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México D.F. Lunes 13 de septiembre de 2004
Jorge Santibáñez Romellón*
Sugerencias para Jorge Hank
Jorge Hank Rhon resultó electo presidente municipal de Tijuana para el periodo 2004-2007. Para muchos fue una sorpresa; sin embargo, más que analizar lo que pasó, creo que deberíamos empezar a pensar en lo que va a pasar. Para otros este resultado conlleva escenarios negativos para los tijuanenses, mientras algunos, los menos, consideran que esta elección no necesariamente nos lleva a la catástrofe y hasta puede resultar favorable.
Los argumentos de los primeros descansan en los antecedentes y en una supuesta asociación, formalmente no probada, como muchas de éstas, a hechos y grupos delictivos. Los otros, los menos, los que consideran que hasta puede ser un buen presidente municipal, argumentan que se trata de un hombre ciertamente inteligente, acostumbrado a triunfar y a obtener lo que quiere, que como buen empresario se rodearía de personas eficientes. Asimismo se contempla que está obligado a tener buen desempeño por varias razones, entre las que figura su propio futuro y aspiraciones políticas: la importancia que su victoria y desempeño tienen para el priísmo de Roberto Madrazo, y los reflectores nacionales e internacionales que permanentemente estarán puestos en su administración.
Conocí a su padre y sentí por él profunda admiración (de adolescente si se quiere, pero admiración al fin y al cabo); a él no lo conozco personalmente y las referencias que tengo no son buenas. Difiero de algunas de sus declaraciones y las considero poco afortunadas, pero nos guste o no será el presidente municipal de Tijuana y en esa lógica juega papel relevante en el desarrollo de esta ciudad. Por lo tanto, en vez de refugiarnos en la crítica destructiva o en desviar la atención de su desempeño hacia cuestiones de personalidad, que nadie tiene derecho a juzgar, me parece que los que creemos tener la obligación de contribuir al desarrollo de esta ciudad, debemos encontrar formas de comunicación que en un marco de absoluto respeto permitan exponer nuestros puntos de vista y analizar objetivamente los resultados de su gestión. Así pues, a continuación expondré algunos acerca de la compleja realidad de Tijuana.
En esta ciudad, como en muchas otras localidades fronterizas, conviven cuatro dimensiones no necesariamente complementarias y frecuentemente en tensión. Esencialmente Tijuana es para los que aquí vivimos, en buena medida, un espacio de integración social y económica con las localidades de la región que se encuentran en Estados Unidos; para los gobiernos de México y Washington representa un espacio de control y vigilancia (en particular, pero no solamente, de flujos migratorios internacionales); para los migrantes con destino a Estados Unidos significa un espacio de tránsito, y para los gestores locales un espacio con múltiples problemas que tienen que resolver o abordar por lo menos, entre ellos: inseguridad pública creciente, carencia de servicios básicos, un desarrollo urbano desordenado, y muchos más que sería largo enumerar.
Esas cuatro dimensiones conviven además con traslapes de los que surgen tensiones, por ejemplo la visión de control y vigilancia que tienen los centros de poder en México y Washington choca con la de integración que tenemos las sociedades locales. Adicionalmente, las cuatro dimensiones no sólo se superponen, sino que en otros ámbitos se generan vacíos que ocupan actores perversos para obtener ganancias ilícitas o por lo menos cuestionables, como son las farmacias o los bares cercanos a la línea internacional, que han proyectado al mundo una imagen negativa de Tijuana.
El problema es que hasta ahora nadie ha tenido una visión integral, global, que cubra las cuatro dimensiones, y entonces nos enfrentamos a un problema de desarrollo en el cual estas cuatro partes no encuentran forma de convivir. En mi opinión, ése es el espacio de oportunidad de Jorge Hank: gobernar para las cuatro dimensiones. Desarrollar acciones que favorezcan la integración (vialidades para el cruce, sistemas de información, eventos culturales binacionales, etcétera), la gestión (quizá la dimensión más clara para los presidentes municipales), el control y vigilancia, y asumir que también somos una ciudad de tránsito de migrantes internacionales, el cual ocurre hoy en condiciones de desprotección y abuso.
Por supuesto, todo lo anterior requiere absoluta transparencia y honestidad, y abrir espacios para que otros sectores, como la academia, el sector productivo o la sociedad civil, participen. Claro, decirlo es más fácil que hacerlo. El tiempo es corto y todos debemos colaborar; sería suicida apostarle al fracaso sólo para demostrar que los augurios negativos eran correctos. ƑQué ganaríamos?
* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte [email protected]
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