México D.F. Viernes 16 de enero de 2004
Crónica del primer ensayo de la filarmónica
universitaria en 2004
Bajo la batuta de Gabriel Chmura, reanuda actividades
la OFUNAM
''Derretir, fundir el sonido'', pide a los atrilistas
el director huésped principal
Interpretarán la Sinfonía romántica,
de Bruckner, y Muerte y transfiguración, de Strauss
ANGEL VARGAS
La
voz del director Gabriel Chmura irrumpe en la sala como un trueno, al tiempo
que golpetea con su batuta sobre el atril, y la música se interrumpe,
fulminada: ''que suene bien o bonito no es suficiente. Hay que derretir,
fundir el sonido".
Así, temperamental y perfeccionista, el músico
de origen polaco detiene por enésima ocasión el ensayo. No
le convence, ahora, cómo suena la sección de metales.
''¡Brillante!", espeta. ''Que se escuche cómo
brilla el sonido, no metálico como lo hacen ahora. Pom-pom-pom-pom.
Eso es lo que quiero. Recuerden, es Bruckner y esto debe sonar como lo
que es, una de las obras maestras de la música".
Chmura se refiere a la cuarta sinfonía de Anton
Bruckner o Sinfonía romántica, una de las dos partituras
que integran el programa con el que la Orquesta Filarmónica de la
Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM) reanudará
este fin de semana actividades luego de las vacaciones navideñas,
bajo la conducción de aquél, su director huésped principal.
Los atrilistas toman con tranquilidad la situación.
Varios anotan con lápiz sobre las particellas las indicaciones
que el también pianista les hace lo mismo en italiano que en inglés:
moderato,
crescendo, forte ma non troppo.
Tocar con mayor tersura
Es miércoles y hace mucho frío en la ciudad
de México. Quizá es más intenso aún adentro
de la Sala Nezahualcóyotl (sede de la OFUNAM) que en la propia intemperie.
Se
trata del primer ensayo del año para la filarmónica universitaria
y al director se le ve concentrado y tenso desde el principio, no obstante
que los atrilistas llegaron puntuales a la cita, las 8:30 horas, inclusive
muchos lo hicieron desde varios minutos antes. Ni tiempo tuvieron de darse
los abrazos y las felicitaciones por el año nuevo, enseguida entraron
en materia.
''Haremos la cuarta sinfonía, primero", es la indicación
de Chmura, quien centra su atención en la sección de metales,
especialmente en los cornos, trombones y tuba, al extremo que durante el
receso de media hora dedica varios de esos minutos a dar indicaciones a
los intérpretes de tales instrumentos.
No resulta sencillo el compromiso. La obra de Bruckner
es monumental y por ende compleja, a eso debe sumarse que los músicos
están algo desencanchados por venir de un periodo de inactividad
y les cuesta trabajo coordinarse.
Por ello, el director presta atención al mínimo
detalle y no son pocas las ocasiones que detiene a la orquesta en su conjunto
para trabajar sólo con alguna de las secciones.
Varias son las veces que les indica con la voz, entonándola
y cantando, la forma como quiere que proyecten el sonido. Al unísono,
hace más evidentes los compases con sus brazos y batuta, además
de llevar el ritmo con todo el cuerpo, con lo cual, en ciertos momentos,
semeja más bailar o practicar algún deporte que dirigir.
''No,
no", grita el músico a los violines primeros, mientras hace aspavientos
con sus manos. ''Entren juntos, al mismo tiempo. Recuerden que la música
es el manejo del tiempo".
Más adelante, también les pedirá
alargar las notas, porque la obra de Bruckner es, por momentos, una caricia,
resplandor.
Como todo trabajo en equipo, se presentan también
momentos de tensión. Elevaciones de tonos de las voces:
''Nada de que fue un error -dice Chmura a un músico-.
En una orquesta los errores son naturales y todos los tenemos; pero usted
ha estado fuera todo el tiempo. Esta es una bella pieza, yo soy el director
y no puedo hacer mi trabajo sin la ayuda de todos ustedes."
Eso sirve de catalizador y la Sinfonía romántica
suena
en todo su esplendor. Tras más de dos y media horas de tiempo efectivo
de ensayo, el director decide cambiar a la otra obra del programa, Muerte
y transfiguración, de Richard Strauss.
A esta pieza le dedica la media hora de tiempo restante.
Son pocas las observaciones que hace Gabriel Chmura, entre ellas pedir
a los músicos que recuerden que no se trata de Bach ni Vivaldi y
que, por lo mismo, deben tocar con mayor tersura.
Son las 12 en punto, el director alza su batuta por última
ocasión en este día. De hecho, así se despide y sale
veloz del escenario.
El desenlace de esta historia ocurrirá con los
conciertos que la OFUNAM ofrecerá el sábado y el domingo
a las 20 y 12 horas, respectivamente, en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl
(Insurgentes sur 3000).
|