México D.F. Viernes 11 de junio de 2004
Habla Enrique de Anda, integrante de la fundación
homónima del museo
Rescatar El Eco ofrece a la UNAM la oportunidad de
reconocer a Goeritz
Deplora que ''las actuales autoridades universitarias
no nos han tomado en cuenta''
''Estaremos pendientes de que el uso del recinto se
apegue al original'', anuncia
MERRY MAC MASTERS
La reciente adquisición, que documentó ayer
La Jornada, por parte de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM) del edificio que albergó el Museo Experimental
El Eco, creación en 1952 del artista de origen alemán Ma-thias
Goeritz (1915-1990), representa una excelente oportunidad para que la institución
reconozca a uno de sus miembros más distinguidos, expresa Enrique
de Anda.
El arquitecto e investigador también es integrante
de la Fundación El Eco, constituida hace siete años por acuerdo
del entonces rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, cuyo
trabajo intenso preparó el camino para la actual compra de El Eco.
Los otros tres nombres que aparecen en la escritura notarial,
fechada el 10 de junio de 1997, son Ida Rodríguez Prampolini, viuda
de Goeritz; Federico Asta Rodríguez y Francisco Reyes Palma.
Consta
en el acta que las obligaciones primordiales de la fundación son
llevar a cabo los trámites necesarios para la adquisión del
inmueble ubicado en Sullivan 43, así como su rescate arquitectónico
y devolución al uso original. Sin embargo, la fundación no
ha sido tomada en cuenta por las actuales autoridades universitarias.
Aunque el predio en el que se construyó El Eco
era de propiedad privada, en los años 60 cuando el edificio ya había
perdido su función original, lo rentó la UNAM para montar
una escuela de teatro alternativo al Centro de Arte Dramático de
la Facultad de Filosofía y Letras. Así fue como nació
el Foro Isabelino, dirigido por Héctor Azar.
Después de unos años un movimiento contestatario
expulsó a Azar del lugar y surgió el Centro Libre de Experimentación
Teatral y Artística (CLETA), que ocupó el inmueble durante
20 años. A partir de ese momento la UNAM dejó de pagar la
renta y se desentendió de toda responsabilidad administrativa, aunque
por alguna razón inexplicable siguió pagando el teléfono
y la luz hasta que se percató de ello.
Gestiones ante el rector
Tras un fallo favorable a un juicio entablado por el dueño
de la propiedad, el arquitecto Múzquiz, los integrantes de CLETA
fueron desalojados. Cerrado el edificio se hizo más vulnerable aún.
De Anda explica:
''El representante legal solicitó su demolición,
pero se le negó. Allí fue cuando empezamos a actuar como
fundación, porque dimos aviso a la Delegación Cuauhtémoc
para que tuvieran una precaución sobre el edificio. Gestionamos
una declaratoria provisional con Víctor Jiménez, entonces
director de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico
Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes, quien se comunicó
con la delegación y se empezaron a generar oficios que prohibían
cualquier intervención."
Este año por casualidad la fundación dio
con la viuda del propietario: ''Nos acercamos como mediadores, porque no
teníamos el dinero en el bolsa. Tratamos de ver cuánto pedía
por el predio, para en ese momento acercarnos a la UNAM, como es nuestra
obligación, y decirle, ya tenemos al dueño, pide tanto, para
que se adquiriera el predio.
''Estábamos precisamente en ese momento cuando
me llamó Graciela de la Torre (directora de Artes Visuales de la
UNAM). Me buscó dos veces para decirme textualmente 'voy a comprar
El Eco'. Supongo que en ese momento lo que Graciela necesitaba de mí
era saber quién era el dueño.
''Graciela me habló dos veces. Acepté reunirme
con ella, pero las dos veces canceló la reunión sin decir
cuáles fueron las razones. Cuando volví a solicitarle la
cita para seguir con la gestión que habíamos iniciado hace
siete años, me dijo, 'ya no porque la universidad acaba de hablar
para decirme que lo va a comprar'.
''Fue cuando los miembros de la fundación consideramos
que nuestra obligación era avisarle al rector que existía
esa asociación civil.
''Le solicitamos por escrito una cita para hacerle saber
toda esta historia, le mandamos copia de la escritura, le dijimos que teníamos
una información que valía la pena que la Universidad la conociera
en beneficio de la operación que se llevaba a cabo. La oficina de
rectoría me canalizó a Difusión Cultural, me recibió
Gerardo Estrada, quien ya tenía información de Ida Rodríguez,
quien le había hablado para comunicarle nuestra preocupación
por El Eco."
Apoyo a la universidad
De acuerdo con De Anda, el titular de Difusión
Cultural de la UNAM escuchó sus comentarios y se dijo interesado
en mantener una comunicación a futuro para aprovechar la información
recabada por la fundación en favor del rescate del edificio. Sin
embargo, allí se quedaron las cosas.
La compra de El Eco, sin embargo, ¿cómo
afecta la tarea de la fundación? De Anda contesta: ''El otro punto
del que nos responsabilizamos socialmente, porque esta es una escritura
pública, es que estaríamos pendientes de que el uso que se
le diera al recinto fuese lo más apegado posible a lo que Goeritz
había ideado. Nuestra posición sería de un apoyo,
por ejemplo, en los asuntos de tipo técnico para el rescate físico
del edificio. Desde luego no dudamos en absoluto que las decisiones sobre
la administración las va a tomar la universidad que ahora es la
legítima propietaria".
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