TOROS

Gastón Ramírez Cuevas

MADRID, 19 DE ABRIL. El público madrileño respondió de manera excelente a la convocatoria para el festival a beneficio de las víctimas de los atentados del 11 de marzo. Casi se llenó la Plaza de Las Ventas, pese al intenso frío de la tarde. Tras el paseillo, se guardó un emotivo minuto de silencio.

EN LA PLAZA más importante del mundo se vivió un ambiente de agradecimiento que se manifestó en las ovaciones que el respetable tributó a cada uno de los alternantes antes de empezar sus faenas. Todos, excepto Julián López, brindaron la muerte de su toro al cielo en memoria de las víctimas del 11 de marzo.

A DIFERENCIA DE los festejos de este tipo que se dan en México, aquí todo mundo actuó de manera gratuita. Es decir, ni toreros ni ganaderos ni el personal de la plaza, ni los médicos ni los veterinarios ni las cuadrillas cobraron un centavo. Los diestros más veteranos, tres de ellos ya retirados, demostraron más alegría y recursos que las dos figuras más taquilleras de la actualidad: Ponce y El Juli. Por eso, cuando Manzanares, Espartaco o Joselito decían el toreo, se escuchaban voces en el tendido que les pedían que regresaran.

LOS NOVILLOS DEJARON bastante que desear, pues fueron débiles y ninguno demostró bravura excepcional. Los matadores pusieron empeño y gusto. Convencieron a la afición y cortaron orejas salvo en los casos del rejoneador Antonio Domecq, José María Manzanares y El Juli, quizá atribuible a la falta de fuerza de los toros que les correspondieron.

EN UNA TARDE fría y con viento, el festival tuvo momentos interesantes y divertidos salvo en los dos últimos toros. Espartaco fue el triunfador indiscutible, pues toreó con clase fenomenal a su enemigo. Estuvo bien con el capote y con la muleta regaló a los aficionados tandas sobre ambas manos de verdadera torería. Sobresalieron muletazos de trinchera muy suaves que hicieron a la gente brincar del asiento. Coronó la faena con una estocada, un pelín delantera, y le concedieron dos orejas.

EL PUBLICO DE Madrid quiere a César Rincón, y el gran torero colombiano estuvo a la altura. Ligó muletazos largos y templados tanto con la mano izquierda como con la derecha. Resolvió perfectamente las dificultades que planteó el toro castaño muy claro de Alcurrucén. Después de una estocada entera, recibió dos orejas.

JOSELITO TOREO A la verónica con un señorío especial. Después, al empezar su faena, logró momentos de arte al templar los muletazos acompañándolos con la cintura. Desgraciadamente el toro se fue apagando y la gente se quedó sin ver una faena grande. No obstante, el recién retirado Joselito cobró un estoconazo y pudo pasear una oreja en la vuelta al ruedo.

EN EL PRIMER toro lidiado a pie, José María Manzanares tuvo detalles de gran torero, pero el bicho era un inválido y todo quedó en las ganas de verle torear de nuevo, aunque sea en festivales.

ENRIQUE PONCE TOREO con mucha ventaja y sin ajustarse. No se sabe si el toro en otras manos hubiera lucido más. Sin embargo, la gente está con él y, pese a que recibió un aviso por alargar el trasteo antes de descabellar con eficacia, el presidente le otorgó una oreja.

DE EL JULI se esperaba mucho, pero bailó con la más fea. El séptimo novillo se dolió mucho de las patas y se caía continuamente. No había ahí nada que hacer. Además ya para esos momentos el público deseaba abandonar la plaza convertida en una nevera e irse por ahí a beber algo reconfortante y platicar lo visto.

ANTONIO DOMECQ TOREO a caballo con más entusiasmo que éxito. Además le recetó dos rejonazos de muerte bastante infames al pobre animalito. Pero un festival tiene siempre algo que atrae a un cierto público jacarandoso, al que los caballitos le resultan indispensables.

PARA AQUEL LECTOR al que le interese un poco de dialéctica taurina, asentaremos que los novillos del festival se parecen bastante a los dizque toros/toros que nos sacan los domingos de corrida en la México. Sólo que no los afeitan tan descaradamente.