.. |
México D.F. Viernes 30 de abril de 2004
Por primera vez convivieron con sus hijos en
el albergue temporal de la PGJDF
"Nada igual que tener un niño en casa", expresan
padres adoptivos
SUSANA GONZALEZ G.
La espera puede ser más corta que los nueve meses
que dura un embarazo, pero a cambio están obligados a demostrar
que tienen estabilidad laboral, un nivel de ingresos aceptable, vivienda
digna, buenas condiciones de salud y, sobre todo, aptitudes sicológicas
para ser padres, lo que no siempre sucede con quienes engendran.
Los exámenes y trámites por los que pasan
los candidatos a la maternidad y paternidad pueden resultar "pesadísimos",
coinciden parejas entrevistadas, pero de lograr la aprobación del
Consejo Técnico de la Procuraduría General de Justicia del
Distrito Federal (PGJDF), "nada tiene comparación, una vez que tienes
un niño en casa".
La
dependencia cuenta con un albergue temporal para niños menores de
12 años, que son enviados ahí por diversas razones: hay desde
pequeños que se extraviaron o fueron abandonados en la calle, hasta
aquellos que han sufrido maltrato y violencia familiar, son víctimas
de algún delito o sus padres están en la cárcel. Explicó
lo anterior Lorena González Reyes, directora de la institución,
donde el festejo del Día del Niño, efectuado ayer, sirvió
para que, por primera vez, los padres adoptivos convivieran y compartieran
experiencias.
Del centenar de menores que, en promedio, viven en el
albergue temporal (actualmente hay 96 pequeños, pero otras veces
llegan a ser hasta 130), sólo unos cuantos pueden ser dados en adopción.
El proceso para convertirse en padres ya lo vivieron Leticia García
y Mauricio Federico Palacios, de 34 y 39 años de edad, respectivamente.
Después de 10 años de casados y varios intentos por concebir,
decidieron adoptar. "Llegamos por casualidad a este albergue, pero fue
lo más viable, porque en otros lados hasta cobran. Nos tardamos
ocho meses en los trámites y sólo cuando en octubre pasado
nos dijeron que estábamos aprobados como padres, nos presentaron
a Bernardo", comentaron.
El proceso de adaptación de Bernardo, un bebé
de 14 meses, al ritmo de vida de la pareja fue "rapidísimo", y los
padres de ambos aseguraron que se ha convertido en el nieto consentido.
"Papá", fue la primera palabra que aprendió a decir Bernardo,
y la primera vez que la dijo fue el 31 de marzo, cuando Mauricio cumple
años. La experiencia hace prever al matrimonio que adoptará
nuevamente. "Quizá en dos años más busquemos a la
niña".
No todas las parejas que desean adoptar un menor lo hacen
por haber tenido problemas para engendrar. Josefina Bautista y Moisés
Higuera tienen cinco hijos, de entre 17 y 27 años de edad, así
como cuatro nietos, de entre cinco meses y siete años, pero adoptaron
a Eunice, una bebé que ahora tiene 12 meses de edad.
A diferencia de los otros padres, que no conocen antes
a los niños que adoptarán, este matrimonio conoció
a Eunice desde abril del año pasado, porque la abandonaron dentro
de una caja de cartón frente a su casa. Luego de la sorpresa, la
pareja decidió entregar a la niña a las autoridades, pero
finalmente lo hicieron sólo para legalizar la adopción, lo
que lograron al cabo de ocho meses, pues en diciembre pasado se convirtieron
legalmente en sus padres. En los brazos de su papá, la niña
no deja de moverse mientras Moisés y Josefina admiten que han disfrutado
más a esta niña que al resto de sus hijos, porque cuentan
con más tiempo y recursos para hacerlo.
El trabajo tampoco resulta impedimento para quienes quieren
adoptar. En su deseo de tener una hija, la subprocuradora de Derechos Humanos
de la PGJDF, Margarita Espino, quien tiene un hijo de ocho años,
también se sometió al proceso de evaluación y selección
de padres adoptivos. A diferencia de los dos casos anteriores, ella adoptó
una pequeña de tres años de edad que toda su vida había
estado en albergues. "Porque por cuestiones del trabajo no podía
adoptar un bebé", pero una vez que ella y su esposo aprobaron los
exámenes correspondientes y les presentaron a la pequeña
"el click fue inmediato". Adoptar "es un acto de amor altamente recomendable
y estos niños se lo merecen", sentencia.
En el albergue, mientras tanto, al ritmo de las tradicionales
canciones de Cri-Cri, interpretadas por la camerata Blas Galindo,
decenas de niños, tanto del albergue temporal como invitados de
otras casas de asistencia, van de puesto en puesto jugando al tiro al payaso,
suben al carro de bomberos que envió la heroica corporación,
tiran canicas, brincan en los juegos o sencillamente piden algodones
de azúcar, palomitas de maíz o paletas de hielo cubiertas
de chocolate.
|