México D.F. Viernes 11 de junio de 2004
El lirio que cubre el vaso, nido del mosco cúlex,
que ataca a humanos y animales
La presa Endhó, fuente de vida y males para
residentes de Tepetitlán, Hidalgo
Entre nubes de insectos y olores nauseabundos, mil familias
basan su sustento en la construcción
CARLOS CAMACHO CORRESPONSAL
Tepetitlan, Hgo., 10 de junio. En una curva de
la colonia Pedro María Anaya, Carolina Cruz y su hijo José
Luis Valdez se esmeran en vender gorditas y quesadillas en medio del nauseabundo
olor que despiden las aguas negras que desembocan, 30 metros más
adelante, en la presa Endhó.
"Véngase a las siete y media de la mañana
o antes de las siete de la noche y entonces verá el problema", dice
la mujer cuando se le pide su opinión acerca del mosco cúlex,
que se reproduce en el lirio acuático que ha infestado la presa
e invade sus riberas, donde habitan unas mil familias.
El problema del insecto es grave, ha matado animales y
"creo que hasta personas, porque el otro día un señor se
quedó a tomar (alcohol) y amaneció muerto por los piquetes
del gusano", agrega Carolina.
En
eso coinciden Austreberto y Elvia Cerón -que toda su vida la han
pasado a la orilla de la presa, construida en 1947-, quienes muestran el
lomo de su perro: "mire cómo está. En la noche los animales
quedan como idiotizados, por tanto bicho que los ataca".
Vecinos de la colonia La Ermita, a unos 20 metros de la
orilla de la presa que "da vida" a unas mil familias, coinciden en que
el problema es grave y cuando se les pregunta por qué no emigran,
responden: "¿adónde, si somos pobres?"
El lirio es el hábitat natural del mosco cúlex;
cada hembra deposita 250 huevecillos en el lecho de la planta, lo que provoca
que por las tardes se formen nubes de insectos que atacan lo mismo a personas
que animales.
Todos aquí recuerdan cuando el pasado 21 de mayo
los habitantes de la ribera de la presa Endhó acordaron medidas
drásticas, entre ellas abrir las compuertas de "la cloaca más
grande del mundo", como la llamó en su momento el presidente Carlos
Salinas de Gortari.
Alertado por un diario local de la acción que se
preparaba, el gobierno de Hidalgo envió a Adriana Durán,
directora del Consejo Estatal de Ecología, a negociar con los lugareños.
Un acuerdo de última hora evitó la acción, que hubiera
liberado los 182 millones de metros cúbicos de inmundicias.
Las autoridades tuvieron que desembolsar 500 mil pesos,
apenas un primer pago para que 12 máquinas trituradoras -llamadas
retadoras- comenzaran, el 26 de mayo, a limpiar las 600 hectáreas
afectadas por el lirio, la mitad de la totalidad del embalse. De acuerdo
con los encargados de esta tarea, tardarán de tres a cuatro meses
en concluir su labor, pero los lugareños no aguantan más.
En el cruce, rumbo al sitio donde son desembarcadas las
retadoras, hay camionetas, una de la policía, y agentes pintando
lo que parece ser la caseta de vigilancia.
En la orilla del embalse un tráiler se atasca,
pues se ha metido al agua para bajar la retadora, una de las 12
máquinas que su creador, Enrique Soto Reséndiz, ha dispuesto
para acabar con el lirio y males ligados a esta planta.
¿Casualidad o suerte? Soto Reséndiz llega
al lugar en su camioneta; dice que hace 20 años "maté a la
gallina de los huevos de oro". Explica su dicho: "si yo limpiaba la presa
definitivamente ya no me contrataban y entonces mis máquinas quedaban
paralizadas por tiempo indefinido".
El también fraccionador de sitios habitacionales
en los alrededores de la presa Requena, la tercera del estado en tamaño,
ubicada en Tepeji del Río, dice que allí "hace 10 años
no hemos tenido necesidad de tareas como ésta, porque hasta los
pescadores la limpian" de las liliáceas.
Aquí el panorama parece diferente. Severiano Falcón,
un viejo nacido en la margen del embalse, dice que esperan a que se haga
"la voluntad de Dios" y recuerda que los vecinos del lugar abrieron un
pozo de agua, pero por falta de dinero no lo terminaron.
Del otro lado se observan los invernaderos que parecen
no estar afectados por la plaga y se nota la diferencia. Allá hay
agua de riego, "aquí no".
Enrique Soto dice que no se debe culpar completamente
al gobierno del problema. "Los campesinos no han hecho lo suyo para quitar
el lirio. Hay que recordar que esta planta contiene 96 por ciento de agua
y lo restante es materia orgánica, pero sin nutrientes para los
animales; por eso, aunque usted los vea aquí aparentemente pastando,
no hay nada que los alimente."
En el lugar hay borregos, vacas, caballos que se revuelcan
para evadir los piquetes de moscos.
Anita Tavera Hernández, esposa de Severiano Falcón,
usa una rama de pirul para ahuyentar a los insectos y dice: "ya no tenemos
vida. Mire cómo nos han dejado los moscos. Nuestras borreguitas
para engorda hoy están bien flacas y todo por los moscos. Nos hemos
enroñado toditos".
-¿Qué les dice el doctor?
-Que tenemos roña de perros.
Otro vecino que ha venido a ver el desembarque de las
máquinas exige a los reporteros: "¡pidan el insecticida!"
Considera que con eso al menos se espantará a los moscos que por
la noche forman nubes que hacen refugiarse a los humanos y acaban con los
animales que no pueden esconderse.
Todos en la ribera albergan la esperanza de que con las
12 máquinas se reduzca el problema, pero "en dos meses más
volverá, pues el lirio sólo es arrancado por arriba, pero
la raíz queda".
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