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México D.F. Jueves 15 de abril de 2004
Angel Guerra Cabrera
Cuba, patrimonio de la humanidad
Circula profusamente en Internet una propuesta de plataforma de acción para la Red de Redes en Defensa de la Humanidad, redactada por Pablo González Casanova y Víctor Flores Olea, a solicitud del capítulo mexicano. El documento aborda tres puntos centrales en que podría centrarse la actividad de la red: la resistencia a las políticas neoliberales, a su nueva fase de aplicación belicista por Bush II y la solidaridad con quienes las resisten (véase www.defensahumanidad.org). La defensa de Cuba, argumenta, sería un primer elemento de identificación de los integrantes de la red: "Exigir en la próxima reunión de Ginebra (...) que se considere a Cuba como un patrimonio de la humanidad por haber logrado los más profundos avances conocidos a nivel universal en la práctica de la democracia, (...) de la libertad y (...) del socialismo". Aunque toma a Ginebra como punto de partida, el pronunciamiento no se reduce al rechazo de una resolución anticubana en la mal llamada Comisión de Derechos Humanos (CDH). Como la Santa Inquisición en el medievo tenía la misión de enviar a la hoguera a quienes cuestionaran los privilegios feudales, ésta y otras instancias de la ONU están consagradas hoy a satanizar toda oposición al Reich de Bush. Cuba, por su fuerza moral, es la principal piedra en el camino para los nuevos nazis. No debe sorprender entonces que el principal objetivo en la CDH de la potencia más poderosa de la historia sea condenar a un país al que supera abrumadoramente en armamento, 200 veces en territorio y 30 en población. Con Inglaterra a la cabeza, el nuevo Führer cuenta en ese organismo con un lacayuno grupo de gobiernos como República Checa y Australia, o sus equivalentes latinoamericanos, ergo Honduras, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, Chile y Perú. Y si a la mera hora no le da la cuenta de los votos no vacilará en torcer brazos de indecisos y renuentes amenazándolos con represalias de todo tipo.
Ante el cúmulo de mensajes solidarios y preguntas que llegan sobre cómo impulsar la iniciativa sobre Cuba, González Casanova precisa la idea. Se trata, dice, de ampliar el concepto de Patrimonio de la Humanidad aplicado hasta ahora en la UNESCO a sitios, ciudades, paisajes o documentos del patrimonio pretérito, extendiéndolo también a hechos extraordinariamente relevantes de la historia viva. Visto así, Cuba prefigura el nuevo mundo posible y es por eso un referente para el futuro de la humanidad.
El capítulo mexicano cree en la fuerza y viabilidad de esta idea, de allí que decidiera difundirla en el mundo. Del intercambio entre las redes de todos los países surgirán las formas de llevarla a cabo. Los muchos siempre se han identificado con Cuba como algo propio y ésta es una manera concreta de traducir esa identificación en un hecho de gran relevancia política. Llevará tiempo organizarlo, pero estamos seguros que la idea de proclamar a Cuba patrimonio de la humanidad tomará cuerpo porque en la isla se ha logrado la alternativa más completa a un orden mundial regido por la banalidad, el hedonismo rampante, el pensamiento único y acrítico, y la mentira. Están en el orden del día la criminalización y, eventualmente, la calificación de terroristas a los que resisten ese orden, a sus ideas y a las minorías; a todo lo diferente; en suma, al estereotipo dominante. El propósito es legitimar el racismo, el lucro sin importar los medios, las criminales guerras de conquista como en Afganistán e Irak, y la supresión de las libertades y derechos individuales y colectivos conquistados en siglos de lucha. La importancia de impulsar esta iniciativa es que Cuba -pese al cerco, el bloqueo y la amenaza militar constante de la potencia hegemónica- ha demostrado que se puede vivir en libertad y dignidad sobre bases totalmente diferentes. Cuba coloca en primer plano al ser humano y a su espiritualidad, de lo cual es un ejemplo -uno entre muchos- el proyecto ya aplicado en todos los municipios de universalizar la enseñanza superior. Aquí radica una singularidad cubana. Conjuga armónicamente, en síntesis creativa, la formación de nuevos valores y conciencia con la construcción económica que la sustente.
La solidaridad con Cuba no debe desenvolverse desde la defensiva. Su acento debe ponerse en romper el cerco mediático y, sin idealizarla, dar a conocer la realidad social de la isla. [email protected]
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