México D.F. Viernes 11 de junio de 2004
Por la tarde, revendedores ya ofrecían las entradas hasta en mil 500 pesos
En 51 minutos se agotaron miles de boletos para la final en CU
Líneas telefónicas saturadas y computadoras pasmadas impidieron a los aficionados adquirir los codiciados papelitos La demanda fue similar a la de los conciertos de los Rolling Stones y U2
ANGELICA ENCISO Y CARLOS HERNANDEZ
Cualquiera pensaría que vender 30 mil boletos en menos de una hora es imposible. Pero debido a la magia de la Internet, las líneas telefónicas y las tarjetas bancarias, en sólo 51 minutos se agotaron ayer los boletos restantes para la final Pumas-Chivas, a efectuarse el domingo en Ciudad Universitaria.
Luego de seis minutos más de lo que dura un medio tiempo de un partido de futbol, la empresa Ticketmaster anunció que se agotaron los codiciados papelitos para observar el partido que definirá al campeón del torneo Clausura 2004.
En la misma empresa hubo contradicciones sobre el número de boletos que vendieron. La dirección de comercialización informó, en principio, que fueron 30 mil, pero después aseguró que fueron 15 mil y aclaró que sólo la directiva de Pumas podría dar la cifra oficial.
Sin embargo, en el Club Universidad no quisieron indicar del número de lugares que entregó a Ticketmaster.
La tecnología ha evitado las interminables filas de aficionados que antes se observaban en las taquillas de los estadios, pero este jueves nadie supo en manos de quién fueron a parar los boletos que se vendieron mediante este sistema.
Y es que desde las 9 horas en que se inició la venta, miles de aficionados se quedaron colgados en la línea telefónica o vieron desesperados como la pantalla de su computadora se quedó, como se dice, "pasmada".
Después de varios intentos, cuando por fin se podía accesar a la página de Internet de Ticketmaster, era más fácil anotar un gol a Oswaldo Sánchez que ingresar a la sección de deportes.
Y cuando finalmente el objetivo se había conseguido y los fanáticos ingresaron a la venta de boletos, obtener una entrada era algo así como ser defensa y detener a Ailton en una veloz descolgada por la banda izquierda.
Para las 9:51 la empresa ya no tenía entradas y en la página web apareció sobre los escudos de ambos equipos la leyenda "boletos agotados".
De acuerdo con la empresa, los teléfonos se saturaron y el acceso a la página era casi imposible en una demanda que sólo se había tenido para eventos como los conciertos de los Rolling Stones y U2 y precisamente de otra final del futbol mexicano, la que hace dos años protagonizaron América y Necaxa en el estadio Azteca.
Por otra parte, cientos de aficionados acudieron desde temprano a las oficinas de Ticketmaster porque pensaron que también ahí se pondrían a la venta los boletos, pero cuando se les informó que sólo era mediante teléfono e Internet surgieron las inconformidades.
"Empezaron a protestar y a insultarnos", expresó una empleada de la empresa, quien añadió que eso sucedió en la mayoría de las 35 sucursales con que la empresa cuenta en el Distrito Federal.
"No pasó a mayores, pero sí nos llevamos un gran susto", expresó después, ya más tranquila, mientras todavía algunos aficionados despistados llegaban en busca del milagro de una entrada.
El martes en La Cantera se vendieron a la comunidad universitaria los primeros 30 mil boletos para el duelo definitivo de la final, pero casi al mismo tiempo los tickets eran ofrecidos por los revendedores, 20 de los cuales fueron detenidos.
El aforo del estadio Olímpico es de 61 mil 939 espectadores y 4 mil 700 lugares fueron destinados a la porra de Chivas, que será ubicada en la cabecera sur para evitar enfrentamientos.
Por reglamento de la Federación Mexicana de Futbol no debieron venderse unos 5 mil boletos para evitar sobrecupo en CU, aunque en el pasado duelo de la semifinal entre Pumas-Cruz Azul el inmueble lució lleno, con aficionados en los pasillos y en las escaleras.
Para ese cotejo el club Universidad determinó que la venta de boletos se realizara al mismo tiempo en taquillas y en Ticketmaster, pero el moderno sistema acaparó más de 60 por ciento de los boletos, lo que provocó molestias de los aficionados auriazules.
Así que para el duelo de la final se determinó que primero la venta fuera en taquillas y después en el sistema electrónico, "en el que es difícil saber a manos de quiénes van a parar los boletos y podría definirse como el paraíso de los revendedores", de acuerdo con una definición de un trabajador del club Pumas.
La empresa cobra 15 por ciento adicional al costo de los boletos y dice que establece un límite de entradas a cada comprador.
Por la tarde los revendedores hicieron su aparición en el estadio y en la casa club de Pumas.
Los boletos de cabecera, que cuestan 50 pesos, los ofrecían en mil, mientras los de los costados se cotizaban en mil 500, cuando su valor es de 125.
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