México D.F. Jueves 22 de enero de 2004
De cara al centenario natal del pintor, Anagrama
redita reveladora biografía
Recrea Ian Gibson los elementos que forjaron la excentricidad
de Dalí
El autor detalla con minuciosidad las hazañas
públicas y las andanzas privadas del artista
Plasmó en sus cuadros las respuestas-acertijos
de las interrogantes sobre su personalidad
MONICA MATEOS-VEGA
Para celebrar el centenario del natalicio de Salvador
Dalí, la editorial Anagrama ha reditado una de las biografías
más completas y reveladoras del pintor catalán, la realizada
por el célebre historiador Ian Gibson (Dublín, 1939).
Ese
libro, a diferencia de la primera edición de lujo que forma parte
de la serie Biblioteca de la Memoria, se presenta en la colección
Compactos, y en México, distribuido por Colofón, tendrá
un precio accesible.
La vida desaforada de Salvador Dalí salió
a la luz en 1997. Es resultado de una rigurosa investigación que
detalla no sólo las hazañas públicas del creador nacido
en Figueres, sino sus andanzas privadas, es decir, todos aquellos elementos
que construyeron su excéntrica personalidad.
Gibson se detiene con minuciosidad en algunos cuadros
de Dalí, es en ellos en los que el pintor dejó plasmadas
las respuestas-acertijos de muchas de las interrogantes acerca de su forma
de ser.
De manera cronológica, narra desde su nacimiento
en el seno de una familia conservadora, hasta su amistad y colaboraciones
con Federico García Lorca y Luis Buñuel, su ingreso al grupo
surrealista de André Breton, la llegada ''fulminante" de Gala, su
consolidación como artista en los años 30, su arribo triunfal
a Estados Unidos hasta sus tortuosos años finales.
Las reseñas inglesas de La vida desaforada...
elogian la ''ecuanimidad" del texto, así como ''su sentido del humor
y su tajante negativa a aceptar cualquier otro dato personal procedente
del propio Dalí sin contrastarlo con otras fuentes, a menudo más
fidedignas".
La revista Time Out de Londres dijo respecto a
este libro: ''Una revelación, he aquí por fin a El gran
masturbador con la bragueta desabrochada".
El fantasma de Lorca
Gibson relata la génesis de La persistencia
de la memoria, uno de los cuadros emblemáticos de Dalí,
en el que aparecen por primera vez los relojes blandos: ''En Vida secreta
Dalí describe la epifanía de esta pieza única de relojería,
sugiriendo que su creación no era ajena al hecho de que acababa
de ingerir un trozo de Camembert especialmente fuerte".
Acerca de la entrañable amistad del pintor con
el poeta Lorca, el biógrafo documenta la ocasión en que ambos
artistas tuvieron un inconcluso encuentro sexual.
Gibson afirma que ''Dalí nunca pudo olvidar a Federico,
cuya presencia impregna su obra y cuyo fantasma le persiguió hasta
el final. Tal vez, después de todo, la mayor tragedia de Dalí
fue no haber podido amar lo suficientemente al poeta antes de que fuera
demasiado tarde".
Sobre su amistad con Buñuel, el relato detalla
cómo trabajaron en la creación de Un perro andaluz,
cuyo guión escribió Dalí en la tapa de una caja de
zapatos.
Sin duda el encuentro con Gala es la circunstancia que
da rumbo diferente a la vida de Dalí. Helena Ivánova Diákonova
era el nombre verdadero de la mujer que se convertiría en musa y
guía del pintor; nació en Moscú el 26 de agosto de
1894.
Gala era pareja del poeta Paul Eluard cuando conoció
a Dalí, a principios de los años 30. Los Eluard practicaban
una sexualidad abierta y sin tabúes, inclusive, se sabía
que compartían su cama con amigos como Max Ernst, por lo que la
ruptura entre ambos no fue un drama.
Además del amor apasionado y extravagante que los
unió, Dalí y Gala compartían gran ambición
de fama y comodidades.
Gibson recupera en su libro un poema escrito por el pintor
a su musa en diciembre de 1931 que, según el biógrafo, ''revela
otros aspectos de su anatomía más íntima": ''Lejos
de la imagen de mi hermana/ Gala/ sus ojos parecidos a su ano/ su ano parecido
a sus rodillas/ sus rodillas parecidas a sus orejas/ los pechos perecidos
a los grandes labios de sus genitales/ los grandes labios de sus genitales
parecidos a su ombligo/ el ombligo parecido al dedo de la mano/ el dedo
de la mano parecido a su voz/ su voz parecida al dedo del pie/ el dedo
del pie parecido al vello de las axilas/ el vello de las axilas parecido
a su frente/ la frente parecida a sus muslos/ sus muslos parecidos a las
encías/ las encías parecidas a su cabello/ el cabello parecido
a las piernas/ las piernas parecidas a su clítoris/ su clítoris
parecido a su espejo/ su espejo parecido a su andar/ su andar parecido
a sus cedros..."
Otro encuentro significativo en la vida de Dalí
ocurrió el 19 de julio de 1938 cuando el pintor conoció a
su gran ídolo Sigmund Freud, entonces de 82 años. Gibson
relata: ''Dado que Dalí no sabía alemán y apenas inglés,
hemos de suponer que, cualesquiera que fuesen las frases que intercambiasen
él y Freud, se pronunciarían en francés. Es sumamente
improbable, de todas maneras, que mantuvieran una auténtica conversación,
sobre todo teniendo en cuenta que Dalí se pasó la mayor parte
del tiempo esbozando un retrato del Maestro mientras que éste departía
con los otros".
La vida desaforada..., de casi mil páginas,
incluye imágenes clásicas y poco conocidas del artista catalán.
Gibson escribe: ''El pintor mantuvo su máscara a lo largo de su
vida -o casi-, y al hacerlo se mostró con frecuencia brutalmente
indiferente a las demandas de la decencia, de la honradez y de la confianza".
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