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México D.F. Domingo 13 de junio de 2004

MAR DE HISTORIAS

La cuerda floja

Cristina Pacheco

Las carpas del circo se levantan en el centro de una explanada suburbana. Las rodean basureros y edificios que soportan anuncios espectaculares incitando a comprar placer, juventud eterna, automóviles, condominios, ropa de marca, vacaciones en paraísos terrenales. Cerca de un carromato vacío hay una oficina improvisada. Allí despacha el gerente. Sus empleados lo llaman don Ricardo; sus amigos, Pirañita. Conquistó el sobrenombre desde que tuvo la ocurrencia de incorporar a sus métodos publicitarios un enorme exhibidor de cristales donde el pez amazónico se debatía entre la voracidad y la impaciencia.

-Don Ricardo... -Estéfano golpea otra vez el panel que amuralla a su patrón. -Don Ricardo...

-ƑQué quieres?- pregunta el gerente sin apartar los ojos de su computadora.

-Raymundo está aquí.

-ƑOtra vez?- Ricardo, incrédulo, agita la cabeza: -Ese cabrón no entiende.

-Dice que le urge hablar con usted. Promete no quitarle más de cinco minutos-. Estéfano traga saliva: -Me insistió en que le suplica...

-šQué maricón!- Ricardo se echa hacia atrás en su silla de director de cine: -ƑCómo está?

-Fregado- responde Estéfano ladeando la cabeza.

-No es el único- Ricardo se acerca otra vez a la computadora y relee las cifras en la pantalla. -Todos andamos igual.

-ƑQué le digo a Raymundo?- Estéfano siente la mirada severa de su jefe. -Si usted me lo ordena, lo echo.

-No serviría de nada. La última vez lo echaste y ya volvió-. Ricardo reflexiona unos segundos: -Que pase, pero adviértele que no puedo concederle más de cinco minutos.

-A la orden, patrón-. Estéfano se aleja de prisa, para no dar tiempo a que Ricardo le dé una contraorden.

II

Antes de entrar en la oficina, Raymundo se alisa la chamarra y sonríe. El gesto contradice la angustia que expresa su mirada.

-ƑSe puede, don Ricardo?

-Vamos progresando: la última vez me llamaste perro.

-ƑQué es lo que sé, Ray King?

Al escuchar el sobrenombre que lo acompañó durante sus años de estrellato en el circo, Raymundo se estremece, como si hubiera recibido una descarga eléctrica.

-ƑY la pierna?- continúa Ricardo.

-Como nueva-. Para demostrar que dice la verdad, Raymundo hace una flexión: -El lunes me dieron de alta en la hidroterapia.

-ƑEn serio te ha servido esa madre?

-Bastante. Con decirle que hasta bailo-. Raymundo sonríe, pero no obtiene respuesta. -Hablando en serio, ya volví a entrenar. Camino seis kilómetros diarios.

-šMe alegro, Ray King! ƑEn qué circo vas a trabajar?

Raymundo aspira una bocanada de aire antes de responder:

-En éste-. Vigila la reacción del gerente y continúa reverencial: -Digo, si usted me lo permite.

Ricardo ladea la cabeza, como si intentara distinguir un ruido entre los muchos que llegan hasta su oficina. Apoya las manos en las rodillas y se inclina. Ignora que parece un ave que picotea:

-Ahora sí no te entiendo: juraste que no volverías a trabajar con un perro como yo y ahora...

-Compréndame: el accidente me afectó muchísimo.

-ƑY de quién fue la culpa?- Ve a Raymundo indeciso.

-Al chile, contéstame.

-De los dos. Usted me pidió que montara un número espectacular para hacer mierda a la competencia, y por eso se me ocurrió subir la cuerda a siete metros-. Raymundo se mira la pierna derecha: -Y ya ve las consecuencias.

