CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Nombramiento necesario para poner orden

ENTRE LA PROCURADURIA General de Justicia del Distrito Federal y la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) capitalina se ha creado una especie de competencia malsana que exhibe diferencias legales y conceptuales de forma y fondo en las tácticas para buscar mejores ámbitos de convivencia en la ciudad.

DESDE HACE UN buen rato se ha documentado lo que a todas luces parece una total falta de respeto del jefe de la policía, Marcelo Ebrard, hacia las leyes: el alcoholímetro, el uso de esposas y, más recientemente, las tareas de investigación que por ley se encargan a la Policía Judicial y que el jefe de la corporación se ha tomado como otra de las tareas de los azules.

EL ASUNTO HA llegado a extremos preocupantes. De julio a la fecha se han realizado 50 averiguaciones previas en contra de encapuchados que han entrado a domicilios particulares sin órdenes de cateo.

LAS DENUNCIAS INCLUYEN golpes, el robo y el destrozo de las pertenencias de los habitantes de las casas cateadas, y esas mismas quejas son en contra del grupo Tigre, un organismo especial creado en la SSP, donde Tigre I es nada menos que el mismo Marcelo Ebrard.

ES NECESARIO RECORDAR, por ejemplo, que una casa no puede ser cateada sin una orden expresa de un juzgador, y en ninguno de los 50 casos que se investigan ha habido de por medio la orden de un juez.

ES MAS, LAS policías Auxiliar y Preventiva sólo pueden ser auxiliares del Ministerio Público a petición o por medio de la orden del mismo, cosa que en nada se parece a lo que ha sucedido en las actuaciones de los llamados tigres, por ejemplo.

HAY VARIOS EJEMPLOS que muestran que los miembros de la SSP, además, no están capacitados para efectuar las investigaciones que requiere el Ministerio Público, pero como a Ebrard se le hace tarde por hacerse notar en los medios, éste y otros asuntos de ley, ni le van ni le vienen.

EL ASUNTO, ENTONCES, por más que se diga en el discurso oficial, ha llevado a roces entre las instituciones dedicadas a la seguridad de los capitalinos y se ha empezado a volver evidente.

ESO ES LO que percibió el jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, quien ha nombrado a Joel Ortega como secretario técnico del gabinete de gobierno y seguridad pública, nombramiento que, además de acertado, parece necesario.

AUNQUE APARENTEMENTE EL ex delegado en Gustavo A. Madero no tendría mayor injerencia en los asuntos del quehacer de las policías, seguramente tendrá que lograr una coordinación, hoy rota por la prepotencia o la necedad del jefe de la policía.

LO MALO ES que Ebrard fue hace varios años jefe de Ortega, y quién sabe si quiera someterse a los consejos y las órdenes que provengan de este nuevo funcionario.

DE ESA FORMA, será sin duda difícil el quehacer de Ortega, quien, por otro lado, ha mostrado en su anterior encargo sus altas posibilidades de ser el vínculo que permita poner en orden al jefe de la policía y lograr la coordinación deseada, claro, por el bien de la ciudadanía.

POR LO PRONTO, hay que saludar la intención de poner orden y hay que estar muy pendientes de los obstáculos que se quiera poner a esa función necesaria para cumplir con la ley, para que la ley se cumpla. Buena suerte.

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