos
los sistemas de los optimistas y pesimistas políticos sean ilusorios".
El electorado se prepara a elegir entre el más
simpático o el que haga menos daño
La vida democrática estadunidense tiene al abstencionismo
como partido mayoritario
¿Para qué votar? se pregunta el ciudadano
común de este país: "sólo los alientas más"
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 27 de septiembre. A primera
vista, no tiene sentido.
La guerra en Irak está fracasando, Afganistán
retorna a un estado sin ley nutrido por opio, los costos de salud se han
duplicado en Estados Unidos durante los últimos cuatro años
y, por primera vez en casi un siglo, hay una pérdida neta de empleos
en un periodo presidencial. A pesar de estos logros abismales, casi la
mitad del electorado ha expresado a encuestadores que desea relegir al
presidente responsable de estos fracasos.
Esto ha llevado a que algunos extranjeros de visita en
este país en esta coyuntura pregunten: ¿El pueblo estadunidense
es simplemente estúpido? ¿Desinformado por los medios y su
pésima educación? ¿O saben algo de Bush que no es
aparente para los que son de afuera? Una cosa queda clara: las elecciones
presidenciales de noviembre serán mas que nada un referéndum
sobre Bush, y no una competencia entre dos o más candidatos.
A lo largo de estos últimos meses La Jornada
ha realizado cientos de entrevistas con votantes en diversas regiones
del país para intentar buscar explicaciones del gran misterio de
esta elección: el apoyo sorprendente para un presidente responsable
de tantos fracasos. Al evaluar las respuestas y las encuestas, hemos descubierto
amplias pruebas de que los simpatizantes de Bush están tomando una
decisión inteligente y racional ante las opciones que se les ofrecen
y en el contexto de la vida nacional en esta coyuntura.
La base popular firme del apoyo a Bush proviene de personas
que podrían ser caracterizadas de "aislacionistas", poco preocupadas
sobre los eventos y las actitudes en el resto del mundo. Estos votantes
típicamente afirman que cuales sean sus fallas, Estados Unidos es
"el mejor país del planeta" para vivir (si no, ¿por qué
tantos extranjeros intentan llegar aquí?) y creen que el gobierno
estadunidense tiene que hacer todo lo necesario para mantener esta posición
privilegiada, sin importar qué opina el resto del mundo. No es algo
que se pueda considerar como pensamiento imperialista, aunque en los hechos
implica eso.
Abrumador rechazo en el mundo
El
hecho de que una encuesta reciente, entre otras, encontró que en
30 de 35 países -incluyendo México- hay una abrumadora oposición
a las políticas de Bush y apoyen un cambio de régimen en
Estados Unidos no tenga el menor impacto aquí comprueba esto. Igualmente
se descarta la reciente declaración del secretario general de la
Organización de Naciones Unidas, Kofi Annan, de que la invasión
estadunidense a Irak fue ilegal bajo el derecho internacional. "El resto
del mundo siempre nos odia", afirmó un programador de computación
en Pittsburg entrevistado por La Jornada. "¿Pero saben qué?
Cuando alguien tiene que rescatar al resto del mundo, sea en Bosnia o donde
hubo daños por un huracán o cualquier otra cosa, siempre
vienen llorando por ayuda aquí a Estados Unidos. No me voy a preocupar
sobre qué piensa la gente en el resto del mundo".
La mayoría de la gente en este país lleva
vidas relativamente privilegiadas en comparación con gran parte
del mundo, con empleos, viviendas y bienes materiales que son envidiados
por gran parte del planeta. Los detalles de lo que ocurre en otros países
parecen poco importantes, aun en países donde Estados Unidos está
en guerra. "Efectivamente, no hubo armas de destrucción masiva,
pero Saddam era un tipo malo ¿o no? ¿No está mejor
el mundo sin él?", comenta el programador de computación.
Interrogado sobre Afganistán, afirmó que la situación
está mejor hoy día que bajo el régimen talibán
y aun si ese país regresa a su estado anterior "Estados Unidos no
puede resolver cada problema del mundo".
Nutriendo esta perspectiva, la realidad es que no hay
una clara diferencia entre los que Bush ha hecho en Irak y Afganistán
y lo que su contrincante John Kerry dice que haría si es electo.
Pero ¿y qué de la condición cuestionable
de la economía estadunidense y la pérdida de empleos? "Hay
una opinión generalizada de que la economía pasa a través
de ciclos de expansión y estancamiento", comenta una ejecutiva de
nivel medio de la empresa GE Capital, división de la gigantesca
General Electric. Explicó, en entrevista con La Jornada en
Chicago, que aunque la bolsa de valores se ha estancado y el déficit
presupuestal se ha incrementado dramáticamente durante la presidencia
de Bush, la mayoría de sus colegas en su trabajo creen que estos
son fenómenos económicos mas allá del control del
presidente. "Se considera que la persona en la Casa Blanca no tiene gran
impacto sobre estas dinámicas económicas", explicó.
Muchos votantes también creen que cada vez que
Washington interviene directamente en la economía, casi siempre
empeoran las cosas. "Lo menos que haga el gobierno, mejor", afirmó
un carnicero de supermercados jubilado en Carolina del Norte. "Por lo menos
Bush sí hizo algo concreto para mí. Yo recibí un recorte
de mis impuestos". Cuando La Jornada señaló que los
más beneficiados por esas reducciones de impuestos fueron los más
ricos, con ingresos anuales mayores de 200 mil dólares, el carnicero
respondió "pues sí, sólo recibí 300 dólares.
Pero saben, eso ayuda".
