México D.F. Viernes 9 de abril de 2004
Reunidas para defender sus derechos rechazaron
la permanente represión de gobiernos
La lucha por la dignidad unifica a las mujeres indígenas
de Mesoamérica
En la declaración final del encuentro
propusieron construir sociedades no discriminatorias
HERMANN BELLINGHAUSENENVIADO
San Cristobal De Las Casas, Chis. 8 de abril. "Rechazamos
la permanente represión de los gobiernos y de los partidos políticos
hacia las resistencias y luchas por la autodeterminación de nuestros
pueblos; las estrategias contrainsurgentes de baja intensidad que en vez
de diálogo utilizan la desaparición, la muerte, la violencia
física y la sicología del terror; la militarización
que han causado el divisionismo, la desarticulación de nuestras
organizaciones y la destrucción del tejido social en nuestros territorios."
En
términos enérgicos, un significativo conglomerado de mujeres
indígenas de Mesoamérica toman la palabra para colocarse
en el centro de la construcción de las alternativas culturales y
políticas que actualmente desarrollan los pueblos de la región.
"Rechazamos la violencia sexual, la prostitución
y las tácticas militares que nos convierten en objeto y objetivos
de guerra y terror; la impunidad, encubrimiento y complicidad con que actúan
militares y gobiernos; la discriminación de las autoridades locales
y las malas costumbres que nos niegan la participación y no reconocen
nuestros derechos de mujeres, ciudadanas e indígenas contenidas
en las costumbres locales, las leyes nacionales e internacionales."
Mujeres de diversas comunidades y 28 organizaciones dieron
a conocer este 7 de abril, por medio de la revista electrónica Ambiente
y Sociedad, la declaración final del Encuentro de Mujeres Indígenas
de Oaxaca, Chiapas y Guatemala -realizado entre los días 29 a 31
de marzo-, "Unidas en nuestras diversidades, cosmovisiones, necesidades,
experiencias de trabajo y esperanzas de justicia y dignidad". Allí
reivindicaron sus exigencias "de igualdad de oportunidades, respeto a la
diferencia y equidad", y se pronunciaron por "la transformación
del poder político, económico y social que nos ha mantenido
subordinadas, excluidas y dominadas, al mismo tiempo que ha profundizado
la pobreza de nuestros pueblos".
En el encuentro participaron representantes de los pueblos
zapoteco, mixe, mixteco, chontal, tzotzil, tzeltal, kiché, kaqchikel,
keqchí, poqomame, tz'utujiles, popti', chortí, mame, achí
y kanjobal. Allí expresaron: "En los procesos de organización,
resistencia y lucha, las mujeres hemos descubierto nuestra fuerza. Participamos
en la construcción de un nuevo proyecto de vida, y rompemos el silencio.
Nos sumamos a la lucha mundial contra el neoliberalismo y las guerras".
Las mujeres de los pueblos mayas y oaxaqueños se
comprometen "en la recuperación de nuestra autosuficiencia alimentaria,
el fortalecimiento de la economía campesina y la construcción
de un mercado alternativo solidario".
Al demandar políticas públicas con respeto
al derecho a la autodeterminación, admiten estar trabajando, "de
hecho", en la construcción de autonomías y fortaleciendo
la identidad de los pueblos indígenas. "Impulsamos nuestro reconocimiento
como sujetos colectivos de derecho."
Ante la "complejidad del mundo presente", la declaración
del Encuentro de Mujeres Indígenas se compromete a la construcción
de "un mundo en que quepamos todas y todos, sin discriminación,
sin explotación, sin opresión, donde convivamos en respeto
y dignidad".
Como mujeres, dicen, "rechazamos la exclusión,
la discriminación, la subordinación y el machismo, desde
lo estatal hasta lo familiar, expresado en un notable aumento de violencia
hacia las mujeres y los asesinatos de mujeres en Guatemala y México".
Como indígenas, se oponen "al racismo, la discriminación
cultural y la falta de respeto a nuestra cosmovisión y a nuestras
costumbres". Como pobres, rechazan "las políticas neoliberales que
han afectado profundamente nuestra existencia cotidiana, amenazando nuestras
culturas y la integridad de comunidades y pueblos".
Las mujeres indígenas llaman a detener "la progresiva
privatización, el despojo de nuestras tierras y la expropiación
de nuestros recursos naturales; la explotación y destrucción
de nuestra biodiversidad por las empresas trasnacionales, agroindustriales
y de turismo; la destrucción de la economía campesina que
ha tenido como consecuencia la dependencia alimenticia y la migración".
El encuentro se pronuncia contra los tratados de libre
comercio bilaterales y continentales. "Libres para los dominadores y restringidos
o inexistentes para los productos de nuestros pueblos".
También manifiestan su rechazo a "la obligación
impuesta a las mujeres a trabajar cada vez más para resolver las
carencias de la economía familiar, así como las políticas
gubernamentales con servicios de salud restringidos, y de educación
privatizados, que nos someten al control forzado de nuestra fecundidad
a cambio de las limosnas o 'fondos sociales' diseñados por el Banco
Mundial para nuestros países".
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