Después de un lustro el artista expone obra en la ciudad de México

Rébora cultiva una experiencia del todo libre y sin bocetos previos

''La pintura es un medio insustituible en todos los tiempos y, por supuesto, en el nuestro''

MERRY MAC MASTERS

De pie frente a su cuadro Escurridizo, en el que aparece un hombre multiforme que surca un espacio ''abierto y tentacular", Roberto Rébora (Guadalajara, Jalisco, 1963) es contundente: ''Son imágenes que sólo pertenecen a la pintura".

Para el artista, la plástica no ha muerto. Al contrario, ''la pintura es un medio insustituible en todos los tiempos y, por supuesto, en el nuestro".

Después de un lustro de no exhibir obra en la ciudad de México, Rébora presenta una exposición de 10 cuadros al temple en la galería Myto (Temístocles 23-C, Polanco), que concluye este viernes. Más que series, Rébora trabaja por ''ciclos productivos", en los que desarrolla una intención particular, y con la presente obra inicia uno nuevo.

Caracterizado por una obra ''sin ideas preconcebidas, con una intuición hacia dónde quiero dirigirme", Rébora realiza ''una experiencia del todo libre, sin bocetos previos, hasta dejar que la pintura elabore una imagen que finalmente queda fija".

A partir de la muestra La niña precoz, en 1993, su trabajo inició ''un periplo que ha tocado distintas edades. Es decir, inicié con la representación del infante y su relación con el erotismo.

''De allí he ido creciendo en la representación de las figuras que he hecho. Hice imágenes de asuntos familiares en las que aparecieron adultos y sus relaciones.

''Luego trabajé la multitud informe empujada en su flujo hacia circunstancias en las que la masa no tiene una definición de sentido. Hice retratos de viejos. Salí a la calle y traté asuntos urbanos.

''Los presentes cuadros son el salto hacia imágenes más vinculadas con los sueños". Sin embargo, ''no son los sueños", sino ''la pintura por la pintura, para la pintura".

Orozco, repercusiones seculares

Sobre su modo de proceder, Rébora se enfrenta a la tela en blanco y ''a base de veladuras, de sobreposiciones muy sutiles, que van cavando mirada adentro, de tal manera que hay un punto en el desarrollo del cuadro en el que la línea viene a ser el cuchillo que disecciona las formas para aprisionarlas en su definición y su sentido".

Abunda: ''No hay definición, no hay nada. Estoy ansioso, hay una necesidad de revelar el cuadro, de que tenga sentido, que se pueda hacer una lectura del cuadro. Entonces, pongo una serie de masas, de intención informe, y a la hora que decido sacar la línea todo se congela en una especie de definición que cuadra la imagen.

''Uno mismo es el primero en sorprenderse de lo que puede hacer la emoción cuando es controlada y liberada al mismo tiempo."

Roberto Rébora abreva ''de todos lados", no obstante, tiene un fuerte vínculo con la poesía.

En 1995 fue cofundador del taller editorial Ditoria, ediciones tipográficas de poesía, de libros hechos a mano en España y en México, que se distribuyen mediante una red de suscriptores. El catálogo de la exposición trae el soneto Gente, del español Gerardo Deniz.

En su obra también hay un dejo de José Clemente Orozco. Rébora explica: ''Cuando Picasso concluía la modernidad en Guernica, Orozco pintaba el Hombre de fuego en Guadalajara, ajeno por completo a la revolución que el cubismo había creado en todos los pintores de la tierra.

''Y Orozco daba una de las versiones de mayor calidad de humanismo que existieron durante el siglo pasado.

''Orozco significa una tradición muy honda, con repercusiones seculares, indudablemente.

''Mis cuadros son reborianos después de Orozco", concluye.