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México D.F. Sábado 24 de abril de 2004

La organización fundada por la sicóloga Doris T. Allen cumple 53 años de existencia

Tolerancia, paz y amistad, valores de los campamentos de verano de CISV

Los encuentros se realizan en diversas partes del mundo y con niños de distintas nacionalidades

Los participantes deben tener entre 11 y 18 años, ''pues a esta edad carecen de prejuicios''

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Acabada la Segunda Guerra Mundial, en un ambiente de consternación y preocupación por el futuro de la humanidad, diferentes naciones del mundo se reunieron y fundaron un organismo internacional para garantizar la paz mundial. Paralelamente, en la Universidad de Cincinatti, Estados Unidos, una maestra de sicología llamada Doris T. Allen decidió promover la paz en el mundo a través de los niños. A raíz de una pregunta que le hizo su hijo en la que le cuestionaba si cuando fuera mayor tendría que ir a la guerra, Allen decidió fundar una asociación internacional de convivencia infantil e intercambio cultural para educar a los niños en un mundo de paz.

Con esta filosofía, en 1951 creó la agrupación Children's Internacional Summer Villages o CISV (villas internacionales de verano para niños) que consiste en realizar campamentos de verano en distintos lugares del mundo con niños de varios países. En aquel momento la asociación estaba compuesta por siete naciones entre las que se encontraba México; hoy, 53 años después, participan casi 100. En los campamentos se fomentan valores humanitarios como el entendimiento, la tolerancia, la amistad, la paz y la hermandad entre personas de distintas razas, sexo, religión o pensamiento político. Estos valores están dirigidos a niños de 11 años hasta jóvenes de 18 porque, según Allen, a los 11 años las personas aún no tienen formados los prejuicios con los que gestarán posteriores situaciones de enemistades, conflictos y guerras.

Doris T. Allen, quien fue postulada en 1979 para el Premio Nobel de la Paz, falleció hace dos años dejando una asociación que continúa promoviendo su filosofía pacifista por los más diversos rincones del planeta. En México, dos de sus integrantes, Francisco Servín y Francisco Ramos, nos platican de esta experiencia llamada CISV

-¿Qué es CISV?

Francisco Servín: Una organización internacional, sin ánimo de lucro y formada por personal voluntario, que busca promover la paz de las naciones a través de una experiencia intercultural con jóvenes.

Francisco Ramos: El campamento, que no es en tiendas de campaña, dura un mes y está basado en un sistema educativo que fomenta valores internacionales como la tolerancia, la honestidad, la cooperación y la paz. Esta asociación es una experiencia de vida donde se entablan amistades duraderas y se dan cuenta que, bajo las aparentes diferencias, somos muy parecidos.

-¿En qué tipo de instalaciones se hacen los campamentos?

F.S. En distintas. En Japón me tocó una universidad, en Italia un albergue y en Guatemala en un ex convento.

-¿Cómo funciona el sistema de intercambio?

F. S. Los países que deciden organizar los campamentos invitan a delegaciones de niños de 12 naciones. Cada delegación está formada por dos niños, dos niñas y un adulto mayor de 21 años que es quien organiza las actividades y el campamento.

-¿Cómo se transmiten esos valores?

F.S. A través de actividades y juegos. Por ejemplo, hay uno que se llama "Paz, guerra, paz", en el que los niños construyen una ciudad durante tres o cuatro horas. Les queda preciosa pero, cuando se están tomando un descanso, regresan y la ciudad está hecha pedazos. Los niños entran en estado de shock pero vuelven a reconstruirla. Al final entre todos comentan qué sintieron al ver la ciudad destruida y al reconstruirla. Es una manera de transmitir el sentido de la paz.

-¿Cuántos campamentos se hacen durante un verano?

F.R. Unos 60. Pero hay países que su verano es nuestro invierno, como Argentina, Australia, Nueva Zelanda o Tailandia. Entonces ahí los campamentos en vez de llevarse a cabo los meses de junio y julio se realizan en diciembre y enero.

