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México D.F. Jueves 15 de abril de 2004
Sergio Zermeño
Eliminar al otro: la cultura negativa
Durante la larga agonía del priísmo en el poder nuestro anhelo era claro: que concluyera de una vez por todas esa pesadilla, que hubiera equidad en los recursos para hacer política, que pudiéramos escoger entre varias opciones y que se contaran bien los votos de la ciudadanía. Sin duda por eso, cuando se abrió la posibilidad de que otro partido distinto al PRI ganara las elecciones, una franja muy amplia de compatriotas decidimos inclinarnos por el voto útil.
Los argumentos eran dos básicamente: que como quiera que fuera, la renovación de cuadros en las altas esferas gubernamentales sería positiva y, segundo, que por más mal que resultaran las cosas, en las próximas rondas electorales, incluida la de Presidente de la República, podríamos castigar a los que gobernaron mal (o premiarlos), pero en cualquier caso la calidad de la competencia electoral elevaría el nivel de nuestra cultura cívica y la calidad y la confianza en nuestras instituciones. Todo esto y la alternancia de opciones políticas en el poder constituyeron la base del llamado tránsito a la democracia.
Sin embargo, lo que ha estado pasando en la segunda mitad del sexenio desvanece esta visión simple y bastante esperanzada. Sucede que la competencia entre fuerzas políticas con posibilidades semejantes de contender por el poder (porque el PAN tiene un electorado consistente y es el partido en el gobierno, porque el PRI es el que más votos ha ganado y parece ser el partido que más votos va a ganar en el resto del sexenio, y porque López Obrador es el candidato presidencial con más popularidad en el país), en lugar de traducirse en un esfuerzo por elevar la calidad de cada una de esas propuestas, se ha traducido en una batalla por desprestigiar al otro; en lugar de entregar a la ciudadanía programas más elevados, proyectos de país, caminos para salir de esta situación de estancamiento y empobrecimiento generalizados, se ha convertido en un deporte que tiene como objetivo devaluar a los otros competidores, meterles el pie: qué importa adónde llegue, importa que nadie llegue antes que yo. Estamos produciendo así, sin darnos cuenta, una cultura política negativa: el objetivo no es ganarle al mejor, es eliminar a los otros.
Un diputado me lo decía recientemente con toda claridad: "con estos escándalos y espectáculos, desde Romero Deschamps y Elba Esther hasta Rosario y Bejarano, pasando por Corrodi y Martita, no estamos haciendo otra cosa que abrirle avenidas inmensas a la acción directa, es decir, estamos abriendo la puerta para que todos esos campesinos e indígenas desesperados, para que todos esos desempleados comiencen a creer en las opciones que están fuera de la institucionalidad política, desde las sectas religiosas hasta los grupos de autodefensa contra la inseguridad, desde los candidatos independientes hasta las opciones armadas mucho más delincuenciales que ideológicas".
Y la verdad es que cuando todo lo antes dicho se combina con los exabruptos represivos tipo Tlalnepantla en Morelos, con el involucramiento de todas las autoridades y no sólo las policiacas en el narcotráfico en ese mismo estado, y con el pirrurrismo desenfadado y desentendido del gobernador, los temores de nuestro diputado se ven respaldados por los hechos.
Pero también me decía otra cosa: "Ƒpor qué los dirigentes de los partidos, particularmente del mío, actúan haciendo leña del árbol caído? Será horrible el espectáculo de los videos, pero estrictamente hablando Ƒde dónde sacó Cárdenas el dinero para hacer cuatro campañas (y parece lanzarse a una quinta), si no, entre otros, de amigos solidarios, muchos de ellos empresarios? Y ahora apunta su dedo flamígero contra correligionarios que tanto lo han apoyado. ƑPor qué López Obrador y el procurador Bátiz convierten a abochornados buscadores de fondos en indiciados, en delincuentes del fuero común y hasta los quieren asociar al lavado de dinero? ƑNo será que están aprovechando el río revuelto para reforzar el blindaje de esa esfera impenetrable en que se ha convertido el obrismo?
Parece que también en el interior de las corrientes políticas la práctica que se afianza es la de la eliminación del otro. ƑSerá que vamos a pasar de la vieja cultura del encubrimiento (cerrar filas en torno a Romero Deschamps) a esta "nueva" del aniquilamiento, al tiempo que nos alejamos irremediablemente del ideal de la democracia?
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