México D.F. Jueves 15 de abril de 2004
Los planes del municipio son elaborados con
la ayuda de asesores perredistas
Persecución selectiva en Zinacantán
Estudiantes de la Unach fueron enviados a hacer un diagnóstico
con fines políticos
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San
Cristobal de las Casas, Chis. 14 de abril. Para tomar el hilo de la
trama zinacanteca puede servir como punto de partida un comentario hecho
ayer en la cabecera municipal de dicho municipio por un veterano, y apacible,
militante del Partido Revolucionario Institucional, hoy en la oposición:
"Las cosas que está haciendo el actual gobierno municipal no son
del modo que hacemos aquí en los pueblos. Se nota que los planes
del presidente municipal (Martín Sánchez Hernández)
los hacen los que vienen de fuera".
"¿Cuáles?", pregunta el reportero. El indígena
responde tranquilamente: "Los que ahora trabajan con el presidente municipal.
Asesores del PRD. Uno hasta es secretario de obras". No se dé connotación
xenofóbica a estas palabras (que podrían tenerla), pues el
tono del declarante no lo indica.
El dato, sin embargo, es significativo. Quizás
determinante en la persecución selectiva y exhaustiva contra las
bases de apoyo del EZLN en ciertas comunidades que se ha registrado en
lo que va del año, materializada en el despojo total de agua de
los indígenas que se asumen como autónomos en las comunidades
próximas a Pasté, y hoy desplazados.
Un nombre parece la clave: Pablo Reyes Aguilar, asesor
del alcalde perredista (incluso estuvo a su lado durante la conferencia
de prensa que Sánchez Hernández dió ayer en el ayuntamiento).
A través suyo, el gobierno de Zinacantán firmó un
convenio con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma
de Chiapas (Unach) para efectuar un "diagnóstico" o censo en Zinacantán.
Entre las credenciales que lo acreditan como perredista
está su papel en la extinta Asamblea Estatal Democrática
del Pueblo Chiapaneco (Aedpech) que formó parte del gobierno en
rebeldía encabezado por Amado Avendaño en 1994, aquel barco
que pronto abandonaron la mayoría de las organizaciones que lo tripulaban.
Encargado de los derechos humanos en la Aedpech, Reyes
también fue responsable de finanzas (y en este carácter negoció
las inversiones que trajo a Chiapas el inolvidable enviado del gobierno
federal, Dante Delgado Rannauro). Posteriormente fue asesor del gobierno
perredista en Amatenango del Valle, hasta que el sol azteca perdió
dicho municipio. En años recientes trasladó sus oficios a
Zinacantán.
Hacia agosto de 2003, los pobladores tzotziles de 30 comunidades
del municipio de Zinacantán vieron llegar por sus parajes grupos
grandes de estudiantes, que los fines de semana venían a hacerles
preguntas. Eran alumnos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Unach
enviados, en muchos casos bajo protesta, a colaborar en un "diagnóstico"
que permitiría elaborar el proyecto de desarrollo municipal. Un
trabajo obligatorio de "voluntariado".
Las preguntas de aquella investigación (que aún
está en proceso de redacción) no parecían muy académicas,
y hubo voces críticas dentro de la facultad, las cuales señalaban
que involucrar a la institución en un compromiso político
podía ser dañino. Con sus estudiantes, la Unach estaba "subsidiando"
un proyecto político. No obstante, el estudio se puso en marcha.
Entre las preguntas que incluía el cuestionario
estaban creencias religiosas, filiación política y otras.
Operaba una curiosa licencia metodológica: si una familia no se
encontraba en su vivienda o no respondía el cuestionario, los jóvenes
encuestadores podían interrogar a los vecinos. El estudió
se realizó en 30 de los 33 parajes o comunidades zinacantecas, e
iba dirigido expresamente a los perredistas, para definir futuras prioridades
e inversiones. Y para cohesionar al grupo de poder de Pasté, Nachig
y Navenchauc, muy vinculado ahora a Tuxtla Gutiérrez.
