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México D.F. Miércoles 23 de junio de 2004
Néstor Bravo Pérez
La alteridad
Intentamos desde las artes plásticas expresar lo que puede caracterizar nuestra identidad, lo hemos hecho incluyendo aspectos de orden social o criterios de carácter ontológico. Esta búsqueda ha promovido que pintores o fotógrafos se auxilien de la filosofía y la medicina para desarrollar sus proyectos, que observen los eventos bélicos y se dejen afectar por ellos reconociendo la fragilidad del ser humano, que traten de acercarse a una inspiración religiosa observando el interior místico del hombre, que reconozcan la diversidad cultural y ser capaces de mostrar las variadas formas de comprender nuestra sexualidad.
La multiplicidad de perspectivas, la pluralidad de miradas van de la mano con la diversidad de opciones que han conformado nuestra identidad. Observar el interior del individuo ha sido una de las estrategias más frecuentes de los artistas a lo largo de la historia para lograr este objetivo, hacerlo desde las posibilidades de la representación ha sido un intento vano: el lenguaje es una convención, un acuerdo que permite comprender las reglas. Lo que ha provocado esta intención ha sido la proliferación de sugerencias, la constitución de un amplio espacio que marca el horizonte donde habita el hombre, una amplitud que solo hemos sido capaces de insinuar. La preocupación del arte por acercarse a lo interior del ser humano se propicia desde una visión atemporal que trata de ubicarse en el espacio en donde suponemos habita la esencia del ser humano.
La literatura ha insistido en este tema. Wilde y Stevenson hicieron el retrato de nuestras miserias en un intento de abarcar la amplitud y la complejidad de nuestros avatares, mostrando la confrontación con nosotros mismos y un ámbito social que nos provoca con hostilidad. Borges nos reveló el horror que supone encontrarnos con nuestro doble, en un torpe afán por duplicarnos tratando de comprender una identidad que se basa en el reconocimiento de nuestras carencias. Quizá en algún momento sintamos la necesidad de hacer evidente nuestra identidad a través de la apariencia y sólo seamos capaces de hacer incuestionable nuestra superficialidad. Quizá esto sea debido a que apenas alcanzamos a conformar una representación instantánea, mínima, desde una mirada construida en un momento específico, en una coyuntura.
Al tratar de revelar la basta dimensión de nuestra identidad como sujetos, como ciudadanos, corremos el riesgo de abolirla, esto es, podemos reducirla a nada en el momento que nos acercamos a un intento de explicación.
Somos la colectividad en la que habitamos, las relaciones que establecemos, la historia de nuestra familia. Sin embargo, permanece una perspectiva que observa al otro como el no yo; que mira en la diversidad una negación; el no ser. La política trabaja con violencia, brutalmente ignorante, para exterminar las diferencias, la diversidad sexual, la multiculturalidad, no existe razón que le permita a la política comprender la necesidad de lo heterogéneo. Los espacios de encuentro están desapareciendo gracias a la incapacidad para el diálogo que invade la realidad actual del país. No hemos sido capaces de transitar a ninguna parte.
El arte en México se está viendo en la penosa necesidad de aceptar con pena y sacrificio, quizá con un dejo de sumisión, los nuevos criterios de la derecha gobernante. Se establecen principios en los que la alteridad es un criterio curatorial, un concepto para definir proyectos artísticos, no una experiencia que observa a un sujeto activo creador de pluralidad, crítico a toda postura establecida y centralizada. Estamos llegando a una concepción de arte y cultura que se puede explicar como ''el que no está conmigo está en mi contra".
Ojalá no se nos olvide que en gran medida la conformación de la persona, del individuo, que nunca se aísla de la comunidad, no pretende establecer una articulación de su ser por medio de la identidad, articulando sólo por medio de la semejanza con sus semejantes, se trata más bien del devenir en el otro en virtud de la diferencia. Gracias a esto podemos acercarnos a la infinitud del ser y su carácter diverso, heterogéneo, múltiple.
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