-Pudieron ser mucho peores. Imagínate si te hubiera autorizado a levantar la cuerda hasta los diez metros-. Ricardo adopta un tono plañidero: -En vez de agradecérmelo, te pusiste a decir por todas partes que yo era un infeliz negrero, explotador. Con eso me causaste un daño tremendo.

-No fue a propósito-. Raymundo da un paso adelante:

-Trate de entender lo que sentí cuando me mandó decir con Estéfano que no estaba dispuesto a pagar mi operación ni el hospital. El recadito me dolió más que la caída.

-ƑY crees que no me lastimó saber lo que andabas diciendo de mí?- Ricardo se lleva la mano al pecho. -Si el hablador hubiera sido otro, te juro que no me habría importado tanto. Pero de ti... šChingada madre! Yo te hice Ray King. Antes de llegar a mi circo no eras nadie Ƒo sí?

-No, nadie-. Raymundo se muerde los labios: -šYa perdóneme!

-Muy bien: te perdono y luego Ƒqué? O, mejor dicho: Ƒpara qué?

-Mi mujer acaba de dar a luz un niño.

-ƑViniste a pedirme que seamos compadres?

-No se burle. Usted sabe por qué estoy aquí: necesito trabajo-. Raymundo desliza la mano por la pierna derecha: -Ya está bien, ni parece que me la partí en dos.

-ƑCrees que puedas revivir a Ray King?

Raymundo besa la señal de la cruz que forma con sus dedos:

-Por ésta que sí- Adivina los pensamientos de Ricardo: -Si quiere le firmo un papel diciendo que en caso de sufrir otro accidente me consideraré el único responsable.

-ƑY por qué no tomaste esa precaución cuando se te ocurrió subir la cuerda a siete metros?

-Porque ni en sueños creí que pudiera caerme.

-Ni yo, fíjate: tanto confiaba en ti. Pero eso no sirvió de nada cuando los inspectores vinieron a revisar las condiciones en que trabaja mi personal-. Ricardo se frota la nuca: -Mientras estabas tirado en tu camita yo tuve que aguantar un chingo de preguntas y narices metidas hasta en mi excusado.

-Lo dice como si me hubiera ido de vacaciones al hospital. No puede imaginarse el dolor y la preocupación de saber que usted no atendía a mi esposa.

-ƑEso te dijo Ana? šPues qué habladora! Pregúntale a Estéfano si no la recibí cuatro veces.

-Sí, para decirle que de ninguna manera iba a pagar el hospital-. Raymundo va a sentarse en la única silla vacía. Con disimulo se frota la pierna.

-ƑTe duele, verdad? Y sólo porque has estado de pie. Imagínate cómo será si te pones a hacer tu numerito.

-Es distinto. Ya estando en la cuerda, soy otro. No me pesa nada, sólo pienso en... -Raymundo advierte la sonrisa escéptica de su antiguo patrón: -Está bien: me olvido de que fui Ray King y de la cuerda. Deme trabajo aunque sea fuera de las pistas.

-ƑDe animalero?- Ricardo ve sonreír a Raymundo y de golpe aniquila sus esperanzas: -ƑY qué hago con Mauricio? No puedo correrlo. Es bueno en su trabajo y muy agradecido: jamás ha hablado mal de mí.

-Yo sí lo hice, pero ya se lo expliqué: estaba desesperado-. Raymundo se desliza hasta caer de rodillas. El dolor le arranca un grito que enturbia sus palabras: -Hago lo que usted me ordene: bailo, canto, ladro, špero deme trabajo!

-šLevántate!- Ricardo espera a que Raymundo se ponga de pie. -Escúchame bien: deja de soñar. Jamás volverás a ser Ray King, ni trabajarás en mi circo, ni serás nadie. ƑEntendiste?

Desconcertado por la brutalidad, Raymundo abre la boca. En lugar de palabras emite un quejido animal. Desde la explanada lo secunda una jauría de perros callejeros.

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