México D.F. Domingo 4 de enero de 2004
Desatinos de secretarios obligaron al Presidente
a confiar la operación política a Gordillo
¿Dónde está el gabinete?, pregunta
obligada en Los Pinos durante 2003
Evidentes, las pugnas entre el equipo de trabajo del
mandatario y AN; Creel, de los más afectados
JUAN MANUEL VENEGAS
Con el proceso de sucesión ya en marcha, el gabinetazo
de Vicente Fox Quesada se "desinfló" políticamente al
cumplirse el tercer año del sexenio, que se caracterizó por
las pugnas y rompimientos entre sus integrantes y de algunos de éstos
con el Partido Acción Nacional (PAN) y con el propio mandatario,
quien terminó por confiarle toda su operación política
a la secretaria general del PRI, Elba Esther Gordillo Morales.
En el año que terminó, el equipo foxista
se hizo notar más por las renuncias y cambios que registró,
y el reiterado señalamiento de "novatez en la operación política",
que desde Acción Nacional y la residencia oficial se endosó
a sus integrantes.
"¿Y dónde está el gabinete?", es
pregunta recurrente entre funcionarios de Los Pinos y el PAN cuando, en
cada coyuntura, es siempre el mandatario quien asume la negociación
con las fuerzas políticas y sociales, cuando no tiene que salir
en defensa y corrección de sus colaboradores.
Fracasado el modelo inicial de administración -al
estilo del organigrama de la Casa Blanca, según revelaciones del
propio Fox- de "dividir" el gobierno en tres áreas estratégicas
y crear sendas "oficinas de coordinación", el desorden y ensimismamiento
dominaron el quehacer del gabinete presidencial, concentrándose
las críticas en el secretario de Gobernación, Santiago Creel
Miranda, sobre todo en los pasados dos meses, cuando en plena negociación
de la reforma fiscal fue desplazado por Gordillo en el frente de defensa
de los intereses foxistas.
Inclusive -como quedó registrado en todos los medios-
los episodios finales del proceso de negociación tuvieron como escenarios
la residencia oficial de Los Pinos y el restaurante de un hotel de Polanco,
donde la maestra citaba tanto a sus operadores como a las huestes madracistas,
en sus intentos por rescatar la iniciativa de su "amigo", el presidente
Fox.
Indisciplina
El
fin de año evidenció también la indisciplina y falta
de solidaridad de dos personajes en los que el mandatario confió
importantes cargos al comienzo de su administración: Adolfo Aguilar
Zinser y Jorge G. Castañeda, ambos promotores en 2000 del llamado
voto útil y hoy críticos de la "ausencia de dirección"
presidencial.
Como aderezo a las complicaciones reales del mandatario,
quedarán para el anecdotario sexenal las declaraciones de los secretarios
de Economía, Fernando Canales, y del Trabajo, Carlos Abascal. Crecen
las tasas de desempleo en todo el país, aseveró el primero,
"que a nadie nos dé pena; esto sucede hasta en las mejores familias".
A los pocos días, para no quedarse atrás, Abascal recomendó
a los desempleados "no desesperarse y ser útiles".
No se quedó ahí el secretario del Trabajo,
quien en una de las recientes emisiones del programa radiofónico
Fox contigo refrendó su visión: "plazas de trabajo
sí hay... pero hay que decirle a nuestros jóvenes que hay
que empezar desde abajo, que no se puede empezar con plaza de gerente".
En tanto, la derrota electoral del PAN en los comicios
del 6 de julio, los cambios que siguieron en el gabinete y el escándalo
por el financiamiento de la asociación Amigos de Fox dejaron al
descubierto la falta de unidad en el grupo gobernante, el tejido de intrigas
palaciegas y el distanciamiento que persiste entre el Presidente y un sector
del panismo, encabezado por el senador Diego Fernández de Cevallos.
Esto último empezó a distinguirse desde
la composición de la lista de candidatos plurinominales a la Cámara
de Diputados, en la que el foxismo vetó al ex procurador general
de la República, Antonio Lozano Gracia, imponiendo a Francisco Barrio
Terrazas y a Juan de Dios Castro Lozano a la cabeza de la bancada panista.
Al tiempo que foxistas y dieguistas marcaban diferencias
en este proceso, en el Senado de la República un grupo de legisladores
del PAN, encabezado por Carlos Medina Plascencia, cuestionó el liderazgo
de Fernández de Cevallos en Xicoténcatl, mientras desde otro
sector del blanquiazul (el dirigido por Felipe Calderón Hinojosa)
se alentaban las críticas al Jefe por su "doble papel" de
litigante.
"El fuego amigo está muy fuerte", reaccionó
Fernández de Cevallos, identificando a "los grillos de Los Pinos"
como los responsables de la insólita andanada panista en su contra.
Paralelamente, el senador y Lino Korrodi (el principal
operador y artífice financiero de Amigos de Fox) protagonizaron
una guerra de declaraciones que empañaron no sólo el triunfo
electoral de Fox en el año 2000, sino que, al prolongarse, terminaron
por poner en entredicho inclusive el papel de Acción Nacional y
de algunos de sus directivos durante aquella campaña.
En medio del escándalo, ni el secretario de Gobernación
ni el coordinador de Comunicación Social de Los Pinos, en ese entonces
Rodolfo Elizondo Torres -responsable de la imagen presidencial y también
protagonista de la campaña de 2000-, atinaron a mediar entre Fernández
de Cevallos y Korrodi.
Llamado a cuentas
Las intrigas palaciegas, por otra parte, quedaron al descubierto
en los cambios que ordenó Fox en el gabinete, pocos días
después de la derrota electoral del 6 de julio. Primero, cuando
Creel y Elizondo se apresuraron a informar que todo el gabinete pasaría
a la "revisión y evaluación" que haría una comisión
integrada por ellos dos, más la secretaria de Desarrollo Social,
Josefina Vázquez Mota; el coordinador de Políticas Públicas,
Eduardo Sojo, y el jefe de la Oficina para la Innovación Gubernamental,
Ramón Muñoz. "Hay que hacer un alto en el camino y evaluar
dónde se falló", llegó a decir el titular de Gobernación
en la resaca del 6 de julio.
Después, cuando se dieron los cambios y el propio
Elizondo fue remplazado por Alfonso Durazo al frente de la Coordinación
de Comunicación Social, el ahora secretario de Turismo envió
una carta a Javier Livas Cantú -político de Nuevo León
que participó también en la campaña del 2000-, en
la que acusó a Alfonso Durazo y a Ramón Muñoz de encerrar
al Presidente en "su círculo" y de enrarecer el clima en Los Pinos.
Identificados a partir de entonces como los principales
asesores del mandatario, Durazo y Muñoz se perdieron, sin embargo,
en los momentos decisivos de fin de año, cuando se discutió
la reforma fiscal y Fox, personalmente, cabildeó su propuesta, apoyado
en la incondicionalidad que le brindó la priísta Gordillo.
Así, con un gabinete que -como se comenta en Los
Pinos- "siempre se queda un paso detrás de él", Fox dio un
adelantado banderazo de salida para la sucesión.
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