México D.F. Domingo 12 de septiembre de 2004
LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO
José Agustín Ortiz Pinchetti
šA gozar la glosa!
Falso debate
Debería suprimirse ya
HE DECIDIDO DAR un respiro a mis lectores y volver a escribir sobre los usos y costumbres de las tribus parlamentarias. Cada año, como si el Informe presidencial fuera poca cosa, en términos de tradición e inutilidad, se cumple una dinámica parlamentaria en la Cámara de Diputados conocida como "glosa del Informe". Si existen dudas respecto de la efectividad del Informe, sobre la glosa no hay controversia: šdebería suprimirse tan rápido como sea posible!
GLOSSA SIGNIFICA, EN el latín original, lenguaje oscuro. šQué acertada definición! En derecho, la glosa de documentos es todo comentario, explicación e interpretación que se hace a un texto. La glosa, como continuación del Informe, serviría para aclarar lo borroso de éste. Ya que con el Presidente no se puede aclarar nada debido a que él no escucha el posicionamiento de los legisladores, ellos no lo escuchan a él y tampoco le pueden preguntar nada.
ANTES QUE EL Presidente rinda su Informe anual, se establece un calendario de glosa y comparecencias que incluyen "a los secretarios que tengan algo que informar". La ronda la inicia el de Gobernación.
LAS COMPARECENCIAS INVENTADAS para el lucimiento y "placeo" en el ancien regime, hoy informan sobre el desempeño de las dependencias a su cargo y "dan luz" sobre lo que quiso decir el Presidente. En realidad se limitan a contestar preguntas formuladas con anterioridad y publicadas en la Gaceta Parlamentaria. Es un falso "debate" preacordado, donde no hay ningún tipo de revelación sobre los problemas reales. La oscuridad inicial permanece.
SON MUCHAS LAS modificaciones propuestas a este acto tradicional, mas no aclaratorio ni informativo. Pienso que se requeriría de un escenario abierto, un debate vivo con los mejores "gallos" de cada fracción, que pudiera llegar a toda la población, en "horarios pico" de transmisión televisiva y, špor favor!, que no se limitara a saludos y a una ronda interminable de cifras. La glosa no tiene impacto en la opinión pública. Provoca la justa apatía de los legisladores.
A PROPOSITO DE esto, hay una costumbre muy pintoresca: en cuanto empiezan los discursos de la glosa (en que cada grupo repite lo que se ha dicho oficialmente), los demás grupos y parte de la propia fracción van abandonando el salón. Al principio, la huída se produce en forma tímida y después en tropel. Finalmente, el retórico se va quedando solo. Es una escena de soledad desgarradora en la inmensidad del recinto. El diputado se dirige solemne a 500 curules vacías. A veces algún malintencionado exige que "se rectifique el quórum", entonces empiezan a sonar las chicharras para urgir a los parlamentarios a regresar al recinto. Lo hacen apresuradamente y algunos que estaban en los rincones remotos del inmenso palacio llegan exhaustos. Se abren los registros electrónicos. Se confirma el quórum. Y los diputados, como muchachos de secundaria, vuelven a dispersarse.
ES IRRESPONSABLE PERDER el tiempo en estas "solemnidades", cuando vivimos episodios dramáticos donde está en juego la consolidación de la democracia. [email protected]
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