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México D.F. Lunes 17 de mayo de 2004
FOX, ENTRE LA CIENCIA Y LA IGLESIA
José
Guadalupe Martín Rábago, presidente de la Conferencia del
Episcopado Mexicano, pidió ayer al presidente Vicente Fox que ejerza
su derecho de veto contra las modificaciones aprobadas en abril por las
dos cámaras del Congreso de la Unión a la Ley de los Institutos
Nacionales de Salud, reformas en las que se establece el Instituto Nacional
de Medicina Genómica (INMG). Cabe recordar que los integrantes de
la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, así
como los de las comisiones senatoriales de Ciencia y Tecnología,
Salud y Seguridad Social y Estudios Legislativos, convinieron mayoritariamente
en eliminar una frase de la iniciativa original que habría prohibido
"la investigación con las células troncales de embriones
vivos o aquellas obtenidas por trasplante nuclear".
Las determinaciones del Poder Legislativo, a la que sólo
se opusieron los legisladores panistas, fueron saludadas en su momento
por científicos de la talla de Alberto Ruy Sánchez y Francisco
Bolívar Zapata, no sólo porque la creación del INMG
coloca a nuestro país con posibilidad de participar activamente
en la investigación de la medicina genómica y el desarrollo
de fórmulas terapéuticas avanzadas para padecimientos actualmente
incurables como la diabetes, el Alzheimer y diversos tipos de cáncer.
Las modificaciones legales aprobadas concitaron también el respaldo
de organizaciones como el Colegio de Bioética, la Academia Mexicana
de Ciencias y la Sociedad Mexicana de Bioquímica.
Al mismo tiempo, el texto legal aprobado por los diputados
y senadores suscitó la ira de los oscurantistas y fanáticos
agrupados en Provida, los cuales lanzaron una campaña amarillista
en la que pretendieron presentar la reforma legal y la creación
del nuevo instituto como pasos previos a la transformación del país
en una "maquiladora de tejidos para ser exportados a países del
primer mundo", como un "permiso para el genocidio de nuestros hijos" y
como una concesión a "los intereses de las trasnacionales". Así,
sin haber entendido siquiera las nociones básicas de la investigación
y la medicina genómicas, los cavernarios de siempre pretenden maniatar
al país en este terreno fundamental de la investigación científica
moderna.
Al hacer segunda a los grupos ideológicos de choque
del conservadurismo católico, el presidente de la CEM colocó
al titular del Ejecutivo federal en una postura incómoda. No sólo
le pide, en efecto, que desconozca una decisión del Legislativo
y vulnere el sentido mismo de la relación entre los poderes -relación
que el propio Fox resumió, de manera plausible, en su toma de posesión,
en la fórmula "el Presidente propone y el Congreso dispone"-, sino
que le demanda bloquear un aspecto fundamental de la investigación
y el desarrollo científico y tecnológico nacionales.
Las numerosas e impropias manifestaciones de filiación
religiosa expresadas por el mandatario se convierten, ahora, en un elemento
del chantaje que intenta Martín Rábago, el cual apunta a
poner a Fox entre la espada del catolicismo y la pared de la ciencia. Sería
gravísimo e inadmisible, desde luego, que el Presidente antepusiera
sus convicciones espirituales personales a las obligaciones inherentes
a su cargo, contraídas ante la ciudadanía de un país
social e institucionalmente laico.
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