México D.F. Lunes 1 de diciembre de 2003
Contradicciones y enfrentamientos públicos, características del gabinetazo
Desilusión y promesas incumplidas, saldo de tres años de gobierno foxista
JUAN MANUEL VENEGAS
"ƑEl cambio es un hecho real o la ilusión de una mente con imaginación?", preguntó hace un año en el Trinity College de Dublín una estudiante mexicana al presidente Vicente Fox Quesada. Se cumplían entonces dos años de la administración foxista. Hoy, cuando se cruza la primera mitad, aquella pregunta sigue vigente: las imágenes virtuales y cifras que se producen en Los Pinos nada tienen que ver con los recientes reproches y manifestaciones de desilusión de empresarios, ciudadanos, organizaciones civiles y partidos políticos.
Y la realidad es que ni hemos crecido 7 por ciento ni se han aprobado las reformas "que partirán en dos la historia nacional". Sin mayores acuerdos con los partidos representados en el Congreso, la incertidumbre domina el ambiente en torno a los asuntos públicos, mientras se anuncian más ajustes en el presupuesto y el gasto social.
El gabinetazo que se nos presumió y presentó como lo mejor que encontraron los cazadores de talentos se ha distinguido más por sus contradicciones, diferencias públicas y aprietos en los que mete a su jefe, en tanto la comunicación con el Poder Legislativo va y viene entre reclamos, controversias constitucionales y expresiones de descalificación: las declaraciones de Fox en el extranjero y la discusión, que ya lleva tres años de las reformas fiscal y del sector energético han arrojado varios ejemplos de esta, a veces, áspera relación.
En los últimos meses y semanas, por otra parte, la investigación del IFE que concluyó que en la campaña de Fox -como en la del PRI- hubo dinero irregular, así como por el poco o nulo interés que ha mostrado para avanzar en el esclarecimiento de los asesinatos en Ciudad Juárez (desinterés remarcado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos) provocaron nuevas dudas sobre el "gobierno del cambio".
Privilegiar la interlocución con Elba Esther Gordillo, además, mandó una señal inequívoca, documentada por los medios y que la maestra jamás desmintió: el regreso de la influencia de Carlos Salinas de Gortari a la política nacional. Muy lejos quedó el discurso del cierre de campaña del candidato Fox, cuando ofreció que el salinismo sería llamado a cuentas.
Y ahora que los propios priístas derrumban la figura política de Gordillo, se verá que esa apuesta también falló. La alianza que se tejió por la intermediación del ex canciller Jorge G. Castañeda se resquebrajó...
Hacia el extranjero, los ejes sobre los que giró la imagen de Fox como el "gran transformador mexicano" -así lo reconocieron en España y Corea en 2001- rechinan y empiezan a tambalearse. No llegan las reformas al sector energético que tanto anunció, antes y después de su toma de posesión, y el gobierno "que sabe hacer negocios, šgrandes negocios!", no cupo más en sus más recientes giras internacionales.
El Plan Puebla-Panamá (PPP), en tanto, depende también de aquella reforma para ser atractivo a las inversiones europeas, mientras en su vertiente comercial quedó a expensas de las negociaciones para crear el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que Fox tanto promovió y que -según lo que ocurrió en la última ronda de conversaciones en Miami- está muy lejos todavía de ser realidad.
Es cierto que el fracaso que se anuncia en estas negociaciones no puede ser atribuido a Fox, pero también es cierto que algunas de sus más importantes presentaciones en el extranjero durante estos tres años tuvieron ahí su sustento.
Más hacia el interés de los mexicanos, por otra parte, del acuerdo migratorio que se propuso a Estados Unidos sólo queda el recuerdo de los primeros meses del foxismo, mientras la aceleración castañedista para entrar al Consejo de Seguridad de la ONU y convertir a México en "activo participante de las decisiones que se toman en el mundo" terminó por acarrearle a Fox problemas y diferendos con la Casa Blanca en los preparativos de la invasión contra Irak. Y como lo han advertido diversos analistas: todo esto resultó en un altísimo costo para el proyecto foxista.
La falta de acuerdos internos que inevitablemente estrecharon el margen al activismo foxista en el exterior, llevaron también a que desde el extranjero se escucharan sendos arrepentimientos del mandatario mexicano.
Primero fue el 16 de mayo del año pasado en Madrid. Dijo a los medios españoles: "No hay duda, yo reconozco que generamos muchas expectativas, quizás šmás de la cuenta!" Pero se justificó inmediatamente con el argumento de que eso fue necesario "para desplazar a un gobierno que llevaba 71 años... Entonces, sin duda, había que plantear un nuevo proyecto de nación, y eso fue lo que hicimos".
Más explícito fue en París. El 15 de noviembre -también de 2002-declaró ante el Consejo de Representantes Permanentes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): "Hoy me arrepiento un poco de haberme comprometido a ese crecimiento de 7 por ciento, porque todos los día la gente, la opinión pública, los medios, me recuerdan mi compromiso. La realidad es muy diferente al optimismo que tuvimos hace dos años".
Dos días antes del mea culpa de Fox, en el Trinity College de Dublín se apareció una estudiante mexicana: "ƑEl cambio es un hecho real o la ilusión de una mente con imaginación?" Ahí quedó la pregunta.
Un año después, en Los Pinos se preparó el documento A la mitad del camino. Indicadores y cifras que, según Fox, arrojan como resultado "que tenemos un país maravilloso"
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