Marco Rascón

Escándalos políticos y recesión

Observando en conjunto, los escándalos y el tema de la corrupción son solamente una parte de los graves problemas que debe enfrentar el país. El más grande es sin duda la recesión económica y sus consecuencias negativas a corto, mediano y largo plazos.

Las presiones sobre la paridad monetaria y el atorón de Estados Unidos con sus aliados en Irak nos permiten avizorar que México no va hacia el desarrollo económico ni a la democracia, sino a la crisis, y que habrá un retorno al autoritarismo.

El país está a punto de reconocer que la única posibilidad de México es el PRI y que toda tentativa de alternancia ha fracasado. Sobre las cenizas del viejo optimismo del cambio, el priísmo se levanta como la única fuerza política existente, pues tanto los antiguos referentes de derecha como la supuesta representación de la izquierda a través del PRD son el hazmerreír y el asombro dada la acelerada descomposición.

De la dirigencia perredista no sorprende la corrupción, sino la velocidad con la que llegó a las diversas instancias. A la burocracia perredista le sucede lo que a Sisífo en la mitología griega: entre más empuja la roca de una supuesta reforma interna, más le caen encima los acontecimientos y más retrocede ante su propia simulación.

Bajo el gran contexto nacional e internacional es claro que la política debía llevarse a un plano depresivo, en correspondencia con la gravedad de la recesión económica, pues si bien las fuerzas del poder político y económico no tienen la fortaleza para unificar al país y darle una alternativa, sí cuentan con la capacidad necesaria para impedir que alguien lo haga.

En ese sentido, el vacío de perspectiva y dirección que vive el país proviene de las mismas fuerzas políticas del PAN y del PRI, pues el PRD ha sido lanzado a la bodega de siglas que ocupan el PVEM, Convergencia y el PT, en lucha para ver quién es el enano de mayor estatura y el mejor negociante en el nuevo esquema bipartidista.

En ese plano político, detonado por el escándalo y la debacle del PRD, estamos ante un nuevo esquema político de bipolaridad, pues si bien tanto el PRI como el PAN han compartido los mismos quehaceres y decisiones económicas, ambos están dispuestos a impedir que el otro conduzca el proyecto que comparten. El bipartidismo llegó ante los errores históricos de la izquierda, que por inercia y complacencia depositó en pequeños grupos sin escrúpulos, ineptos y de gran mediocridad la conducción del PRD y los principios del movimiento democrático que le dieron origen.

Dado ese esquema, la oligarquía busca la restauración priísta, según evidencia su accionar en el último año, dado que no sólo se ha apropiado de los órganos electorales y de la mayoría de las gubernaturas, sino también ha tomado por asalto la moral del país ante los actos tontos y torpes de la burocracia perredista.

ƑPuede surgir de la depresión política y económica una nueva "unidad nacional"? Pareciera que sí, dado que ha sido recreado el modelo de Francia del 18 Brumario de Luis Bonaparte y el del ascenso de Hitler, en Alemania, a principios de los años 30 de este siglo. En México están puestas a plenitud las condiciones políticas y económicas para que gobiernen los peores, apoyados por la propaganda de los medios y sus intereses.

Para todos aquellos que lucharon desde un plano de honradez intelectual, social y política, el futuro es muy confuso, sobre todo si no se realiza un deslinde histórico de la corrupción, el sectarismo, la mentira y la demagogia que condujeron al naufragio, cuya autoría es de los grupos, y sólo de ellos, y no tiene por qué pagarlo la izquierda.

La reflexión viene porque los tiempos futuros serán peores, si no se rompe la condescendencia. Por eso hay que ir al fondo y desconocer a esa dirección descompuesta, no dar un paso atrás en la constitución de una dirección nacional colegiada dentro del PRD, que haga valer el desconocimiento del Comité Ejecutivo, el Consejo Nacional y los organismos de Garantías y Vigilancia. Pero esta acción requiere del respaldo de todos los agrupamientos de izquierda, así como del aislamiento de los grupos y corrientes que hoy dominan al partido.

Sustituir a la intelectualidad democrática y a los luchadores sociales por supuestos "empresarios" tuvo un costo que dio por resultado lo que estamos viendo. Ante esto, los que fundaron al PRD, los que lo nutrieron desde tiempos muy anteriores, los que depositaron su confianza en él, deben crear la rebelión por la verdad y empujar a la reconstrucción, dejando atrás a los responsables, que con todo cinismo pretenden continuar representando a la izquierda en estos momentos de gran recesión y peligros para México.

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