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México D.F. Sábado 7 de agosto de 2004
BARRIO LOS ANGELES
Jaime Whaley
15 horas de buen bailar
Celebran 67 años de vida del salón Los
Angeles
AUNQUE NO CONTINUAS pero fueron casi 15 horas de
buen bailar las que se ofrecieron en una doble jornada con motivo del aniversario
número 67 del salón Los Angeles a principios de esta semana.
PRIMERAMENTE CON EL género llamado de las
sonoras y luego con música de danzón y grandes bandas, los
asiduos y los no tanto que concurren al recinto de la colonia Guerrero,
tuvieron oportunidad de raspar suela al conmemorarse el 2 de agosto, el
día de Nuestra Señora de los Angeles, que, aunque no patrona
oficial del salón, si fue la causa de su bautizo, como igual la
imagen le dio nombre a la plaza que está frente a la iglesia, a
la farmacia y a negociaciones varias en lo que fueron parte de los terrenos
de la vasta hacienda de Buenavista; y tal como es la costumbre de la casa,
en forma puntual, a la una de la tarde del lunes, se ofició una
misa en la pista misma que de esa forma librada estuvo de cualquier maleficio
que entorpeciese el baile vespertino.
LA
SONORA SANTANERA llevó el peso de la función dominical
sin menoscabo de otras agrupaciones. Los herederos de las glorias de carlos
Colorado y cantantes como Juan, Silvestre y Andrés, se dejaron querer
por el público que los aclama y sutilmente se ve envuelto en estrategias
mercadotécnicas, como la de tomarse una foto con su músico
favorito, impresión que corre a cargo del fotógrafo oficial
de la orquesta. Hugo Rey, bisoño cantante con tres años en
la organización, apenas y logra desafanarse de una jovencita que
lo atrapa, rumbo a la salida, para el ansiado recuerdo. ''Desde niño
los escuchaba en mi natal San Luis Potosí, fue la institución
la que me inspiró para hacerme cantante'', explica presuroso.
LA CELEBRACION SE extendió al barrio el
lunes en donde hubo feria con toda la parafernalia acostumbrada: juegos
mecánicos, de suerte, pambazos, tostadas, etc. antojitos entre los
que destacaban los tamales cohualtecos, de piña natural, elaborados
por la familia Flores, nacidos ahí en el corazón de la colonia
y clan que procura los nombres prehispánicos entre sus miembros
y que tomó precisamente el nombre de cohualtecos por ser la denominación
de la zona antes de la colonización. Los comensales eran incitados
a la prueba con la imperiosa voz de Gabriel Cuitlahuac: ''para todo mal,
chínguese un tamal''.
EN LOS ANGELES se conserva parte de la tradición
citadina del baile y es, al decir de Jorge Barrientos, quien se aventó
la paloma con el tres en el grupo de Welfo, el domingo, sitio democrático
pues caben todas las clases sociales .
TRAJEADOS, VESTIDOS DE modista, enchamarrados y
modestas falditas, lucen los habituales como Carlos Peláez, ataviado
con playera roja, comerciante en carnes, quien baila con Josefina -menudita,
escasa de carnes diríase- y aconseja bailar con el espíritu
olvidándose que se tiene cuerpo.
EL CLIMAX DEL festejo, se puede decir, llega el
lunes cuando se presenta la añeja banda de Luis Alcaraz y surgen
las remembranzas, Viajera, Perfidia, Frenesí y vienen los
mambos y la asamblea entera cesa de moverse salvo aquellos que poseen grado
superior a la maestría en esto del movimiento, como José
Luis y Norma, o Rosy e Hilario, parejas, por solo nombrar a dos, que asombran
con sus florituras y escarceos como de cortejo de aves,a la hora de desenvolverse,
lo mismo en un swing que en un paso doble que es lo que pone punto
final a la actuación de esta orquesta, en la que el veterano baterista
Carlos Salazar lleva un papel protagónico con sus redobles binarios
en compases de 4 por 4, según explica.
YA FROYLAN LOPEZ Narvaez, promotor, ahí
mismo, hace una veintena de años, de aquellas rítmicas veladas
en la que muchos descubrieron que la rumba es cultura, sacó a la
pista a Doña Armida Applebaum, la propietaria del salón,
para un obligado danzón y, agotado, Jesús Rojas, con una
toallita, se seca el sudor de su cara, al tiempo que reconoce que la música
de este lugar es la mejor y nunca pasa de moda, asegura, mientras José
Sabanero, tocado un elegante sombrero de fieltro, asevera por su parte,
que aquí hay que venir con los zapatos bien boleados pues, sostiene,
en eso se fijan primero las mujeres, como la suya, a quien conoció
aquí hace cinco años y ahora ya viven juntos. ''Con permiso'',
dice y la pareja se pierde en la pista. Amenizada por una guaracha de Pepe
Arévalo y su charanga.
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