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México D.F. Viernes 9 de julio de 2004

Se evalúan los elementos que son originales para preservar su esplendor

Cerrado por muchos años, al fin fue posible entrar al museo El Eco

El edificio creado por Mathias Goeritz presenta adiciones que deberán ser removidas

MERRY MAC MASTERS

Cerrado durante muchos años, por fin es posible entrar en el edificio que albergó el Museo Experimental El Eco, creado en 1952 por Mathias Goeritz, que hace unos meses fue adquirido por la UNAM. Se trata de una acción de relevancia internacional dado el lugar que ostenta el artista de origen alemán en el arte del siglo XX.

El Eco, además, se oponía a la arquitectura funcionalista, muy en boga en ese entonces, y se adelantó a la tendencia minimalista más de una década.

Por fuera, la fachada del inmueble de la calle Sullivan números 43/45 todavía recuerda la época en que fue ocupado por el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (CLETA) y se denominaba el Foro Tecolote. Ahora presenta adiciones que deberán ser removidas para recuperar su aspecto original.

Una vez franqueado el umbral se puede ver el estado actual que guarda el edificio y empezar a imaginar cómo quedará restaurado en aras de recuperar su esplendor de antaño. Todavía no han empezado las obras, pues el proyecto se encuentra en etapa de evaluación de los elementos que son originales y los que no lo son, a la vez que se recopila la documentación que guiará la ejecución del mismo.

Recuperación por empezar

''La recuperación está por empezar'', señala Graciela de la Torre. La directora general de Artes Visuales de la UNAM explica que Víctor Jiménez, asesor del proyecto, ya trabaja en eso. No hay un presupuesto asignado pero, de acuerdo conlo expresado por Gerardo Estrada, coordinador de Difusión Cultural, ''se va a invertir lo que se tenga que invertir''.

Goeritz, apunta De la Torre, no diseñó El Eco con base en planos, pues trabajó de manera intuitiva, con dibujos. Al parecer después se hicieron levantamientos.

El pasillo originalmente terminaba con el Torso de Goeritz que en la actualidad pertenece una colección particular de Guatemala. La pieza también lleva por nombre El Eco, ya que se ideó para hacer eco con la arquitectura. También se alza la gran pared para la cual Henry Moore concibió un mural, cuyos diseños, una especie de grafismo en blanco y negro, fueron trazados sobre su superficie.

Para la inauguración del Museo Experimental El Eco, Goeritz invitó a varios artistas para hacer cosas que de manera ordinaria no hacían. Por ejemplo, el cineasta Luis Buñuel hizo la coreografía de un ballet; el escultor Moore, una pintura.

De la Torre propone retomar ese espíritu de alguna manera colectivo, para convocar a la comunidad artística, aunque anota que todavía están en la etapa de conceptualizar cómo va a funcionar.

''En términos generales -señala- lo tenemos muy claro como un espacio de experimentación multidisciplinaria, pero hay que precisar una misión más definida.''

No se sabe dónde está un mural de Mérida

Un techo de asbesto cubre el patio que antes estaba al aire libre y que será removido. En el patio se encontraba la escultura La serpiente de El Eco, que el público ya se acostumbró a ver afuera del Museo de Arte Moderno.

Todas las paredes eran blancas con un aplanado tosco y sólo la torre -en estos momentos cubierta por las estructuras- era amarilla, apunta Oliver Debroise. El curador en jefe de las colecciones del Museo Universiario de Ciencias y Arte afirma que es el antecedente directo de lo que una década después serían las Torres de Satélite y el Faro de Luis Barragán en Monterrey, con quien Goeritz trabajaba y hubo una influencia mutua.

Curiosamente, un par de casas y un edificio contiguos a El Eco, en los números 57, 59 y 61, respectivamente, son de la autoría de Barragán; inclusive, pertenecen a un periodo anterior al colorístico, indica Debroise.

En el área del bar había un mural de Carlos Mérida, que fue desmontado y se desconoce su paradero. De esa obra existe una maqueta que se encuentra en una colección particular de Nueva York. Se evalúa la posibilidad de hacer réplicas ciertas obras como el mural de Mérida y la escultura La serpiente de El Eco que, de acuerdo con Debroise, es muy frágil porque Goertiz la hizo con poco dinero, con una lámina reciclada y sin un armazón interior.

Aquí, retoma De la Torre, hay que destacar la voluntad de la UNAM de rescatar una pieza emblemática de un período significativo del arte mexiano. La volundad, por un lado, de recuperar el patrimonio y, por el otro, de colocar el lugar a la vanguardia de las manifestaciones artísticas, tal y como fue concebido en un principio. El Eco también fortalecerá la oferta cultural de la UNAM fuera de campus y en la zona norte de la ciudad.

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