Pero ¿y que de las pérdidas de empleos,
particularmente el tipo de empleo sindicalizado, como el del supermercado
que permitieron que este carnicero gozara de una vida de clase media? "Bueno,
pues simplemente no creo que eso sea la culpa del presidente, eso tiene
que ver con la economía globalizada", respondió. "Y los sindicatos,
pues no estoy tan seguro que tan viables son en el mundo de ahora -todos
quieren comprar en Wal-Mart".
Muchos desean votar en esta próxima elección
presidencial, pero dicen que no es fácil evaluar a los candidatos.
Para los más interesados y con tiempo, es posible hacer búsquedas
en Internet y/o leer decenas de notas y artículos todos los días
y así conocer más a fondo qué es lo que ofrecen los
dos candidatos principales en esta elección.
Pero la mayoría no cuenta con ese tiempo ni interés.
El trabajador promedio en Estados Unidos tiene una semana laboral más
larga que cualquiera de sus contrapartes en Europa occidental, y en más
y más hogares, ambos jefes de familia trabajan además de
atender a sus hijos. Con este tipo de jornadas, no hay mucho tiempo para
realizar amplias investigaciones sobre las posturas políticas detalladas
de los candidatos.
Los aspirantes no ayudan tampoco. Bush y su opositor demócrata
Kerry esencialmente repiten una y otra vez las mismas declaraciones en
cada evento cada día y la propaganda publicitaria de ambas campañas
está diseñada para engañar, distorsionar o manipular,
no para informar. Además, la gran mayoría de la gente sabe
esto, y que hay muy poco confiable en las promesas y declaraciones de cualquier
candidato político, ya que pocas se cumplen cuando llegan al poder.
Este escepticismo universal es nutrido por la corrupción
implícita en el proceso electoral -muchos entienden que ambos candidatos
llegaron a donde están en sus carreras gracias al apoyo de las grandes
empresas- algo comprobado este mes cuando una investigación reveló
que cuatro de los 10 donantes más generosos a ambas campañas
presidenciales eran las mismas empresas multinacionales.
La tarea de los medios
Los medios tampoco cumplen con su tarea de detectar y
evaluar hechos y se dedican más a ofrecer información supuestamente
"equilibrada" al sólo reportar qué dice cada candidato y
qué responde el otro. La televisión, el medio de mayor difusión
aquí, y la principal fuente de información para la abrumadora
mayoría del electorado, no ofrece gran asistencia a la sociedad
civil en profundizar el debate político. Por ejemplo, al cubrir
la disputa sobre el servicio militar de Kerry en Vietnam, se informa que
hay "nuevas acusaciones de que Kerry no se ganó sus medallas de
guerra" y después informan que "la campaña de Kerry niega
eso". Pero ¿y los hechos? Lo mismo ha ocurrido con la controversia
del servicio militar de Bush en la Guardia Nacional.
Con todo esto, ¿cómo es posible para un
votante tomar decisiones objetivas e informadas sobre los temas principales
en juego en esta elección? Muchos deciden que jamás se podrá
saber la verdad de nada, no se puede confiar en los candidatos o ningún
político, y que a fin de cuentas uno no cuenta con los elementos
para participar plenamente en el debate político nacional. Peor
aún, muchos sienten que incluso si están informados no importa,
pues no tienen el poder para influir en las decisiones tomadas por una
cúpula política y económica. Con ello, la gran decisión
del ejercicio democrático se reduce a evaluaciones de quién
es más simpático. Con ello se explica que la retórica
de cowboy que ofende a tantos por todo el mundo aquí ayuda
al presidente con sus bases. Si Bush es John Wayne, pues no está
mal.
Esto se mostró en la elección de 2000, donde
nadie negaba que Bush era el candidato menos informado y sofisticado, sin
embargo el consenso entre los analistas es que elevó su nivel de
aprobación después de los debates presidenciales. La razón,
según los expertos, es que Bush era más ameno y simpático
que su contrincante Al Gore.
Kerry, figura distante
Lo mismo podría repetirse en esta elección,
en la que Bush, en los debates que se realizarán próximamente,
enfrentará a un candidato que fue el presidente de su club de debates
y quien ha pasado 17 años debatiendo la política nacional
en el Senado. Pero la percepción popular de Kerry es de una figura
distante, tiesa y poco amigable. Varios analistas han sugerido que muchos
votantes tomarán su decisión en base de su respuesta a ¿cuál
de los candidatos prefieres como para ir a tomar una cerveza? Hay bastantes
demócratas que conceden que la respuesta sería Bush.
Claro, hay millones que votarán por Kerry en todo
el país. Pero muchos sólo votarán por él porque
no es Bush. Según una encuesta reciente del Wall Street Journal,
51 por ciento de los que dicen que votarán por Kerry lo están
haciendo porque son anti-Bush, y sólo 36 lo hace por simpatizar
con él. En contraste, entre los que votarán por Bush, 77
por ciento dice que su voto es pro-Bush, no anti-Kerry.
O sea, esto es en verdad un referéndum sobre Bush,
lo cual en sí demuestra que la vida democrática es muy reducida
aquí. No se trata de optar entre varios proyectos políticos
o visiones del país, sino sobre quién es el que simpatiza
más o hace menos daño.
Por lo tanto, tampoco es misterioso el fenómeno
más notable en el país que se dice ser ejemplo democrático
para el mundo, que la mitad del electorado históricamente no vota
(o sea, el partido del abstencionismo es por mucho el más grande
del país). El programador de computación expresó este
sentir ambiguo sobre la elección: "¿Para qué votar?
Sólo los animas más".
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