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México D.F. Martes 20 de abril de 2004

René Drucker Colín

La democracia gringa

Recuerdo una caricatura de Abel Quezada de hace varios años que dibujaba a un marine, de esos que manda Washington por doquier a defender la "democracia", con su metralleta humeante tras acribillar a un campesino en una cabeza de playa, y el marine decía: "deberías de darme las gracias, pues te salvé de las garras del comunismo". Corrían aquellos años en los que cualquier país que tuviera la más mínima intención de "poner en peligro" la democracia -léase afectar los intereses gringos- era una amenaza que se debía aplastar, pues podía caer en manos de los peligrosos comunistas que pululaban por ahí. La invasión de Granada fue la muestra más grotesca de esa política estadunidense. Desde luego, dentro de esa gran política democrática gringa, países con flagrantes violaciones a los derechos humanos, con niveles de pobreza indescriptibles, pero que eran aliados de Washington, y que desde luego tenían como principal característica proteger y ser socios de los intereses comerciales de ese país, eran pintados como paladines de la democracia y una gran esperanza para los pueblos que supuestamente representaban.

En Latinoamérica, Washington ha estado siempre coludido con la peor, más despreciable y frecuentemente criminal ralea de políticos. La lista es larga y las historias de esas asociaciones son innumerables y harían sonrojar a cualquier gran defensor de la grandeza democrática de Estados Unidos. La Cuba de Castro es el único país con gran dignidad que desde siempre ha rehusado plegarse a los intereses gringos, y por lo tanto se ha convertido en la gran obsesión de Washington, quien desde hace más de 40 años ha intentado, y afortunadamente siempre fracasado, instituir la "democracia al American way" en Cuba.

Ahora ya encontraron a otro de esos serviles y desvergonzados presidentes latinoamericanos para que le haga el jueguito otra vez a Washington para acusar a Cuba en Ginebra de violar los derechos humanos. Hay que ver al presidente Maduro, de Honduras, acusando a Cuba de lo que ellos menos tienen: derechos humanos (ver José Steinsleger, La Jornada del 7 de abril).

Pero, bueno, ahora sabemos que ya el comunismo no es amenaza, ahora es el terrorismo, y desde luego que lo es. Sólo hay que preguntarles a los iraquíes con sus miles de muertos, a quienes ya les llegó la "democracia al American way". Y quien lo ha impulsado con el ansia de un fundamentalista cristiano, pues, como sabemos, el baby Bush, hombre ignorante a más no poder y tan democrático que llegó a la presidencia con el fraude más escandaloso en la historia de su país. Todo con el sello democrático de la familia Bush.

Resulta que esa democracia que ya les llegó a los iraquíes es la que pagó 4 millones de dólares a Database Technologies para "encontrar" de entre la lista de votantes en Florida a todos aquellos sospechosos de haber sido delincuentes y removerlos de la lista de votantes. La ley en Florida no permite que ex delincuentes voten. En dicho estado 31 por ciento de los negros tienen algún cargo en su contra, lo que permitió que miles de negros no pudieran votar. El 90 por ciento de los votos de la comunidad negra la recibió el partido opositor a Bush, pero miles de ellos fueron impedidos de votar. Y cómo le hicieron, pues incluyeron en la lista con el mismo nombre, aunque no tuvieran cargo alguno en su contra, o personas con multas de tránsito, etcétera. De esa manera se impidió el voto de 173 mil personas registradas para votar; 66 por ciento eran negros. Pero además consiguieron una lista falsa de 8 mil personas originarias de otros estados, supuestamente delincuentes que residían en ese momento en Florida y tenían derecho de votar, pero fueron excluidos. Esa lista provino del estado de Texas, donde baby Bush era el gobernador.1 Y quién es gobernador de Florida, pues nada menos que el democrático hermanito Jeb Bush. Habrá que recordar que Bush ganó la elección por 537 votos. La gran mayoría de los ilegalmente excluidos hubieran votado en su contra y, por lo tanto, Bush hubiera perdido.

Esta es la democracia estilo Bush, con la cual se quiere permear al mundo, pero sobre todo a aquellos países que no quieren ni defender ni someterse a los intereses gringos, perdón, a la "democracia gringa".

Pobre mundo, ojalá y el pueblo estadunidense vote a fines de año en contra del inquilino de hoy de la Casa Blanca, pues el gran, gran terrorista de esta época es sin lugar a dudas el señor George W. Bush.

1 Datos obtenidos del libro de Michael Moore, Estúpidos hombres blancos

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