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México D.F. Jueves 13 de mayo de 2004
NO MAS OBSTACULOS AL DIALOGO
Ayer,
en una conferencia de prensa en Berna, Suiza, el presidente Vicente Fox
rechazó "la condición de que (las directivas del PRI y del
PRD) no quieren tratar con el secretario de Gobernación", Santiago
Creel Miranda, y supeditó su disposición a dialogar con las
fuerzas opositoras a que no se establezcan condiciones previas. El mandatario
evocó, con razón, el principio general de negociación
de que un bando no puede intervenir en la designación del representante
de la contraparte, pero omitió el hecho específico de que
ni Leonel Godoy, presidente del CEN perredista, ni Roberto Madrazo, máximo
dirigente del Revolucionario Institucional, se niegan a reunirse con Creel
Miranda, e incluso han aceptado, de una u otra forma, acordar con éste
la agenda para ulteriores encuentros con el Presidente. Lo que ambas dirigencias
pretenden, en todo caso, es ser escuchadas por el propio Fox, sin mediaciones
ni mensajerías, y esa demanda tiene razones de peso.
Los factores que descalifican al titular de Gobernación
para encabezar el diálogo político que urge al país
en el momento presente no son mero invento de los opositores. Derivan,
por el contrario, de las improcedentes actuaciones del funcionario en diversos
asuntos: la ofensiva contra el Gobierno del Distrito Federal, la brusca
e injustificable crisis en las relaciones con el gobierno cubano, el encontronazo
entre Gobernación y la PGR por la orden de aprehensión contra
el oficial mayor de la primera dependencia, y el manifiesto afán
de Creel por participar en la contienda sucesoria que viene y que no deja
claro cuándo actúa como secretario de Gobernación
y cuándo como precandidato presidencial.
Si perredistas y priístas insisten en no abordar
con Creel, sino con Fox, los puntos medulares para lograr acuerdos nacionales
en los temas que más preocupan al país, ello obedece a la
consideración de que el primero ha mostrado una probada capacidad
de generar desacuerdos y confrontaciones en lugar de consensos, y no sólo
entre el gobierno y la oposición, sino en el propio seno del equipo
gobernante, donde los disensos no escasean. Vaya como ejemplo del día
el desmentido presidencial rotundo -y muy acertado- a la torpe e inusitada
sugerencia formulada la víspera por el canciller Luis Ernesto Derbez
de enviar tropas mexicanas a Irak en el marco de una por demás improbable
intervención de la ONU.
La concertación de reglas básicas es una
necesidad impostergable en el convulsionado panorama político del
presente y requiere un esfuerzo de voluntad de todas las partes. Las instituciones
acusan un desgaste grave y preocupante, la credibilidad de funcionarios
y dependencias es ínfima, resultan evidentes el descontrol y el
deterioro de las líneas de mando en casi toda la administración
pública y, para colmo, lo que el gobierno llama estabilidad en la
economía parece más bien parálisis e inmovilidad.
En esas circunstancias, el Ejecutivo federal tendría que empeñarse
en la consecución de acuerdos políticos fundamentales para
garantizar la gobernabilidad en lo que queda de su sexenio y despejar los
obstáculos para el diálogo en vez de ponerle trabas adicionales.
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