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México D.F. Domingo 18 de enero de 2004
Estar aquí es una forma de mantener la
esperanza de lograr cambios, afirma el cantante
Celebra Oscar Chávez en CU diez años
del alzamiento zapatista
Romanticismo y conciencia social en el regreso del Caifán
a terrenos de la UNAM
Nuestro deber es mantenernos como asidero, no como ejemplo,
dice el EZLN en Rebeldía
ARTURO CRUZ BARCENAS
"Somos más modestos en cuanto a nuestro lugar.
Somos un síntoma y pensamos que nuestro deber es mantenernos lo
más posible como asidero y referente, pero no como un modelo a seguir",
expresa el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
en el número 14 de la revista Rebeldía, medio mensual
que organizó el concierto de Oscar Chávez en el Auditorio
Fournier de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma
de México, la tarde-noche del pasado viernes, ante estudiantes y
simpatizantes de la causa de los indígenas chiapanecos.
Atrás
de Chávez dos pendones colgaban ilustrando el latinoamericanismo
del alma mater: uno con el cóndor y el águila, símbolos
de dos aves que cubren con su vuelo el continente americano; otro, el de
la Facultad de Medicina, el saber y la salud, la ciencia para el bienestar
humano. El Caifán regresaba al campus, donde se presentó
por primera vez en 1961 y donde más tarde guitarra en mano cantó
a los estudiantes que exigían libertades democráticas en
1968.
La coherencia de Chávez
Siempre la coherencia de su decir, su canto y su práctica
político-social, hoy ligada a los zapatistas, con cuyas bases ha
estado en Oventic, en el Aguascalientes 2, en apoyo a los alumnos
de la Escuela Secundaria Zapatista Primero de Enero, quienes en orden cerrado,
militar, con capuchas y pañuelos cubriéndoles el rostro,
rindieron homenaje a la bandera nacional y a la del EZLN.
"Estar aquí, en Ciudad Universitaria, donde no
había estado desde hace no sé cuántos años,
más de seis; estar aquí, para festejar el décimo aniversario
del alzamiento armado del EZLN, es mantener la esperanza, la esperanza
de que todo esto -levanta los ojos al cielo- cambie", expresó el
Estilos de la película Los Caifanes.
María Inés Ochoa, hija de Amparo Ochoa -quien
brindó su canto a las causas vinculadas al pueblo-, envió
un mensaje disculpándose por no haber podido asistir para abrir
el recital. Un padecimiento renal se lo impidió. Un aplauso traducido
en gracias fue la respuesta de los asistentes. La noche previa al concierto
estaba dispuesta a estar en el Fournier, pero su estado de salud es "serio",
comentó Juan Ramón Hernández, uno de los organizadores.
En el pasillo del foro se vendían objetos artesanales
alusivos al EZLN, al sub Marcos, a los comandantes zapatistas, muñequitos
con rifles de palo, algunos a caballo; muchos carteles con los Montes Azules,
libros con ensayos, discursos, aclaraciones y reivindicaciones de lo que
han sido 10 años de lucha y resistencia, "de fuego y palabra". "En
este camino no hay vuelta en U", reza uno.
Para resistir el frío se vende café chiapaneco.
Sube Oscar al escenario y suelta la primera broma, una de tantas que darán
un aire agradable al concierto: "Mucho material ya lo conocen, pero pues
¿pa' qué vienen?" Se oyen gritos salidos de una creencia
compartida: "¡Viva el EZLN!".
"Siempre me gusta decir todo lo que está pasando/
vale la pena vivir para enojarse cantando/ Esto que sucede en Chiapas me
tiene muy enojado/ entre noticia y noticia yo diría encabronado...
Son diálogos de papel con palabras desgastadas... Su monólogo
el gobierno sólo él se lo cree", canta en Siempre me alcanza
la danza, de su disco Chiapas, que presentó hace tres
años en Oventic ante las bases zapatistas. Algunos levantan la mano
izquierda, puño cerrado. Nuevos "¡viva el EZLN!" rompen el
espacio.
Es la vuelta de Chávez a CU y regala otros temas
que también el público quiere escuchar. Entona con el trío
Los Morales, amigos que lo han acompañado durante 32 años
de carrera, a lo largo de la República Mexicana y en el mundo, Flores
negras, el inmortal bolero de Sergio de Karlo, que refiere un amor
dividido por el destino. Acabada la composición, un chascarrillo
jocoso: "¿Cómo la sentiste, Oscar?" "Mejor luego hablamos",
fue la respuesta evasiva. Han deambulado tanto y en los camiones o camionetas
los compañeros optan por bromear, contar chistes, para aligerar
la comedera de kilómetros y kilómetros.
Los Morales: Julio, Carlos y Héctor se arrancan
con las notas de Cuando salgo a los campos, poética y cuyas
imágenes remiten a los surcos añorados, a la nostalgia del
llano, a la vida cercana a la naturaleza. Pasan a Veracruz y sus sones.
Tocan El pujul, alusiva a un pájaro que simboliza la vida
cuenquera veracruzana. El arpa, el sonido de las cuerdas que Carlos tañe
con maestría. En la jarana, Héctor realiza "el paso de la
muerte". "Ya ni me acuerdo", completó la broma de fondo onanista.
Un remanso de súplica: "Perdón... vida de
mi vida", que Oscar revivió en su estilo, logrando una variante
que reactivó el éxito de Daniel Santos. Viene "una que nos
gusta... ¡nos encanta!": La Lloroncita, versión oscariana
de La Llorona, esa dama que pena entre callejones buscando a sus
hijos muertos. Deja Chávez el escenario para que Los Morales toquen
solos una rola. "Si no para qué los traje", dijo Chávez.
Cantan Mi cielo. Puro romanticismo, de cuando en el amor van bien
las cosas, aunque la letra aclara que "hay gente que de dolor se muere".
Regresa el intérprete: "no los puedo dejar solos".
Canta "El cuerpo es un animal que hay que tenerle cuidado". Se escuchan
los gritos de apoyo al festejo. "El gobierno tiene las cosas calladas".
"¡Tierra y libertad!". Pero ahí están Los Morales:
"Tierra para sembrarla y libertad para fumarla". Comienza a oírse
Mariguana, esa que va así: "Cuni cuni, cantaba la rana...
Mariguana tuvo un hijito que le pusieron San Expedito".
Se acerca el fin del recital-festejo de 10 años
de lucha entre la selva y los montes. Cierran los músicos a lo grueso
con "Hasta siempre... comandante Che Guevara... Aquí se queda la
clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia comandante
Che Guevara". Por ti, de Chávez, joven composición
donde se define al amor como un infierno, y viceversa. "Nos vamos, ¿cómo
de que no? Si no es maratón, no es Big Brother ni La Academia. Esto
fue por el EZLN y tenemos la esperanza de que algo bueno va a pasar, a
10 años del alzamiento armado, tarde o temprano".
A bailar con Macondo, lo real maravilloso hecho
canción. Se va, pero tan sólo es una finta. Entona Un
año más sin ti, de Manuel Alvarez, bolero brecha, el
tiempo que separa y une. Le piden La niña de Guatemala. "¡N'ombre,
con esta gripa sería La abuelita de Guatemala".
Lo recaudado será destinado al apoyo de las Juntas
de Buen Gobierno, los llamados Caracoles zapatistas.
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