-¿En qué idioma se comunican personas de tantos países?

F.R. La lengua oficial es el inglés. Todos los adultos lo hablan, pero no todos los niños.

F.S. Tampoco es necesario para los niños hablar inglés porque desarrollan un tipo de comunicación no verbal con la que se entienden perfectamente.

-La experiencia de haberte formado en un ambiente que promovía estos valores, ¿en qué te ha diferenciado hoy, con 25 años, respecto a los chavos de tu generación?

F.S. Para empezar, a los 11 años ya tenía amigos por todo el mundo. Por otro lado, cuando entré en el año 90 tenía un amigo israelí. Al comenzar la guerra entre Irak y Kuwait le escribía y estaba muy preocupado por él. Esta preocupación internacional no era común en los niños de mi generación. En la adolescencia me di cuenta que podía viajar sin mis papás porque te vuelves más responsable e independiente. En la preparatoria ya me había ido solo con unos amigos a viajar por Guatemala y Chiapas. Aprendes a viajar, a estar más alerta y te vuelves más sensible ante las culturas diferentes.

-¿No suena demasiado idílico?

F.R. A veces suena a La isla de la fantasía pero, hasta cierto punto, lo es, porque si te vas a un lugar apartado del mundo a convivir con gente vives una situación un poco ideal. Ahí absorbes la realidad de cada individuo y, cuando regresas a tu país, traes un montón de emociones que no tenías antes porque en los campamentos no hay fronteras políticas, raciales ni religiosas.

-¿Ni sociales?

F.R. La asociación no es una ONG que recibe fondos, sino que depende económicamente de las familias de los niños. Si vas a Dinamarca, el gobierno otorga subsidios para asociaciones de niños. Aquí no. Por lo tanto las clases sociales de un niño mexicano y un danés serán diferentes, pero a los 11 años no existen esos prejuicios.

F.S. La realidad latinoamericana es muy diferente a la europea o asiática. Allí los gobiernos apoyan las actividades infantiles. Aquí no hay fondos ni para los niños de la calle.

-Después de tantos años en esta asociación, ¿cómo han visto que se relacionan los niños de diferentes culturas?

F.S. El verano pasado viví un caso interesante en Italia. Fue una delegación de Israel y una de Austria. Los niños austriacos, por la educación de su casa, traían cierta predisposición antisemita. A las dos semanas ya se había hecho una pareja de una niña israelita y un niño austriaco.

F.R. Es como la relación con los asiáticos. Culturalmente, el asiático no es una persona que le guste el contacto físico, pero a las dos semanas ya te abrazan y se te suben encima. Los latinos somos cálidos, los escandinavos muy fríos, los estadunidenses algo sosos y los japoneses observadores. Pero cuando están todos juntos te das cuenta que no son tan diferentes.

-¿Por qué en los campamentos se ha fijado una edad mínima de11 años?

F.R. Porque cuando se fundó se buscó la edad en que los niños pudieran separarse de los papás y que no tuvieran prejuicios. Actualmente esa edad es cuestión de un reglamento heredado, porque ahora los niños se desprenden más rápido.

-¿Llegaron a conocer algún representante de aquella primera delegación mexicana de 1951?

F.R. Sí, una niña llamada Geraldina Margain que ahora tiene más de 60 años. Aquel primer campamento se realizó en Cincinatti y, como todavía los niños estaban muy marcados por la Segunda Guerra Mundial, Geraldina recordaba que había niños europeos que traían tatuado en el brazo el número de serie que les ponían a los judíos en los campos de concentración. Esta señora tiene dos asociaciones infantiles y ha dedicado su vida a los niños.

Aunque el cupo es limitado, todavía quedan lugares, con un costo aproximado de 25 mil pesos por persona. Mayores informes en el correo electrónico [email protected] o al teléfono 5598-8022.

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