México D.F. Miércoles 14 de enero de 2004
El presidente de Brasil tuvo bajo perfil en la reunión
Se puso énfasis en reducir la brecha entre opulencia y miseria: Lula
BLANCHE PETRICH, ROBERTO GONZALEZ Y ROSA ELVIRA VARGAS ENVIADOS
Monterrey, NL, 13 de enero. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, no consiguió evitar que en la Declaración de Nuevo León se aludiera al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y al calendario de negociaciones, que deben concluir este año. Pero, según declaró al finalizar la Cumbre Extraordinaria de las Américas, sí logró que el texto pusiera mayor énfasis en los temas de justicia social y políticas para reducir la brecha entre la opulencia y la miseria.
En el plano de su encuentro bilateral con el presidente George W. Bush, Lula tampoco logró su propósito de acordar con Washington la eliminación recíproca de visados para viajeros de Brasil y Estados Unidos.
Lula entregó hoy a Bush una propuesta por escrito para que ambos gobiernos analicen la posibilidad de iniciar negociaciones con el propósito de que, en un plazo de medio año, poder decretar la exención de ese trámite consular a los ciudadanos de ambos países. El proyecto pretende que mientras se llega a este punto, los dos gobiernos suspendan de inmediato el fichaje que actualmente se realiza a visitantes brasileños y estadunidenses en los aeropuertos de ambos países. Al recibir la propuesta de Lula, Bush sólo sonrió y nada contestó.
En este encuentro cumbre, el presidente de Brasil sólo tomó la palabra en una ocasión, en su turno en la sesión plenaria. Ahí apremió que en la integración hemisférica se eliminen las situaciones de dependencia y compensar asimetrías, y que se transite por la cooperación internacional para el desarrollo. Criticó: "La estabilidad económica fue pensada de espaldas a la justicia social. Nos quedamos sin las dos."
Coincidiendo con otros mandatarios, particularmente con el argentino Néstor Kirchner, el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Carlos Mesa, Lula subrayó que ha llegado el momento de dar prioridad a "un nuevo concepto de desarrollo, donde la distribución de ingresos no sea simple consecuencia del crecimiento, pero su palanca fundamental".
Y concluyó: "Quiero aquí evocar un valor arraigado en nuestros pueblos y sin el cual es imposible construir un futuro de esperanza para todos... solidaridad."
En otro orden, durante la media hora que duró el encuentro bilateral con Bush, en el que estuvo presente el secretario de Estado, Colin Powell, Lula se centró en abogar en favor de su proyecto de eliminar los visados. Bush y Powell no hicieron ningún comentario acerca de este tema. De acuerdo con analistas brasileños que evaluaron los resultados de la gestión de Da Silva, el mandatario "se desgastó en un asunto prácticamente inviable".
Lula defendió su posición ante la prensa brasileña: "No podemos admitir", dijo, que se sigan tomando huellas dactilares y fotografías a los viajeros brasileños que llegan a Estados Unidos, "porque Brasil no tiene una cultura de terrorismo", y abundó en sus críticas al operativo US Visit, que implica fichar en los puertos de entrada de Estados Unidos a millones de extranjeros que llegan diariamente. "Ese no es el camino para combatir el terrorismo", insistió.
En este encuentro presidencial se esperaba que Da Silva jugara un papel protagónico, de contrapeso a la línea de los neoliberales en la reunión de jefes de Estado, en particular en su defensa de los mecanismos regionales de comercio, como el Mercosur, por encima de esquemas más amplios como el ALCA, con un liderazgo que ejerció en la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Cancún (septiembre de 2003) y la ministerial del ALCA en Miami (noviembre).
Por el contrario, Lula llegó a Monterrey decidido a jugar el más bajo perfil posible. Sus contactos con la prensa fueron mínimos. Apenas una breve ronda de preguntas de no más de 20 minutos con los periodistas del pool brasileño. Incluso los funcionarios de su delegación y sus voceros estuvieron elusivos.
Su llegada fue precedida por intensos forcejeos diplomáticos de su cancillería en la negociación del documento final de la cumbre. Brasil pretendía que en este texto no hubiera alusión alguna al ALCA y a sus plazos, contra la voluntad de Estados Unidos, que cabildeó para que los jefes de Estado asumieran el compromiso de concluir las negociaciones de este acuerdo comercial continental antes de fin de año para ponerlo en marcha en 2005, el plazo que se estableció en la primera Cumbre de las Américas (Miami, 1994).
La discreción de Lula, habitualmente comunicativo y maestro del cabildeo, pudo coincidir también con el anuncio que hizo hoy en Washington el consejero comercial de Estados Unidos, Robert Zoellig, en el sentido de que próximamente se reanudaría la ronda de negociaciones de la OMC interrumpidas en Cancún y que el presidente brasileño podría ser designado para presidir esta conferencia.
En su charla con la prensa, antes de partir de Monterrey, Lula trató de minimizar los reveses que sufrió aquí al enfatizar que "es la primera vez", en la Declaración de Nuevo León, que los temas sociales tienen tanta relevancia.
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