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México D.F. Viernes 16 de enero de 2004
LICENCIA PARA TORTURAR
El
gobierno de Néstor Kirchner dio a conocer ayer a la opinión
pública de Argentina y del mundo un conjunto de fotografías
de sesiones de tortura practicadas por el ejército de ese país
en cursos de entrenamiento de comandos en el periodo 1986-1994, es decir,
en plena democracia restaurada, durante los gobiernos de Raúl Alfonsín
y Carlos Saúl Menem.
Los documentos gráficos, cuya horrorosa autenticidad
ha sido plenamente corroborada, constituyen una prueba incuestionable de
esa práctica regular que ocurre en muchas fuerzas armadas del mundo,
no necesariamente en regímenes dictatoriales, y a ciencia y paciencia
de autoridades civiles que entierran la cabeza en la arena ante las violaciones
a los derechos humanos perpetradas en el seno de las instituciones castrenses.
El fuero legal del que suelen disfrutar los institutos
armados resulta cada vez más inaceptable, no sólo por los
privilegios que conlleva en relación con la justicia civil, sino
también porque, al amparo de esos estatutos de excepción,
se cometen atrocidades que no resultan menos indignantes porque las víctimas
pertenezcan a las fuerzas armadas, como es el caso de los repulsivos cursos
de formación de comandos documentados por las fotos en cuestión,
y que se llevaron a cabo en una guarnición de Córdoba.
Ante la inmediata revelación e investigación
de los documentos gráficos ordenada por el presidente Néstor
Kirchner, en un gesto que confirma el compromiso del mandatario con la
democracia, los derechos humanos y la transparencia, los mandos castrenses
argentinos argumentaron que se trataba de prácticas ya suspendidas,
realizadas con oficiales y suboficiales voluntarios, y que forman parte
de los sistemas "educativos" de "todos los ejércitos del mundo".
Pero, como lo señalaron organismos defensores de derechos humanos,
al ser torturados los soldados aprenden también, inevitablemente,
a torturar, no sólo a sus propios compañeros, sino a cualquier
ser humano, y que en cualquier momento pueden poner en práctica
los conocimientos adquiridos.
Las metodologías para provocar sufrimiento físico
con diversos propósitos -obtener confesiones o delaciones, humillar,
destruir física y moralmente a un enemigo inerme y compuesto por
civiles indefensos y aterrorizados- fueron sistematizadas, perfeccionadas
y divulgadas entre las fuerzas armadas y policiales latinoamericanas por
asesores militares estadunidenses, israelíes y franceses en tiempos
de la guerra fría y de las políticas de contrainsurgencia.
Las fotografías divulgadas ayer por Kirchner son el indicio más
sólido, pero no el único, de que la impartición de
tales "destrezas" ha proseguido en la región después de las
dictaduras militares y de las guerras sucias.
La moral pública y los principios más elementales
del humanismo hacen necesario que los institutos castrenses latinoamericanos
se abran al escrutinio de sus respectivas sociedades, entre otras cosas,
para asegurar que los alaridos provocados por las picanas no vuelvan a
escucharse en los cuarteles, en los campos de entrenamiento ni en ninguna
otra parte, ni hoy ni nunca más.
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