Hacia fines de 2003, las autoridades municipales tuvieron
acceso a una información detallada, casa por casa, de quienes eran,
por ejemplo, bases de apoyo zapatistas. Casualmente, entre diciembre y
enero los perredistas de Pasté, San Isidro, Elambó Alto y
Bajo cerraron las mangueras de cada vivienda identificada como zapatista,
les bloquearon los pozos y depósitos, les robaron sus tinacos, y
al inconformarse los rebeldes, se les hostigó y amenazó.
Había comenzado la ofensiva que culminaría
este 10 de abril, al emboscar la marcha zapatista que fue a Jech'vó
a llevar agua a las bases de apoyo.
Por supuesto, la caracterización censal de los
priístas (el otro grupo político de Zinacantán) ya
existía de antemano. Con ellos el PRD disputa directamente el poder
municipal, y al menos ahora que no gobiernan, los priístas no han
mostrado hostilidad contra los zapatistas. Esta es una de las paradojas
del caso.
Vagos deslindes
El dirigente estatal de PRD, Joel Hidalgo, decidió
ayer tapar el sol (de su partido) con un dedo al declarar a la prensa de
Tuxtla Gutiérrez que la agresión contra los zapatistas pudo
ser hecha por "otros partidos políticos", y fue "elaborada para
hacer caer en un supuesto error al PRD". Sin sonar muy convincente, quiso
deslindar de los hechos a los perredistas de Pasté.
Ya un día antes, Fernel Gálvez, presidente
del Consejo Político del PRD chiapaneco, había asegurado
que el "enfrentamiento" podía ser "una forma de presión"
ante las elecciones municipales que se avecinan. Y el PRD nacional, a través
de Javier Hidalgo, estimó que no era correcto ver el asunto como
un conflicto entre perredistas y zapatistas, pues era un problema "social,
no político".
Esta línea de interpretación coincide con
la del alcalde Sánchez Hernández, y por tanto resulta cómplice
suya, pues desde febrero pasado está demostrada su participación
en los cortes de agua, junto con sus seguidores en las comunidades afectadas.
La pretensión de que el pasado 10 de abril pudo haber "inflitrados"
(presuntamente no perredistas) no se sostiene ante la evidencia de que
el ataque se planeó y ejecutó desde la agencia municipal
de Pasté, en manos del grupo que gobierna el municipio.
El propio gobierno estatal insiste en culpar a las bases
de apoyo zapatistas (o más bien a personas ''ajenas''), apoyado
en la insostenible versión de que la protesta rebelde se "salió
de programa" y sólo de último minuto habría "decidido"
ir a Jech'vó. Es insostenible, pues el propósito expreso
de los zapatistas de los Altos era llevar agua a sus compañeros.
Los tanques Rotoplás llenos de agua en los camiones
no eran para quedar en la carretera de Chamula, en el lugar llamado La
Ventana, como sostienen los funcionarios estatales; este crucero (y mirador
sobre San Cristóbal de las Casas) era sólo el punto de reunión
de los más de 160 vehículos que este sábado transportaban
a miles de zapatistas, los cuales no se apearon allí ni en la cabecera
de Zinacantán. Su destino eran las comunidades sin agua, al igual
que en la movilización zapatista de febrero pasado.
Por otra parte, según el Centro de Derechos Humanos
Fray Bartolomé de las Casas, todavía hoy se ignoraba el paradero
de cinco miembros de una de las familias desplazadas, desaparecidos desde
la noche del 10 de abril.
Las versiones oficiales niegan la existencia de desplazados,
y aseguran que los "autodesplazados" ya retornaron. En los hechos, no sólo
siguen fuera de sus comunidades sino que ni la prensa, ni el gobierno,
ni los organismos civiles han conseguido averiguar dónde se encuentra
el medio millar de indígenas expulsados de Jech'vó, Elambó
Alto y Bajo.
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