México D.F. Lunes 17 de mayo de 2004
León Bendesky
Petróleo
El precio del petróleo crudo llegó a registros récord al final de la semana pasada, cuando superó 41 dólares por barril en el mercado de futuros de Nueva York. Es el precio más alto de este tipo de contratos desde que empezaron a cotizarse en 1983.
En términos reales, en lo que ya se considera un nuevo "choque" petrolero, los precios están aún por debajo de los niveles de 1974 y 1979; el barril debería llegar a 80 dólares para alcanzar a precios actuales los registrados en el último año mencionado.
Pero las condiciones son distintas, ya que actualmente se estima que hay una muy reducida capacidad sobrante de producción, mientras la demanda crece de manera más rápida, lo que presiona los precios al alza. Por ejemplo, la demanda promedio de gasolina en Estados Unidos durante las cuatro últimas semanas ha sido 3 por ciento más alta que en el mismo periodo del año pasado, con más de 9 millones de barriles; cuando apenas empieza la temporada de verano, que es la de más alto consumo.
El movimiento de los precios ha dado impulso a la actividad especulativa en el mercado petrolero, y los reguladores del mercado de futuros advierten que hay tendencias muy altas de contratos de este tipo en productos energéticos. Estos especuladores captaron desde el comienzo la fuerza de la demanda en el mercado y han aprovechado el efecto apoyando el alza de los precios. La evidencia de que aún mantienen elevada cantidad de esos contratos, indica que esperan que los precios sigan subiendo.
El alto consumo de gasolina, al igual que la gran demanda de petróleo que ha hecho recientemente China, asociada con su expansión económica, se enfrenta con la contracción de las condiciones de la oferta en Medio Oriente. Esta situación se ve agravada por el persistente temor de ataques en contra de la estructura de producción en Irak, especialmente en Arabia Saudita, país que cuenta con la mayor capacidad sobrante de producción de crudo.
La disrupción de los precios se transmite a otros sectores como el del transporte. Así, por ejemplo, la tarifa promedio para rentar un buque tanque de petróleo el próximo junio se elevó de 55 mil dólares a 76 mil dólares por día.
Se estima que el precio del crudo a futuro podría llegar hasta 50 dólares por barril, con lo que cambiaría el panorama de control de la inflación, tal como se ha venido aplicando a partir de la política monetaria en Estados Unidos.
El precio de la gasolina tiene alto peso en la estructura del consumo de las familias y ya se advierte que empieza a erosionar este tipo de gasto, además de que el costo del transporte incide de modo relevante en el nivel general de precios.
Los ajustes propios del mercado en cuanto a los efectos sobre la demanda y la oferta no van a operar de modo rápido para estabilizar los precios en un nivel compatible con el crecimiento del producto y del empleo. Es entonces previsible que la inflación vuelva a ser factor central en la fijación de las políticas de la Reserva Federal.
El escenario vuelve a cuestionar las posibilidades del crecimiento sostenido en Estados Unidos y en la Unión Europea. Con ello, las perspectivas de la recuperación en México se hacen más difusas. La incertidumbre va a prevalecer durante unas semanas más, hasta ver cuál es la acción con respecto a las tasas de interés que se adopten en Washington.
Entre tanto, se mantendrá la relativa inestabilidad del tipo de cambio del peso frente al dólar y de las tasas de interés de los Cetes, con un letargo productivo que no se modifica a pesar de las tasas de crecimiento de algunas actividades, como ocurre con la industria, pues se miden sobre una base muy baja.
Los mayores precios del petróleo no cambian la situación de Pemex, ávida de recursos para aumentar el gasto en exploración, tanto para mantener los niveles de las reservas probadas de crudo como para aumentar la capacidad de explotación. Recursos escasos también para la producción de bienes derivados del petróleo, algunos de los cuales están en fase crítica, según ocurre en las plantas petroquímicas como las de Veracruz.
Sesenta de cada 100 centavos que recibe Petróleos Mexicanos por la exportación de crudo se van directamente a la Secretaría de Hacienda, en un esquema absurdo para el desarrollo de una industria clave en el crecimiento de la economía mexicana. El uso que da el fisco a esos recursos no se expresa en condiciones de mejoramiento de la productividad general de la economía. Los consumidores, sea cual sea la situación, pagamos más cada mes por la gasolina, el gas y la electricidad. Todas son oportunidades perdidas.
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