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México D.F. Jueves 29 de enero de 2004

Soledad Loaeza

Cuestión de percepciones

En un libro publicado a finales de 2003, Richard Alba y Victor Nee analizan el impacto de la inmigración sobre la sociedad de Estados Unidos en los últimos 25 años, y las modalidades y perspectivas de la asimilación de los nuevos inmigrantes provenientes sobre todo de América Latina y Asia. (Remaking the American maintsream. Assimilation and contemporary inmigration, Harvard University Press). Una de sus conclusiones más sugerentes es que la aculturación no es, como se pensaba en el pasado, ni unidireccional ni sustitutiva. De manera que la asimilación de las minorías de origen migratorio reciente a la cultura mayoritaria estadunidense será cada vez menos traumática y dificultosa.

Cambios en las percepciones de los mexicanos en relación con Estados Unidos abonan esta hipótesis y sugieren que en el caso de México las bases para la aculturación en los términos que definen Alba y Nee, se establecen antes de la emigración. Es decir, las actitudes favorables de cambio están presentes en la sociedad mexicana. Consulta Mitofski acaba de dar a conocer los resultados de una encuesta relativa a la propuesta migratoria del presidente Bush (Encuesta Mitofski, Acuerdo Migratorio, enero 2004). La información que aporta es puntual y más que medir las percepciones de la opinión pública en relación con el acuerdo, nos ofrece una mirada sobre actitudes relativas a la cultura mexicana a inicios del siglo XXI que nos obligarían a revisar los lugares comunes que sobre el tema venimos repitiendo desde que se publicó El perfil del hombre y de la cultura en México de Samuel Ramos.

La encuesta es muy breve, apenas cinco preguntas, pero las respuestas son un material muy rico para la reflexión. Según Mitofksi 20 por ciento de los mexicanos considera la emigración a Estados Unidos como una opción de vida. Esta cifra tan elevada puede ser leída como siempre: estos mexicanos están expresando su frustración ante nuestra incapacidad para generar perspectivas de futuro en México. Sin embargo, esta respuesta también puede ser interpretada como una medida de un profundo y significativo cambio en la sociedad mexicana, que mira el mundo exterior ya no como una amenaza, sino como una oportunidad. Esta afirmación puede parecer banal ahora. Pero todavía cuando se negoció el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, un sector de la izquierda tradicional, concentrado en el Partido de la Revolución Democrática y algunos de sus amigos de entonces, pretendió movilizar un amplio frente nacionalista de rechazo tomando como eje el TLC. Para su sorpresa, y de muchos más, las reacciones nacionalistas más intensas se produjeron en Estados Unidos, y Cuauhtémoc Cárdenas tuvo que modificar su plataforma de campaña.

Son muchas las bases de este cambio cultural. La televisión que se ha extendido a prácticamente todo el país, ha sido un vehículo muy eficiente para que una creciente mayoría de mexicanos se familiarice con mundos distantes y diversos.

El hecho de que uno de cada cuatro encuestados tenga o haya tenido un familiar trabajando en Estados Unidos sugiere que algo de este país, en primer lugar los dólares, ya forma parte de la vida cotidiana de una proporción muy importante de mexicanos. La migración a Estados Unidos es un aspecto de un fenómeno más amplio que se ha producido en la sociedad mexicana desde finales del siglo pasado, que es la creciente movilidad de la población, característica de una sociedad moderna. Este fenómeno no sólo ha desembocado en Estados Unidos, sino que también se ha desarrollado desde fines de los ochenta en el interior del país con una intensidad sin precedentes, y explica, por ejemplo, el crecimiento espectacular de Quintana Roo, así como de otros estados.

El breve cuestionario de Mitofski contiene dos preguntas relativas a la amenaza cultural que la migración puede representar para México y para Estados Unidos, respectivamente. A la pregunta "Considera usted que el hecho de que haya millones de mexicanos trabajando en Estados Unidos enriquece o perjudica la cultura en Estados Unidos", casi 60 por ciento respondió que la enriquecía. En cambio, sólo 23 por ciento consideró que la cultura estadunidense nos enriquecía y 50 por ciento cree que nos perjudica. La formulación de la pregunta no permite saber si los encuestados consideran que el daño consiste en que los mexicanos que se van dejan un vacío en nuestro país, o si se deriva de la influencia extranjera que representan.

Lo interesante de esta respuesta es que revela que pese a tantas desgracias políticas y económicas que nos aquejan desde hace años, la mayoría de los mexicanos seguimos estando muy orgullosos de nuestra cultura. En cambio, es sorprendente el parroquialismo que se desprende de la desconfianza hacia la cultura de Estados Unidos, sobre todo por el contraste con la creciente presencia del español y de diferentes aspectos de la cultura hispánica o latina en Estados Unidos. Tal vez las relaciones entre México y Estados Unidos serían menos traumáticas si pensáramos que no son unidireccionales ni sustitutivas, y que en esos términos la cultura es una protección y un puente para lidiar con el vecino y para vivir con él.

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