Iván Restrepo

En el olvido, la cruzada por un México limpio

El jueves santo se incendiaron miles de llantas depositadas ilegalmente en el vecino estado de México. Se recordará que las autoridades quisieron restar importancia al asunto, argumentando que el fuego estaba bajo control y que el humo no causaría daños a la salud. Pero el incendio duró tres días y seguramente afectó el sistema respiratorio y visual de miles de personas en la zona norte del valle de México.

Lo ocurrido en el tiradero de llantas, que nada tenía de clandestino, pues creció a la vista de las autoridades y de los vecinos, es buen pretexto para insistir en que estamos atravesando por la etapa más crítica de calor y falta de agua, dos factores que se combinan muy desfavorablemente para causar incendios en los basureros y en los bosques del país, así como para que los desechos tóxicos que genera la industria adquieran mayor peligrosidad.

Según datos oficiales, la inmensa mayoría de los municipios de México carecen de sitios adecuados para la basura que generan hogares, restaurantes y otros rubros comerciales. A ello hay que agregar la ineficiencia en ese campo.

Según un estudio elaborado por la Comisión Mexicana de Infraestructura Ambiental y la Agencia de Cooperación Técnica de Alemania, el municipio con el peor manejo y recolección de basura a escala nacional es Chalco, donde viven cientos de miles de familias. Luego figuran Coatzacoalcos, Minatitlán, Papantla y Zacatecas, que junto con Chalco, son el extremo opuesto de las áreas urbanas que sobresalen por manejar menos mal su basura: Monterrey, Torreón, Tlalnepantla y Mérida. No es que sean la excelencia, pero al lo menos muestran avances y logros importantes en resolver un problema que crece día a día.

Entre casi 120 ciudades con más de 100 mil habitantes, el Distrito Federal ocupa el sitio 23 en cuanto a manejo de basura. Los sitios adonde envía diariamente miles de toneladas de desechos están sobresaturados y obsoletos. Además, una mafia política, perteneciente al Partido Revolucionario Institucional, controla los basureros y parte del sistema de recolección al grado que sus dirigentes ocupan cargos de elección o imponen candidatos. Es un fenómeno que se repite en otras ciudades y áreas metropolitanas y explica las dificultades para modernizar una actividad de la que obtienen sustento directo más de 25 mil familias en el valle de México.

Precisamente en algunos de los municipios colindantes o cercanos al Distrito Federal la Secretaría de Ecología del estado de México ha impuesto diversas sanciones por mal manejo de la basura a varios municipios entre los que destacan Neza, San Mateo Atenco, Tultitlán, Lerma y Metepec. Allí hay tiraderos irregulares que han sido saneados o cerrados porque representan un peligro para la salud y el ambiente; sin embargo, pronto las instancias locales vuelven a permitir que nuevamente se deposite allí basura.

La falta de una estrategia global para resolver adecuadamente el problema de la basura frecuentemente ocasiona fricciones entre entidades y municipios. Dos ejemplos. En febrero pasado, el presidente municipal de Aguascalientes prohibió que en el tiradero San Nicolás, único de la región, fuera depositada la basura de 11 municipios de la entidad, puesto que adeudan 10 millones de pesos por el servicio. Asimismo el cabildo de Isla Mujeres prohibió a Cancún seguir tirando diariamente en su basurero cientos de toneladas de desechos. Esta última ciudad carece de relleno sanitario propio y adeuda por este servicio un millón de pesos.

La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente demandó al ayuntamiento de Progreso, Yucatán, porque su basurero es fuente de contaminación: allí arrojan hasta desechos hospitalarios. Y el colmo: las autoridades de Xalapa habilitaron como tiradero de basura un sitio ubicado a corta distancia de una importante fuente de agua.

La cruzada por un México limpio que el presidente Vicente Fox puso en marcha hace tres años, parece haber caído en el olvido. Cada día es más la basura proveniente de las ciudades y la industria que no se deposita en el lugar adecuado. Hay que comenzar con lo que dicta la lógica: producir menos basura a partir de contar con procesos industriales y comerciales menos derrochadores de recursos, reutilizar y reciclar la mayor parte de los componentes de la basura urbana e industrial y llevar todo el sobrante a auténticos rellenos sanitarios, no como se hace ahora.