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México D.F. Jueves 29 de enero de 2004
CLAUDICACION DE LA SOBERANIA
Ayer,
la Procuraduría General de la República (PGR) citó
con engaños e irregularidades a ciudadanos mexicanos para interrogarlos,
en presencia de un juez y un fiscal extranjeros, en la oficina del subprocurador
José Luis Santiago Vasconcelos. Se trata de personas que fueron
arraigadas entre 60 y 90 días, acusadas de lavado de dinero para
la organización terrorista vasca ETA y posteriormente liberados
por falta de pruebas. Jorge Serrano, de la Unidad Especializada contra
el Terrorismo, y Mario Arzabe, de la Unidad Especializada contra Secuestros,
son los funcionarios mexicanos que perpetraron el atropello. Los extranjeros
se llaman Baltasar Garzón, juez español, y el fiscal de la
Audiencia Nacional de España Enrique Molina. Trascendió,
además, que los seis vascos que permanecen detenidos en el Reclusorio
Norte y que enfrentan juicio de extradición a petición de
España han sido citados para comparecer, no en el juzgado adjunto
a ese centro de detención, sino en las oficinas de la directora
de la cárcel, ante los funcionarios extranjeros.
No viene a cuento, ahora, la discusión sobre la
culpabilidad o la inocencia de los presos vascos, sino la constatación
de una cadena de irregularidades y arbitrariedades cometidas por la PGR
y por los jueces en el curso de sus detenciones y de sus procesos, tendencia
que ahora culmina nada menos que con una grave e inadmisible liquidación
de la soberanía nacional: la participación de un juez y un
fiscal extranjeros en diligencias en las que, conforme a las leyes vigentes,
sólo tienen derecho a tomar parte, además de los empleados
del Poder Judicial, los funcionarios del Ministerio Público, los
indiciados y sus abogados defensores.
En los sexenios recientes las autoridades mexicanas, deseosas
de agradar a los gobiernos españoles, han ido liquidando el derecho
de asilo, han violentado el estado de derecho al eludir, por la vía
de las deportaciones, los debidos juicios de extradición y, lo más
grave, han permitido la presencia en nuestro país de agentes del
Estado español en la creciente persecución contra ciudadanos
vascos acusados de pertenecer a ETA, persecución que en casi todos
los casos ha resultado, además, violatoria de los derechos humanos.
Durante la actual administración esas tendencias han desembocado
en un manifiesto e improcedente alineamiento con el gobierno de Madrid
en su guerra contra los vascos ?etarras o no?, en indignantes atropellos
contra personas inocentes y en una franca claudicación de la soberanía
nacional. En el punto al que se ha permitido la injerencia, sólo
faltaba que el gobierno foxista facilitara al juez Garzón una oficina
para que el magistrado español pudiera operar a sus anchas en México.
Y así ocurrió ayer, para vergüenza nacional. En el despacho
del subprocurador Santiago Vasconcelos, el magistrado español pretendió
participar en una diligencia improcedente, para colmo, toda vez que se
citó en calidad de indiciados a ciudadanos que ya habían
sido exonerados de toda imputación.
La sociedad civil debe exigir al gobierno federal que
corrija de inmediato estas acciones aberrantes e ilegales y ofrezca disculpas
a los afectados. El juez Garzón, por su parte, tendría que
esperar, en su despacho madrileño, a que se resuelvan conforme a
derecho sus peticiones de extradición. La colaboración jurídica
internacional es en sí misma deseable, siempre y cuando no conlleve
violaciones a las garantías individuales y a los derechos humanos,
y en la medida en que no se traduzca en una liquidación de las soberanías
nacionales
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