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México D.F. Sábado 19 de junio de 2004
EU: PRESIDENCIA EN ENTREDICHO
En
el camino del presidente estadunidense, George W. Bush, hacia la relección,
aparecen nuevos obstáculos. No pasa día sin que surjan en
la prensa de ese país nuevas y contundentes evidencias de las violaciones
a la legalidad en las que ha incurrido el mandatario y su círculo
más cercano en el ejercicio de gobierno, lo cual está dañando
su imagen política y podría tener efectos demoledores para
la campaña electoral del Partido Republicano. En la semana que concluye,
los reportes de la comisión bipartidista que investiga los atentados
terroristas del 11 de septiembre de 2001 han aportado datos reveladores
sobre la actuación de la administración Bush ante esa crisis
y las injustificadas razones esgrimidas para lanzar la guerra contra el
terrorismo en Afganistán e Irak. Una de las conclusiones de dicha
comisión, difundida ayer, señala que fue el vicepresidente
Dick Cheney, no Bush, quien dio las primeras órdenes para responder
a los ataques contra las Torres Gemelas, lo cual sería una grave
violación de la Constitución de ese país y de la cadena
de mando establecida. Con base en cientos de datos recopilados, la investigación
establece que Cheney habría ordenado que las fuerzas armadas derribaran
los aviones comerciales secuestrados sin haber consultado previamente la
decisión con el jefe de la Casa Blanca.
A pesar de que el vicepresidente niega esa versión,
el informe sugiere que Bush no fungió como comandante en jefe ni
estuvo involucrado en la toma decisiones en los minutos posteriores al
ataque terrorista, es decir, no tuvo en sus manos el control del gobierno,
según le correspondía como el presidente designado por el
sistema electoral. En esos momentos críticos, Cheney asumió
las funciones del presidente y dio órdenes a militares sin contar
con la autorización correspondiente. Además de que en este
reporte se confirman las versiones de otros informes elaborados por diversas
instancias a lo largo de más de dos años con respecto a que
ese 11 de septiembre reinó el caos y la confusión en el gobierno,
la revelación sobre la usurpación de funciones por parte
de Cheney, y la falta de mando de Bush apoya la percepción en la
opinión pública estadunidense en el sentido de que en la
actual administración, quien realmente toma las decisiones claves
es el vicepresidente, no quien fue designado oficialmente para ejercer
el cargo presidencial.
No debe olvidarse que la llegada de George W. Bush a la
Casa Blanca está cuestionada desde su origen, por haber sido resultado
de un fraudulento proceso electoral y, en ese contexto, las irregularidades
referidas por la comisión bipartidista acentúan los rasgos
de ilegalidad de ese gobierno. Peor aún, ponen en entredicho las
acciones que ha emprendido hasta ahora -particularmente la guerra contra
el terrorismo- y que han tenido graves consecuencias no sólo en
el ámbito doméstico, sino también en el internacional.
Poco a poco han ido cayendo los argumentos esgrimidos en Washington para
lanzar la ofensiva militar contra Afganistán en las semanas posteriores
al 11 de septiembre, así como para invadir y arrasar Irak. Asimismo,
una vez más ha quedado sin sustento el supuesto compromiso del gobierno
estadunidense por proclamar y defender la democracia en el mundo: en poco
menos de cuatro años, la administración Bush ha minado el
sistema democrático, en el que se apoyan las instituciones de esa
nación, con un ejercicio del poder al margen de las normas constitucionales.
El énfasis que ha dado la prensa más influyente de ese país
a estas irregularidades da cuenta de la percepción que existe sobre
la gravedad del asunto y será, sin duda, un obstáculo difícil
de superar para las intenciones releccionistas del mandatario.
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