AMERIPATADAS

Miguel Angel Ramírez

Decepcionantes juegos y declaraciones

LA AUTOESTIMA DE los periodistas no se irá al sótano sólo porque Ricardo La Volpe recurrió a un nuevo insulto. Sin embargo, es obligada ya la intervención de los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol.

NO SOLO deben exigir al técnico nacional que respete a los aficionados -a quienes calificó de villamelones-, sino que identifique a ese "70 por ciento" de la prensa que, según él, es corrupta, da por muerto al Tricolor antes de enfrentar sus compromisos y es mal intencionada o burra.

ES MUY FACIL tirar la piedra y esconder la mano. También recurrir al insulto cuando se carece de argumentos. La Volpe ha dejado constancia de eso en nuestro país y ahora en la Copa América de Perú.

Y SEGURAMENTE lo seguirá haciendo en cualquier rincón del mundo donde se tope con un periodista que no lo tenga -como cree merecer- en un altar.

EN EL PLANO deportivo, la jornada de ayer en el torneo continental tuvo un arranque para evaporar las ilusiones y un cierre catastrófico para la representación chilena.

LO QUE hicieron primero Paraguay y Costa Rica estuvo muy lejos del aplauso y la angustiosa salvación de los guaraníes vino sólo con un penal dudoso.

SI EN ESAS tierras peruanas ya hubo un equipo que descontó a sus jugadores los gastos en medicinas (el Deportivo Municipal en 1999, y la primera víctima fue el mediocampista Rivelino Carassa), no hubiera sido mala idea castigar los bolsillos de paraguayos y ticos, para compensar en algo a los sufridos aficionados.

LOS QUE no ahorraron energías fueron Sebastián Chamagol González, Rodrigo Valenzuela y el resto de la tropa chilena. Fue indiscutible su dominio, principalmente en los primeros 45 minutos. Pero, como si no fuera suficiente con tener enfrente a Brasil, ellos se toparon con otro obstáculo: el árbitro Marco Antonio Rodríguez.

OBLIGAR A QUE el Chamagol repitiera el penal fue sólo el comienzo de la película de terror que terminaron viendo los chilenos anoche. Brasil no hizo tantos méritos esta vez para alzarse con la victoria.

Cierto que está acostumbrado a entrar por la puerta de la gloria en donde quiera que se pare, pero esta vez parecía no tener ninguna prisa.

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