México D.F. Martes 20 de abril de 2004
Piden al gobierno "tomar en serio" las actividades
agrícolas y escuchar a productores
En riesgo, la soberanía alimentaria del país,
advierten investigadores
"Maíz y frijol, los perdedores con el TLC"
MATILDE PEREZ U.
México debe iniciar un programa de investigación
y aplicación de biotecnología en maíz, y proteger
las regiones donde existan granos criollos, aseveró el director
de la Cámara Nacional del Maíz Industrializado, José
Enrique Tron.
A
las propuestas se sumó Antonio Turrent Fernández, integrante
del grupo de investigadores del Campo Experimental del Valle de México
del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas
y Pecuarias (INIFAP), quien indicó que se deben evitar los riesgos
de depender de la tecnología de las trasnacionales.
En dicho proceso, consideró, el gobierno federal
y los habitantes de las ciudades deben romper con la lejanía que
mantienen con los campesinos, a quienes en muchas ocasiones subestiman.
Apremió al gobierno a tomar más en serio las actividades
agrícolas y escuchar "con más seriedad a los productores
y a sus nuevos líderes".
A su vez, el coordinador ejecutivo de la Unión
Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA),
Alberto Gómez Flores, insistió en que maíz y frijol
deben quedar fuera del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN), el cual ha provocado un impacto altamente negativo en la
agricultura del país.
"La crisis rural mundial se deriva de los gobiernos neoliberales,
que ponen a competir a sus campesinos con las trasnacionales, con precios
y producciones muy difíciles de igualar para los productores. En
México está en riesgo la sobrevivencia de los campesinos
y la soberanía alimentaria nacional.
"A 10 años del TLCAN, el maíz y el frijol
son los perdedores; la supuesta protección extraordinaria para estos
cultivos ha sido eliminada sistemáticamente por decisión
unilateral del gobierno mexicano, y en la realidad estos productos se encuentran
en el mercado abierto", asentó.
El director de la Cámara Nacional del Maíz
Industrializado apuntó que el programa de investigación tecnológica
para maíz deberá estar enfocado a desarrollar semillas resistentes
a la sequía, a suelos ácidos o con mucho aluminio -esta última
característica prevalece en las tierras del sureste-, y que lleguen
a los campesinos que, a pesar de producir los dos granos básicos
para los mexicanos, siguen empobrecidos.
Esa semilla, explicó, no necesariamente sería
transgénica, sino un maíz mejorado y acorde con las características
del suelo mexicano, con rendimientos de 600 o más kilos por hectárea.
Corresponde al gobierno respaldar esa investigación, inclusive más
que la comercialización, que beneficia a pocos y en donde se han
cometido varios errores.
"Defiendo la tecnología, que no es lo mismo que
transgénicos. Sin embargo, si acaso en el país se llegan
a obtener granos modificados genéticamente, pues bienvenidos, pero
deberán sembrarse en el norte del país, lejos de donde están
los maíces criollos, y no ocupar más de una cuarta parte
del total de la superficie destinada a la producción del grano",
abundó.
Por su parte, Turrent Fernández, investigador y
ex vocal ejecutivo del INIFAP, advirtió que cuando las trasnacionales
logren controlar la producción de maíz, arroz y trigo "tendrán
al mundo sujetado por la nariz", situación que se agravará
si se profundiza la asociación entre el poder público y los
intereses de las grandes corporaciones.
A la fecha, opinó, ya existen esos nexos, particularmente
en Estados Unidos, cuyas empresas productoras de agroquímicos no
se responsabilizan de limpiar el agua. Los resultados del arrastre o penetración
al subsuelo de las sustancias químicas contaminando los mantos freáticos,
ríos y mares son conocidos por el gobierno estadunidense, pero no
hace nada porque "se privatizan las ganancias y socializan las pérdidas".
Por la excesiva "colocación de fertilizante en
el suelo se ha incrementado el proceso de eutrofización, que ya
está afectando una cuarta parte del Golfo de México, hasta
donde llegan los residuos químicos utilizados en la agricultura
estadunidense. Por ese fenómeno hay ecólogos que están
en contra de la agricultura, pero hay que tener en cuenta que de los 123
mil millones de hectáreas que hay en el mundo, la agricultura usa
sólo mil 500 millones, en las que se produce 85 por ciento de los
alimentos que se consumen en el mundo. Así, la agricultura es el
mejor defensor del ecosistema por su eficacia".
El problema, expresó, es que "estamos apostando
más a una agricultura industrial y dejamos la clásica, que
se apoyaba en las interacciones biológicas. Estamos caminando hacia
la privatización", concluyó.
Señalan presiones de empresas de transgénicos
KARINA AVILES
México está en el "centro de una guerra
comercial" encabezada por los grandes consorcios productores de semillas
transgénicas, que al verse a punto "del colapso" financiero necesitan
que se abra el mercado mexicano. Por ello, alertó Peter Rosset,
del Centro para el Estudio de las Américas, este país enfrenta
una serie de "presiones" de dichas empresas, respaldadas por el gobierno
de George W. Bush.
El biólogo advirtió que la variedad criolla
de maíz, la cual es una herencia ancestral de los mexicanos, podría
"degradarse en poco tiempo" a causa de esta contaminación transgénica,
lo cual sería "un atentado contra la seguridad alimentaria de todos".
Rosset explicó que tanto México como Brasil
son dos países de la región que están en la mira de
las trasnacionales, porque éstas agotaron sus posibilidades de crecer
y están a punto de la quiebra.
"Imaginen las presiones a las que está sometido
México por una industria respaldada por el gobierno de Washington.
Por ello no nos debe sorprender el 'accidente' de la contaminación
del maíz mexicano", añadió.
En su turno, Ana de Ita, del Centro de Estudios para el
Cambio en el Campo Mexicano, destacó que de acuerdo con distintos
estudios, la contaminación de maíz transgénico en
el país no es un caso aislado, ya que ha llegado a regiones de comunidades
indígenas y de campesinos muy alejadas. La fuente de dicha contaminación
es la importación del maíz modificado genéticamente,
agregó.
Recordó que en 2003 aproximadamente 40 por ciento
de la producción de maíz en Estados Unidos fue de transgénicos,
nación que envía a México productos mezclados, "que
han sido importados por Diconsa, instancia que vende el maíz a comunidades
rurales, en donde la gente es consumidora y productora. Eso explica que
la contaminación esté tan generalizada". Apuntó que
los riesgos ambientales de utilizar transgénicos se multiplican
al ser el país una nación megadiversa.
El secretario de la Comisión de Medio Ambiente
de la Cámara de Diputados, José Luis Cabrera, habló
de la necesidad de impulsar una legislación de bioseguridad que
contribuya a la soberanía alimentaria, impulse la producción
agropecuaria y proteja la biodiversidad del país.
Señaló que la iniciativa de ley de bioseguridad
de organismos genéticamente modificados -que se encuentra en la
Cámara de Diputados- es perfectible y por ello su partido, el PRD,
propondrá algunas modificaciones, porque el proyecto carece de algunos
puntos de suma importancia que deben incluirse.
Por ejemplo, apuntó, se deben establecer mecanismos
legales para la reparación de daños y las comunidades indígenas
deben ser consultadas antes de la introducción de los transgénicos.
La especialista Rosalba Mendieta comentó que el
capitalismo "ha secuestrado las fuentes de alimentación y ha generado
una industrialización indiscriminada. No necesitamos tanta tecnología
de punta; lo que queremos es solucionar el problema del hambre".
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