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México D.F. Sábado 19 de junio de 2004
FUSILERIAS
Alfredo C. Villeda
Fouché: el mito y el policía conspirador
BALZAC LO LLAMO genio político y policía
perfecto. Stendhal lo consideraba maquiavélico, hombre sin piedad.
Dumas, Victor Hugo y Stevenson crearon personajes inmortales a su semejanza.
En efecto, no hay mito sin escritores. Y con Joseph Fouché (1759-1820)
nace el mito del policía poderoso y temible, del funcionario al
que la intriga le es tan imprescindible como el aliento, del investigador
que lo sabe todo, o aparenta que así es. Del inventor, pues, de
la policía política moderna.
JEAN
TULARD, PROFESOR de la Sorbona e historiador del Imperio, es el autor
de este nuevo recorrido titulado Fouché (editorial Fayard).
El libro no es un retrato sicológico a la manera magistral de Stefan
Zweig (1931) ni el estudio profundo de la vida del policía al estilo
de la consultada tesis de Louis Madelin (1900). Es, mediante la fuerte
personalidad del personaje, una contribución a la historia de la
policía en la agitada época de 1793 a 1815, que vio extenderse
los ''servicios de inteligencia".
DETECTIVE, REPRESOR, consejero, duque, Fouché
tenía la paciencia de hallar y preservar secretos que le dieron
un poder superior al de Bonaparte. Pero a esa imagen tan venerada como
vilipendiada debe imponerse otra, sentencia el autor: la del traidor.
SU COMPORTAMIENTO fue sanguinario durante la época
del terror, cuando fue conocido como ''el carnicero de Lyon"; inspiró
el complot contra Robespierre el 9 thermidor; prodigó consejos a
Barras, pero lo abandonó en el 18 brumario; como ministro de Bonaparte,
se deleitaba desenredando los hilos de las intrigas monárquicas
o jacobinas; en desgracia dos veces por manifestar fidelidad primero al
régimen y luego al soberano, intrigó más tarde contra
Murat, rey de Nápoles, para alejarlo del emperador. En la confusión
de los Cien Días maniobró y se convirtió en ministro
de la policía de Luis XVIII, él, el regicida, antes de morir
en el exilio y millonario.
POR ESO SON innumerables las alusiones a Fouché
en la Comedia Humana. Sin él no habrían existido el
Contelon de Balzac (Esplendor y miseria de cortesanas), el Javert
de Hugo (Los miserables) ni el Jackal de Dumas (Los mohicanos
de París) y, más tarde, el Sherlock Holmes de Stevenson.
ESTE DOCUMENTO, publicado en 1998 en lengua francesa,
pone al día la historia del único hombre al que el gran conquistador,
genio militar y saqueador, Napoleón, reconoció temerle.
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