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México D.F. Sábado 20 de diciembre de 2003
Siempre he estado casada con la música,
afirmó
Al pie del Angel de la Independencia Julieta Venegas
recibió un disco de oro
ARTURO CRUZ BARCENAS
Lo convencional es una red en la que caen hasta los exquisitos.
Cientos de parejas, en una costumbre de origen incierto, como parte del
ritual de su boda, incluyen irse a tomar la foto del recuerdo de los días
felices al Angel de la Independencia. El la carga y sube las escaleras,
al pie de los héroes que nos dieron patria. Ayer una mujer llegó,
pero con dos chambelanes, vestida de novia, caminando sinuosamente: la
cantautora Julieta Venegas.
Pasaban
las once de la mañana y arribó en lo más cercano a
una limusina, un carrote modelo Grand Marquís. "Yo le quito el
neglillé", "cuánta maldad en ese cuerpecito", fueron
dos de los comentarios que los lagartijos de lotería soltaron a
su paso. "Me apunto para padrino de cama". La codiciada femme ni
los fumaba; su mente estaba en esa ficción publicitaria armada por
su disquera para entregarle un disco de oro por su cidí titulado
Sí.
Dada la piratería desatada, es un logro para cualquier
artista vender 50 mil unidades en tan sólo mes y medio. "Para bien
o para mal siempre he estado casada con la música", afirmó
la cantante y compositora. Es decir, le es fiel al pentagrama, a la composición
de signos y llaves que le son familiares desde que era niña, en
los polvorientos rumbos de Tijuana.
No se hubiera visto bien que la menuda intérprete
de Bueninvento llegara con su acordeón, el instrumento que
la ha hecho famosa en Sudamérica y España. No le hubiera
sentado en su calidad de novia. "Siempre he estado casada con la música
y, en las buenas y en las malas -así, como en la famosa epístola-
ha sido la manera de expresarme, porque esto es mi vida".
Los curiosos se acercaron. "¿Qué pasa?"
"Es una chava que llegó sola". Salvador, quien tiene en "la chuleta",
"mi chuleta", su amor platónico, suspiraba e imaginaba que él
era el agraciado, aquél a quien una vez ella, la rocanrolera con
sonrisa de Gioconda, le respondía "sí, sí quiero casarme
contigo". Sí, como el título del disco. Sí, para toda
la vida...
Puro sueño guajiro.
Le toman fotos a la novia. "Hoy va a cenar Pancho". Se
retira Julieta informando que ahora promoverá Lento, de su
material Sí. Aplausos, pero nada de arroces que se metan
en la boca. Es pecado, además, tirar la comida. Julieta se casó
de blanco, con un vestido muy mono y cachondón, a decir verdad.
Se enfiló hacia su limusina. Aventó el ramo,
que fue a parar a las manos de Claudia, que por un momento se imaginó
camino al altar, con un galán millonario, guapo y buena onda. Pero
su afán democrático, dijo, ante las protestas de reporteras
que se quejaban de que eso no se valía, pues se trataba de la jefa
de prensa de BMG, la obligó a repetir el acto.
Esta vez, el ramo le tocó a una chava que ya alucina
estar en los brazos de Morfeo y Cupido.
Se fue Julieta flanqueada por sus dos chambelanes, muy
oronda. Tomó por rumbo desconocido, quién sabe si para Acapulco,
Puerto Vallarta o París, a lo más sabroso, a la luna de miel.
Tal vez hacia un cinco letras de la salida a Cuernavaca. ¿Sí?
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